Thursday 28 de March, 2024

POLíTICA | 06-01-2012 12:11

La novia del poder

El salto de bar tender a Primera Dama provisoria. Los “excesos” que le censura el Gobierno y los temores de Boudou.

El miércoles 4, mientras Cristina Fernández era operada en el quirófano del Hospital Austral, la novia del vicepresidente, Agustina Kämpfer, permanecía encerrada en su piso de Puerto Madero y terminaba de armar un puzzle de mil piezas con la imagen de una geisha. Comía turrones “como si fueran hojas de lechuga” según su catarsis vía Twitter, se quejaba del calor de enero y se mostraba malhumorada porque de golpe y sin previo aviso se había quedado sin vacaciones. El cáncer de la Presidenta y el descanso que deberá cumplir hasta fines de mes transformaron a “la Colorada” Kämpfer, que en realidad es castaña y se tiñe desde los 15 años, en la Primera Dama provisoria, la mujer detrás del hombre que en teoría deberá manejar el Gobierno hasta que Cristina vuelva.

Amado Boudou no sabe cómo explicarle que sus comentarios entre quejosos, divertidos y sarcásticos en la red virtual pueden causarle nuevos reproches como los que ya sufrió el vice. Agustina subió una foto de lo que debería estar haciendo ahora mismo si no fuera por la enfermedad de la Presidenta –se la ve sumergida en aguas azules y con traje de buzo–, pidió asilo a “los amigos con quintas”, insistió con el puzzle de la geisha (“mi terapéutica manera de pasar el verano mientras juego a que voy juntando las piezas sueltas de mí misma”) y envió un SOS ya al borde del tedio: “Me siento sola en Twitter, ¿dónde están todos? ¿Qué están haciendo? Siendo felices, ¿eh? ¿¿¿Eeehh???”.

El desparpajo de “la Colorada” va a contramano de las normas que los guardianes kirchneristas quieren imponerle a la mujer con más luz y ambición dentro del oficialismo, después de la Presidenta, claro. Kämpfer, que en dos años y medio –los que lleva junto a Boudou– pasó de movilera rasa en el canal C5N a conductora del noticiero de la señal CN23 y del programa radial “Días Distintos” en FM La Mega, además de directora de una revista sobre rock y política que acaba de lanzar, “Minga!”, sabe que vive de su alto perfil, de su mezcla de “cool” y “hot”, de sus gemidos al aire de la radio, su belleza desafiante y su carisma provocador. Pero también sabe que en el universo K no puede brillar otra que Cristina. La contradicción la desvela.

En observación

El último reto que sufrió Boudou por parte de la Presidenta fue en público y le valió el mote de “concheto de Puerto Madero”, pero la historia detrás de esa afrenta también incluye a Kämpfer. Según dos fuentes de La Cámpora que no simpatizan con el vice, Máximo Kirchner se enteró de que él bromeaba por teléfono con su novia sobre el origen humilde de Cristina en las afueras de La Plata y de sus ansias de ascenso social cumplidas. “Concheta de Tolosa”, la habría llamado Boudou a la Presidenta en esa supuesta charla interceptada por los sabuesos de la Inteligencia K y que, según las fuentes, le valió la dura reprimenda pública de la jefa. Kämpfer, su cómplice en la burla, tampoco quedó bien parada ante la Presidenta. El dato también lo consignó con una leve alteración el diario La Nación (“concheta de La Plata”, habría sido la frase de Boudou según ese medio) y lo desmienten indignados los voceros del vice.

Ahora que se sabe que Boudou y Agustina son vecinos de Cristina en el mismo complejo de Puerto Madero, el Madero Center, donde la jefa de Estado adquirió dos departamentos que al parecer permanecen deshabitados y ocho cocheras –en total suman un valor de 14 millones de pesos–, las historias que circulaban en el Gabinete y que hablaban de una predilección especial de la Presidenta por el ex ministro de Economía vuelven a surgir, aunque a Kämpfer siempre le parecieron un disparate. Lo cierto es que se advierte un juego de espejos en ese triángulo imaginario. “La Colorada” hoy se hace extensiones con Alberto y Bebe Sanders, los mismos que se las aplican desde siempre a Cristina. El día que la Presidenta confirmó que sería candidata para octubre, a pesar de antes haberlo desestimado con aquella frase de “no se hagan los rulos”, Agustina adornó su cabeza con bucles y explicó el motivo. En su Twitter la festeja con adjetivos como “genia” o “visionaria”, aunque a veces cruza la línea de lo que el Gobierno espera de sus aduladores: “CFK mystic”, escribió –como si hablara de la opositora Elisa Carrió– luego de que Cristina dijera en uno de sus discursos de campaña en los que evocaba a Néstor Kirchner: “Yo creo en otra vida, porque si no, no podría seguir viviendo”.

