Friday 19 de April, 2024

DEPORTES | 06-01-2012 14:39

Las estrellas de la cancha vacía

La pretemporada muestra pocos y austeros pases de jugadores. Los nuevos protagonistas.

Cuando los micrófonos se apagan, en rondas de amigos, a Diego Simeone –uno de los nombres del verano– se le adjudica una confesión a mitad de camino entre la resignación y la honestidad: “Salvo en los primeros 15 minutos del segundo tiempo, cuando hay que hacer los cambios, un técnico no tiene incidencia durante el partido. Nuestro trabajo es en la semana. Los domingos no podemos hacer casi nada”. Y sin embargo, cada vez con mayor frecuencia, el fútbol argentino se juega más tiempo fuera de la cancha que dentro.

Los futbolistas parecen haberse convertido en una excusa necesaria para el ejército que juega sin botines: grupos empresarios que se benefician de un ambiente en el que rige una justicia paralela que no rinde cuentas, derechos televisivos como factor de lucha entre grupos de poderes, y elecciones de clubes que se transforman en una pulseada de la política nacional, provincial y hasta municipal.

Poco juego

El movimiento de pases de los primeros días del 2012 lo corrobora: desde que terminó el Apertura 2011, el lunes 12 de diciembre, y hasta el cierre de esta edición, el jueves 5 de enero, en los clubes de Primera División había más cambios de técnicos, secretarios técnicos y presidentes que de futbolistas. El eje puesto fuera de la cancha.

En otro momento, el listado de incorporaciones de jugadores habría sido abrumador, pero ahora un telegrama alcanza para detallarlo: All Boys contrató a Martín Morel (31 años), Atlético Rafaela a Lucas Bovaglio (32) y César Carignano (29), Lanús a Gastón Díaz (23), Olimpo a Grenddy Perozo (25), San Lorenzo a Carlos Bueno (31) y Vélez a Federico Insúa (32).

El promedio de edad de los ocho refuerzos para siete clubes no es, justamente, una apuesta al futuro: 29 años. Catorce equipos, en tanto, habían llegado a la antesala del día de Reyes sin haber engrosado sus ya precarios planteles: Argentinos, Arsenal, Banfield, Belgrano, Boca, Colón, Estudiantes, Godoy Cruz, Independiente, Newell’s, Racing, San Martín, Tigre y Unión. El Apertura 2011 fue el peor torneo de los últimos tiempos: Boca dejó en ridículo al resto y les sacó 12 puntos a los escoltas.

Tampoco hubo ventas en el comienzo del 2012: el semillero parece haberse secado. Si no fuera porque River se fue a la B, sería la noticia más extraña de los últimos tiempos: el fútbol argentino se quedó sin figuras para exportar a Europa. Solo Franco Vázquez, volante ofensivo de Belgrano, fue transferido al Palermo, de Italia. Fue a cambio de 6 millones de dólares, un enorme negocio para el club cordobés, pero mínimo para el mercado europeo. Otra partida fue la del delantero Guillermo Franco, de Vélez a México, pero las razones son diferentes: se le terminó su contrato en el club de Liniers y firmó con el Pachuca.

El fútbol extranjero parece haber dejado de mirar a los clubes argentinos, así como los clubes argentinos parecen haber dejado de mirar el campo de juego: al mediocampista Ezequiel Carboni lo echaron de Banfield a finales de diciembre no por ser mal jugador, sino porque fue publicada una foto en la que aparecía comprando dos camisetas de Lanús a sus hijos. “Lo conversamos con los dirigentes y entendimos que el clima no iba a ser el mejor”, naturalizó su salida el volante. El juego, otra vez de lado.

Por supuesto, los clubes, que tienen deudas acumuladas por más de mil millones de pesos, terminarán reforzándose con más jugadores de aquí hasta el 10 de febrero, cuando comience el Clausura 2012. Pero es curioso, o sintomático, cómo los primeros movimientos internos prescindieron de los futbolistas.

Todo al DT

Pasó menos de un mes desde que terminó el Apertura 2011, pero ya hubo cinco cambios de técnicos: el 25% de los equipos busca soluciones en el banco de suplentes. El siglo XXI es la era que desmitifica la filosofía de Alfredo Di Stéfano, único entrenador campeón con River y Boca: “El técnico es solo la duodécima parte del equipo”.

