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COSTUMBRES | 20-01-2012 14:28

El boom de las galerías

En Punta del Este, ya suman más de cincuenta y la mayoría se concentra entre La Barra y Manantiales. La influencia de Gallery Nights. Decoración, marketing y el factor “brasileño”.

Pero qué disparate! ¿15.000 dólares por un Gurvich? Eso vale mucho más. Y un Gurvich en tu pared, es un Gurvich”. Dos señores acaudalados se indignan en plena recorrida por Gallery Nights en Punta del Este. Están furiosos porque consideran que una obra de José Gurvich, uno de los pintores uruguayos más reconocidos y pieza fundamental del constructivismo en Uruguay, está desvalorizada. “Se puede pedir hasta 5.000 dólares más por esa obra. El que tenga la plata, lo tiene que comprar”, arriesga uno de ellos, copa de champagne en mano.

Conversaciones como estas son habituales en las galerías de arte de la costa esteña. El fenómeno se instaló: solo este verano se abrieron cinco galerías nuevas que se suman a las 45 que ya existían y todas, juran, tienen buenos niveles de venta. La mayoría está concentrada en la zona de La Barra y Manantiales.

Y en sus paredes hay ofertas para todos los gustos: artistas reconocidos con precios cercanos al millón de dólares, jóvenes que buscan insertarse en la movida y pintores que sacan ventaja de la demanda y se suben a la ola: “Es el momento y hay que aprovecharlo para vender”.

Arte, arte, arte

El boom de la pintura dura unos pocos meses. A principios de diciembre se abren la mayoría de las galerías y los ateliers de artistas locales y permanecen abiertos hasta los primeros días de marzo, cuando termina la temporada y ya no quedan turistas en el Este. Durante el año solo se mantienen abiertas tres galerías, que son las más importantes: Galería Sur, ubicada en La Barra y que cuenta con un catálogo que reúne lo mejor de la pintura rioplatense; Galería de Las Misiones, en José Ignacio, y Galería del Paseo, con sede en Manantiales, con exposiciones de artistas contemporáneos como Pablo Siquier. De las Misiones cobró especial notoriedad este verano porque armó una exposición con Pal Sarkozy, el padre del presidente francés Nicolás Sarkozy, que generó gran revuelo mediático.

El fenómeno de la compraventa de arte se explica, en parte, por el crecimiento de la construcción en Punta del Este. Según estimaciones oficiales, solo en el 2011 se levantaron en esta zona del Uruguay, 85 metros cuadrados por hora. Una cifra que se traduce en cientos de paredes de casas y edificios de lujo que deben ser decoradas. Gastón Deleau, desarrollador de eventos culturales y encargado de organizar Gallery Nights –uno de los grandes eventos del verano– en Punta del Este y Buenos Aires, analiza la situación: “El consumo de arte acá está directamente relacionado con la construcción. Los nuevos propietarios vienen a buscar un poco de color y diseño. Pero no todos se gastan una fortuna en cuadros. Suelen elegir artistas locales poco conocidos que venden sus cuadros entre 2.000 y 5.000 dólares y que para darle un poco de glamour al hogar alcanzan. Se elige, sobre todo, con fines decorativos”, explica.

La mayoría de las obras permanecen en las casas esteñas para disfrutar durante el verano. El perfil del consumidor sin experiencia se inclina hacia artistas como Milo Locket, porque su nombre es conocido y su obra es económica. Y también buscan en los ateliers de pintores uruguayos que están fuera del circuito más profesional y que pueden ofrecer su trabajo desde 300 dólares.

Pero también existe un circuito de coleccionistas que buscan artistas reconocidos sin fijarse en precios. En una de las más tradicionales galerías del Este hay en exposición y a la venta un cuadro de Joaquín Torres García, el consagrado pintor uruguayo que falleció en 1949 y que es considerado el principal artista uruguayo del siglo XX. La obra cuesta 1.000.000 de dólares y aunque muchos se han interesado en comprarla, aun sigue en exposición. También abundan los Gurvich y los Figari cuyas obras cuestan entre 100.000 y 300.000 dólares, pero no son los más vendidos. Los grandes nombres esperan, como en cualquier lugar del mundo, al comprador que sepa y pueda apreciarlos.

Actitud

Las vernissages acompañadas de varias copas de champagne son una buena ocasión para encontrarse con amigos y pasar un rato agradable. El auge de las galerías le cambió los hábitos a una ciudad caracterizada por el fortalecimiento de los lazos sociales. ¿Un poco de esnobismo? También. Eso es algo que nunca falta en las exclusivas arenas esteñas.

Uno de los mayores impulsos para esta actividad lo dio el ciclo Gallery Nights. Durante enero, se organiza todos los viernes una recorrida a través de 30 espacios de arte desde La Barra hasta Punta Piedras. Se ponen varias combis a disposición de los visitantes para que puedan recorrer todos los lugares y comprar a gusto. Es el noveno año que se organiza el evento y este verano ya participaron 3.000 personas.

Pero Gallery Nights no es la única opción para los amantes del arte. La galería Grillo Arte, ubicada en la Punta, este año presentó una colección de la artista Josefina Robirosa y Vicky Aguirre, una muestra de fotografías en Las Carcavas. Milo Locket también expuso en el Este y el artista Eduardo Pla armó una retrospectiva de su obra en el parador de playa HSBC, en José Ignacio.

El artista brasilero Artur Lescher expuso su obra durante la primera semana de enero para captar al público de su país. La clase alta de Brasil que suele veranear en Uruguay es un actor importante en el consumo de arte esteño. Lescher mostró varias de sus esculturas que cuestan entre 10.000 y 30.000 dólares y fue un éxito de ventas entre sus compatriotas.

Para posicionarse, muchas galerías de Buenos Aires se mudan en el verano a Punta del Este. Uno de los casos es el de Holz, un espacio que apuesta sobre todo a los nuevos talentos y que se instala de diciembre a abril en la zona de José Ignacio. El arquitecto y coleccionista Javier Iturroz, habitué del Este, da su explicación: “Una filial de verano en Punta sirve como publicidad y para generar contactos que luego se mantienen durante todo el año”. Esos contactos no son solo compradores sino marcas, auspiciantes e inversionistas que ayudan a generar más exposiciones. Iturrioz, que conoce bien el negocio, considera que al verdadero comprador de arte no le importan el lugar ni las modas: “Los que adquieren buenas obras no se fijan si están en Punta del Este o en Buenos Aires. Compran en cualquier lugar del mundo”.

por Nicolás Diana

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