La lucha interior de Kämpfer consiste en cómo seguir manteniendo el sello rebelde –en tiempos en que la rebeldía pasa por ser oficialista y “cool”– y a la vez satisfacer los requerimientos de quienes pretenden “domesticarla”. Ya tomó la precaución de borrar de su Facebook las fotos subidas de tono en las que se la veía junto a otras amigas en poses que simulaban alguna intención lésbica y que eran pura provocación adolescente. Cuando NOTICIAS tiempo atrás la consultó por esas imágenes, ella se quejó: “Son de otro tiempo, cuando salía más de noche. Ahora que me levanto a las 4 de la mañana, me acuesto muy temprano. Las fotos que uno se saca en la intimidad no hacen a tu esencia”. Ya por entonces sentía que podría haber intentos por reformarla, pero los relativizaba. “Me pregunté qué iba a pasar. ¿Me van a pedir que me ponga el trajecito sastre? ¿O me van a dejar y le van a preguntar a Karina Rabolini si no tiene una hermana para presentarle a Amado? No tuvo nada que ver con lo que pasó”.

Noticias: ¿Boudou nunca le pidió que baje el perfil?

Kämpfer: Yo no le pido a él que renuncie al Gobierno para que yo pueda sentirme libre de hacer lo que quiera en televisión. No voy a dejar de darle un beso a mi novio porque haya un flash.

Noticias: Eso permite ver otro Boudou.

Kämpfer: El único Boudou que debería importarte es el que te gobierna.

Lo que a instancias de Máximo Kirchner hoy se discute entre los celadores de La Cámpora es cómo bajar el mediático perfil de Kämpfer ahora que le toca ser la mujer del Presidente provisorio, que además es el encargado del trabajo sucio del ajuste mientras la Presidenta se recupera. En semejante contexto no queda espacio para la guitarra del vice y los exabruptos que patentó su novia en sus apariciones. A los guardianes del camporismo les molestan algunos tics de la pareja que Máximo Kirchner suele tildar de “menemistas”: los paseos en la moto Harley Davidson, las ruidosas fiestas en la quinta de Del Cielito Records en Parque Leloir junto a los amigos de La Mancha de Rolando (sobre todo cuando trascienden a la prensa, como ocurrió con el cumpleaños de Boudou en noviembre), las entrevistas de Agustina con algunas revistas del corazón contando chismes de la pareja, y también travesuras tan inocentes como los grititos de gata en celo que ella profirió tiempo atrás al micrófono de La Metro (además de que los camporistas preferirían que dejara de trabajar en la emisora de Daniel Hadad, a quien no consideran un incondicional como sí lo es Sergio Szpolski, el otro jefe que tiene Kämpfer en CN23).

Los reclamos siguen sumándose a medida que la periodista se hace más famosa. De hecho, la única picardía que el Gobierno le festejó fue calificar de gay al renunciado titular del Banco Central, Martín Redrado, cuando era panelista de “Un mundo perfecto”, el programa de Roberto Pettinato. Por esa frase que Redrado consideró injuriosa la echaron de América TV.

Éxito rápido.

“Cenicienta”, la llamó vía Twitter una colega que sigue su cuenta, pero nunca obtuvo respuesta. Lo cierto es que pasó casi sin transición de movilera a conductora de dos envíos oficialistas y flamante directora de una revista dedicada a la militancia del kirchnerismo “progre” y palermitano, que consume su estilo entre rebelde, rocker y políticamente correcto. Conoció a Boudou a los 28 años y a los 30 ya es una estrella. “Minga!” fue lanzada el viernes 23 de diciembre en el Club Serrano de Palermo Hollywood y estuvieron, además de su novio, el filósofo Ricardo Forster, el militante gay Alex Freire, el baterista Charly Alberti, el camporista Juan Cabandié y el empresario K Sergio Szpolski, uno de los que aceptaron darle pantalla después de iniciada su relación con Boudou.