En los movimientos de entrenadores aparecen los nombres fuertes que le faltan al escuálido mercado de futbolistas: Alfio Basile a Racing y Gerardo Martino a Newell’s son dos pases convocantes desde lo profesional y lo sentimental. Sus regresos a los clubes donde brillaron como jugadores (uno en la década del '60, otro en la del '80 y principios del '90) movilizan mucho más que lo deportivo: Basile es una parte de Racing como Martino lo es de Newell’s.

“Los técnicos somos pararrayos”, definió a su profesión el español Joaquín Caparrós, antecesor de Marcelo Bielsa en Athletic de Bilbao. Es una frase que se aplica a la perfección en estos dos casos: Martino y Basile llegan a sus clubes como pararrayos emocionales.

Sin esa aura de romanticismo pero con las mismas ambiciones, Jorge Da Silva asumió en Banfield, Nery Pumpido en Godoy Cruz y Héctor Rivoira en Olimpo, mientras que Juan Manuel Azconzábal fue oficializado en Estudiantes, luego de haber dirigido al equipo interinamente en las últimas fechas del torneo anterior.

Además, en búsqueda de soluciones dentro de la tibieza general, los dirigentes apostaron a dos figuras históricas de la selección argentina para revitalizar una figura resistida, la de managers: Gabriel Batistuta empezó 2012 como el nuevo secretario técnico de Colón y Roberto Ayala, de Racing. Sus funciones, sin embargo, todavía no están en claro.

“Quiero que (Batistuta) haga todo, menos lo que hago yo”, dijo el presidente de Colón, Germán Lerche, sin clarificar cuál será el nuevo papel del ex delantero, que oficialmente asumió como secretario técnico.

Ayala, por su parte, reconoció que el término “manager” no goza de buena reputación. “Voy a ser un coordinador, un nexo entre el presidente del club, el fútbol profesional y el amateur. La palabra manager es un poco rechazada en Argentina. La idea es participar en las decisiones futbolísticas y tratar de asesorar a la dirigencia acortando el margen de error”, dijo quien prefirió presentarse como nuevo coordinador de Racing.

Pero además de técnicos y secretarios técnicos, el movimiento sísmico de fuera de cancha incluye a presidentes. Por coincidencia de los calendarios electorales, cuatro clubes comenzarán el Clausura 2012 con autoridades diferentes a las del torneo anterior: Daniel Angelici en Boca, Gastón Cogorno en Racing, Javier Cantero en Independiente y Miguel Calello en Vélez.

Contratos

Los técnicos, justamente, odian jugar los torneos de verano. El diagrama desprolijo de partidos, que solo tiene en cuenta las necesidades de la televisión, es un atentado contra la planificación de los entrenadores: sin buena pretemporada, no hay paraíso. Pero a los presidentes les encanta cobrar el cachet. Lo hacen, además, por adelantado. El contrato entre Torneos y Competencias y los clubes por los campeonatos estivales suele ser de tres años. Y, en casi todos los casos, son pagados por anticipado: los clubes encuentran en ese ingreso una excelente fuente para cancelar deudas.

El problema se generó este año, con River en la B Nacional. Passarella, que ya cobró su dinero (un monto que incluye la disputa de dos superclásicos por año), se puso en guardia: “Estamos en contra de jugar contra Boca”. El técnico, Matías Almeyda, también. Pero TyC pagó, River cobró y Fox Sports empezó enero anunciando en su pantalla los superclásicos en Chaco, el miércoles 25, y en Mendoza, el domingo 29.

En el 2000, Ramón Díaz dejó de ser el técnico de River después de perder un superclásico de verano. Pasó algo parecido en el 2010, cuando Carlos Bianchi dejó de ser el manager de Boca luego de una derrota ante River, también en Mar del Plata. El ya citado Caparrós, hoy entrenador de Mallorca, dijo alguna vez: “En fútbol se pasa de puta a monja en cinco minutos”.

A ese examen se someten las nuevas figuras del mercado de pases del fútbol argentino, los técnicos. La expectativa está puesta en ellos más que en los jugadores. Por más que Simeone, que en cinco minutos pasó de referente a traidor por haberse ido de Racing al Atlético de Madrid, reconozca que los domingos no juegan.

por Andrés Burgo

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