El día del lanzamiento de su revista, Kämpfer explicó a NOTICIAS que contaba con ciertas ventajas con respecto a otras publicaciones gratuitas, pero no llegó a explicar cuáles son porque pareció arrepentirse a mitad de la frase: “La idea es crecer lo más rápido posible, lo que pasa es que recién estamos empezando. Va a ser gratis siempre. Para todos aquellos que tal vez no quieran gastar plata, bueno, les regalamos una revista. Porque además tiene muy buena calidad de impresión, por cuestiones de recursos, obviamente. Porque aquellos colegas que, con muchísimo esfuerzo, sacaron un medio gratuito, por ahí no tenían... No, no quiero terminar lo que te estoy por decir porque no va a quedar como lo que quiero decir”. ¿Los “recursos” que menciona Kämpfer y que la diferencian de la calidad de otras publicaciones gratuitas tienen que ver con Boudou? Entre los anunciantes de la revista se destacan algunos bancos y gobiernos municipales que suelen tener buen trato con el ex ministro de Economía.

Guillermo Cherashny, el extravagante ex agente de la SIDE, recuerda los inicios de la periodista: “Yo la conocí allá por el 2003, cuando era bar tender en el restaurante Filo, cerca de la plaza San Martín. También fue camarera en el boliche El Gran Danzón. La ayudé a entrar a Canal 9 en esa época y hasta le conseguí un celular gratis. Pero ahora no nos hablamos más, se agrandó. Ahora es la primera dama”. El ex agente, además, rememora su participación en el inicio del romance entre Boudou y Kämpfer: después de la primera entrevista que le realizó la entonces movilera al funcionario-galán allá por el 2009, ella le confió a Cherashny que lo consideraba un “bombón” y el celestino transmitió el mensaje a la tropa de Amado. Cuando él la hizo llamar por teléfono por uno de sus voceros, ella exigió que la llamara Boudou en persona si quería que el asunto prosperara, él acató la orden y un mes después ya eran novios.

Estilo Kämpfer

Egresada de la escuela de periodismo TEA además de bar tender, hija de un imprentero del barrio de Belgrano, ex alumna del instituto Lenguas Vivas, el carisma de “la Colorada” está fuera de discusión: sin él no hubiera sabido aprovechar la oportunidad que su noviazgo con el hoy Presidente provisorio le brindó en el mundo de los medios K. Sabe que su lealtad está primero con Boudou y solo después con su profesión. Se entera de secretos de Estado, pero jura que no los usa como periodista. “La lealtad a mi pareja es mi gran prioridad en la vida. A veces le doy mi opinión sobre algún funcionario o medidas políticas que difieren mucho de la que tiene él. Pero Amado me hace ver el lado B de las cosas, puedo entender más las decisiones que rodean a cada decisión política”, dijo en una entrevista. El vicepresidente coincide: “Ella discute, opina y pelea”.

El look Kämpfer se perfeccionó desde que su novio es el vice de Cristina. Desde hace meses está a dieta, a pesar de su recaída con los turrones de Año Nuevo, y practica sesiones de acupuntura. Asegura que no seguirá clases de protocolo, pero sí pidió asesoramiento para su vestuario a Mass, la agencia de relaciones públicas más exclusiva del país, liderada por Wally Diamante. Aunque no hay un contrato firmado, Agustina es amiga de uno de los integrantes del staff y recibe consejos de cómo vestirse en las  ocasiones importantes. El día de la asunción de Cristina fue la más bella de la gala: lució un ajustado vestido de color natural que realzaba su sensual figura y llevaba una cartera de cuero blanco de Dior inspirada en Lady Di y unos stilettos haciendo juego. La Presidenta estaba admirada.

Su nueva vida incluyó un cambio de peinado. Alberto y Bebe Sanders, los peluqueros estrella de Cristina, le agregaron extensiones great lenghts de 60 centímetros de color rubio y con destellos rojizos bien dorados. Además le practicaron un tratamiento con un facilitador del peinado que le da más peso y volumen al cabello y evita el erizado. “Ella se arregla muy bien sola. Lo que hicimos, aparte de lo estético, contempló la posibilidad de que lo pudiera mantener muy bien sin depender de la peluquería todo el tiempo. Su pelo natural es muy corto, por eso tuvimos que ponerle extensiones”, cuenta Bebe Sanders.

“Aman Ulasha”.

Kämpfer tiene un costado zen: hizo yoga, meditación y reiki, admira al Dalai Lama y viajó hace dos años a Córdoba para participar del Osho Festival, un encuentro para fans del gurú. De su paso por México rescata su devoción por la Virgen de Guadalupe (tiene un tatuaje de ella en la pantorrilla) y su participación en un ritual al que califica de “macumbero”: aun muestra orgullosa el medallón que recuerda su “sannys”, una especie de rebautismo que le celebraron sus compañeros de meditación mexicanos, y en el que cambió su nombre por el de “Aman Ulasha”, que en una lengua tribal significa luz, alegría y diversión. Tiempo atrás le contó a esta revista: “He meditado con música de Led Zeppelin y con rugidos de leones. Hay que meditar en el caos para descubrir el silencio que habita dentro tuyo. La idea es sacar la fiera que cada uno tiene adentro, no domesticarla. Mi amigos me dicen 'qué zen que sos' por todas las terapias alternativas que hago. Pero en esencia soy todo lo contrario, por eso busco el equilibrio”. De carácter volcánico, es fácil que se enoje por una pregunta natural y obvia como la que le hizo una periodista de NOTICIAS en la reciente presentación de su revista. “¿Si pienso en casarme? Las preguntas tipo 'Caras' se las respondo a 'Caras', ¿dale?” A las revistas del corazón sí les contesta: los hijos y también la bodas son posibilidades que ella y el vice contemplan en el mediano plazo.

Boudou, que también sufre algunos de sus raptos de furia, la cela tanto como ella a él. Un lenguaraz colaborador del ex ministro recuerda cómo enfureció después de un breve diálogo de Agustina con un ex novio de relativa fama, el bajista de la banda “Miranda!”, Nicolás “Monoto” Grimaldi. Fue una charla ocasional en un boliche, pero Amado no lo toleró y le hizo una escena. Es cierto que a ella tampoco le cae bien la pose siempre seductora del vice. Semanas atrás él quiso entablar contacto con una bella colaboradora de un ministro de origen porteño y ligado a la cultura, y le envió un mail galante. La colaboradora le avisó de inmediato a su jefe, el ministro llamó a Boudou pidiendo explicaciones y el vice reculó.

Son diferencias como las que suele tener toda pareja, solo que en el caso de Boudou y Kämpfer se magnifican por el lugar que él ocupa en el organigrama del poder. Ella intenta no marearse en esas alturas. Hasta ahora siempre cayó parada. Aunque los custodios de La Mega no la ven del mismo modo que antes. En los días previos al fin de año los sorprendió casi tirándoles las llaves de su Audi mientras les decía sin detenerse: “Que no me lo toque nadie, ¿sí?”.

Minga!, revista propia

"Argentina y caliente” es el slogan de la nueva revista de rock y política que dirige Agustina Kämpfer y cuya primera edición de 15.000 ejemplares se lanzó el viernes 23 de diciembre. Es gratuita y se distribuye en bares de Palermo, San Telmo y Caballito. Su socio es el periodista Darío Rosenblat y la diferencia con otras publicaciones gratuitas, según la propia Kämpfer, es que ella cuenta con “recursos”. Entre los anunciantes están los bancos Columbia e Hipotecario –con los que el vice tuvo trato desde el Ministerio de Economía–, la Fundación Deloitte, la tienda de zapatos Pepe Cantero –cuyo dueño es amigo de Agustina–, las empresas NEC, Imperial, Cepita, BlackBerry y hasta un aviso del partido de la Costa, donde Boudou fue funcionario. El presupuesto que las imprentas calculan para una revista de esa calidad es de 70.000 pesos por número.

Boudou, poder acotado

Firmó la notificación formal del reemplazo presidencial en el despacho del secretario Legal y Técnico Carlos Zannini en la Casa de Gobierno y después debió cruzar hasta su improvisada oficina en el primer piso del Banco Nación. “Para que no se la crea”, apuntan con malicia en la jefatura de Gabinete. Pese a que Cristina Fernández no le encargó a Amado Boudou ninguna agenda urgente y a que ya lo convencieron de que ni siquiera será el coordinador del equipo económico –ni como vicepresidente con despacho en el Senado–, el funcionario vive su aparentemente efímera presidencia con tensión. Debe cuidarse: sabe que el secretario de los espías, Héctor Icazuriaga, seguirá grabando sus conversaciones como cuando lo hizo quedar mal delante de Cristina con sus chicanas telefónicas sobre el carácter presuntamente “concheto” de la Presidenta. Y que Oscar Parrilli lo vigila por orden de Máximo Kirchner, que también desconfía.

Su ascenso fue tan rápido como la velocidad de las sospechas que generó entre los cortesanos de Cristina. Él lo sabe: no hay riesgo, por lo tanto, de que los incomode en unos pocos días.

No firmará nada que no le ordene Zannini. Tampoco puede avanzar en desmadejar el infernal paquete de subsidios –el único anuncio que prepara el Gobierno para enero, aunque se aplicaría desde marzo o abril– sin consultar previamente con Julio De Vido y Roberto Baratta. La otra condición explícita que le impuso Cristina es no obstaculizar el rol determinante de Guillermo Moreno en la coordinación de funcionarios económicos como los ministros Hernán Lorenzino y Débora Giorgi o como la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, y el titular del Banco Nación, Juan Carlos Fábrega. Boudou tiene un margen de movimiento semejante al tamaño de una baldosa.

Pocas audiencias. Ninguna información oficial, casi ocultamiento. Charlas apenas informales con su amigo Lorenzino. Y alineamiento automático a los balances fiscales de Juan Carlos Pezoa y Ricardo Echegaray. No mucho más. Así nunca podrá ser como Julio Cobos.

Cenicienta cool

(Por Adriana Lorusso, Editora de Costumbres)

La chica tiene estilo. Sabe, intuitivamente, que la juventud es su público en los medios y en la política. Ella misma es joven y bella y, en su vida pre Boudou, no precisó más que un par de zapatillas y un jogging para encajar en su ambiente: el de las calles de Palermo, el de los cursos de yoga, el de los pasillos de las redacciones.

Por eso, ahora que le toca vivir con rango oficial, entiende que su estilo debe cambiar para adaptarse al nuevo estado, pero no tanto como para perder de vista lo que la trajo hasta acá: esa libertad con la que mezcla El Arte de Vivir, Puerto Madero y La Cámpora.

La indumentaria hace ecuaciones simples con connotaciones sofisticadas. Lo primero que Agustina intuyó cuando conoció la candidatura de Amado, fue que en un país gobernado por una mujer siempre “over dressed” (demasiado vestida) la opción de las chatitas y los jeans quedaba descartada. Así se lo comentó a amigos y productores y pidió asesoramiento a una agencia top de relaciones públicas sobre rumbos posibles para su nuevo look. Su apariencia mejoró. En la televisión se la vio lucir marcas típicas de Palermo, por ejemplo, María Cher. Y cuentan sus vestuaristas que las etiquetas que antes ignoraban su nombre hoy se apresuran a vestirla.

En los eventos formales, los tacos altos tomaron el lugar de los borceguíes y los vestidos de noche, los de los jeans. Prudente, ante el desconocimiento, siempre optó por lo seguro: colores netos y modelos simples.

¿La primera claudicación a la estética cristinista? Extensiones realizadas en el mismo lugar frecuentado por la Presidenta: la peluquería de Alberto Sanders, que además de dotar de largo y volumen a su deslucida melena aprovechó para bajarle un par de tonos al rojo que usó siempre para virarlo al rubio. Impecable el día de la asunción de su pareja, fue imposible enterarse de quién era el vestido que llevaba (la carterita, con logo bien exhibido, era de Dior).

¿Su día perfecto? El de la presentación de su revista “Minga!”. Vestido negro de Pablo Ramírez y zapatos bicolor de Pepe Cantero, diseñados por su amigo y dueño de la etiqueta. De él son todos los modelos que Agustina usa y está habilitada a llevarse los que quiera de su zapatería. Pero ella solo retira los imprescindibles. Le encantan pero no se excede. Y así se maneja: no quiere dejar del todo de ser quién era. Por ahora es su fórmula de éxito.

por Nicolás Diana, Franco Lindner

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