Thursday 28 de March, 2024

PERSONAJES | 17-02-2012 13:01

“Yo siempre elijo el camino más largo”

La modelo conduce un programa de entrevistas por C5N. Mitos del oficio, las explosiones de Río Tercero y los ataques de pánico.

Llega a la cita con el pelo húmedo, la piel bronceada, un short de jean y una camisola. Afuera llueve y mientras mastica una medialuna en el café del hotel Ramada Buenos Aires, la cordobesa Magalí Montoro asegura que en sus comienzos pasó días sin comer (no por cuidar la línea, sino por no tener plata) y que el lado oscuro del glamour es el estrés que produce la constante mirada (impiadosa) de los otros. Recién ahora, después de 13 años de carrera, siente que está en su mejor momento y hasta conduce un programa en C5N.

Noticias: ¿Cómo logró un programa de entrevistas?

Montoro: Se dio de un día para el otro. El año pasado me llamó Leandro (Rud, su agente) diciéndome que Victoria Vanucci se había ido de la agencia y que el programa que ella hacía quedaba sin conductora, si quería hacerlo. Le dije que obvio.

En la pasarela debutó a los 4 años, acompañando a su mamá, que por entonces desfilaba en su ciudad natal, Río Tercero. Le encantó pero salió al ruedo toda dura, con gesto de enojada y la cabeza gacha. “Mi mamá daba cursos de modelaje. Le hubiera gustado trabajar de modelo en Buenos Aires, pero se puso de novia, me tuvo a mí… se quedó con esas ganas e hizo desfiles allá. Por eso, como conocía mi ilusión, insistía para que me viniera porque sabía que en algún momento lo iba a lograr. Todos queremos progresar”, dice.

Noticias: ¿Qué es progresar para usted?

Montoro: Esto de ser un poco más conocida para tener más trabajo, para poder llegar a comprarme mi casa, mi auto, para poder tener comodidad… yo hace 13 años que trabajo y no tengo ni casa ni auto.

Noticias: ¿Alquila?

Montoro: Alquilo, viajo en subte, en tren… Yo siempre elijo el camino más largo. Cuando mi mamá me dice “ves, ésta en poco tiempo logró tal cosa…”, le digo que este medio es muy competitivo. Si yo hubiera querido llegar más rápido, sabía con quién me tenía que acostar, qué tenía que contar, pero nunca me interesó, hice mi trabajo desde abajo. De hecho, no me considero un personaje conocido… tengo 10.000 seguidores en Twitter pero no me considero popular. Una de las cosas por las que nunca me fui a trabajar afuera fue porque quería ser conocida en mi país.

Noticias: ¿Se arrepiente de la decisión?

Montoro: Un poco sí, porque creo que me hubiera ido muy bien trabajando afuera y no sé si hubiera llegado a ser top a nivel de las top de afuera, pero…

Noticias: ¿Tendría una casa?

Montoro: ¡Seguramente tendría una casa y un auto y no estaría acá, alquilando y andando en subte! Pero es lo que me tocó (se ríe). Soy feliz con lo que tengo, lo logré con mucho sacrificio y a mucha honra, y eso me hace estar muy orgullosa de mí.

Noticias: Está de novia, ¿cuánto lleva de relación?

Montoro: Un año y medio.

Noticias: ¿Quién es? ¿Qué hace?

Montoro: No, no quiero hablar de eso, no le gusta, es cero mediático.

Noticias: Pero al menos díganos el nombre.

Montoro: No, no, que sigan sin conocerlo. Este ambiente es tremendo, es muy competitivo… cuanto menos mostrás a tu novio mejor es, porque nunca falta la zorra que te lo quiere sacar.

Noticias: Mejor guardadito.

Montoro: Sí, así sigue siendo mío.

Uno de los siete tatuajes que tiene en su cuerpo dice en árabe: “Todo está escrito”. Para ella esa frase es una especie de lente por el cual mirar la vida. Cree en el destino, pero no termina de entregársele confiada. Sus ojos color almendra arrastran un insistente miedo a la muerte, alimentado por algunos episodios traumáticos que le tocaron. La primera ola de pensamientos y sensaciones fatalistas la revolcó cuando a los diez años pasó de ser hija y nieta única a hermana mayor con trono compartido. Para los adultos que la rodeaban, simplemente tenía celos de su hermanito, pero por entonces Magalí estaba convencida de que en cualquier momento ella y sus padres morirían. A la distancia, cree que esos fueron sus primeros ataques de pánico y recuerda la desesperación que le daba la noche, y la convicción de que si cerraba los ojos, ya no los abriría. Tanta angustia le generaba, que le pedía a su madre que cada vez que le diera la teta al bebé, la despertara. Así sabría que seguía viva y que sus papás también continuaban respirando.

La terapia la ayudó a repuntar. Pero tres años después, una mañana que engañaba con ser igual a todas, mientras jugaba con sus amigas en las galerías del colegio primario, de repente todo tembló. No sabía si era una bomba, un terremoto, si era la fábrica… vio el humo y sospechó que sí, que sería la fábrica militar de Río Tercero, a sólo cuatro cuadras de allí, lo que estaba desatando esa seguidilla de estruendos que hacían que las paredes se abrieran. Recuerda cómo las maestras salían de la sala de profesores ensangrentadas y en shock; que lo que primero pensó fue que su mamá (que solía ir a la fábrica por cuestiones laborales) podía estar en medio de la explosión; que corrió desesperada las cuatro cuadras que separaban la escuela de su casa y que cuando llegó encontró a su familia esperándola en la puerta. Entonces subieron al rastrojero del abuelo y fueron levantando gente en éxodo de una ciudad que a, esa altura, era un territorio minado.

“Mi carpeta quedó arriba del pupitre toda cortada por los vidrios, la tengo guardada de recuerdo porque no lo podía creer… mi silla estaba llena de hierros retorcidos. Es increíble, pero justo ese día, por error, tocaron el timbre del recreo cinco minutos antes… Si hubiéramos estado en el aula, no lo contábamos”. Durante más de una semana la familia se refugió en un campo aledaño. Después regresaron al hogar, pero a los pocos días hubo una segunda explosión y ella tuvo que volver a terapia. Durante meses, sólo toleraba estar en su casa si era de día y con la condición de que las ventanas estuvieran abiertas. Para dormir, iba a lo de su madrina, bastante más alejado de la fábrica.

Noticias: ¿Los ataques de pánico se repitieron de grande?

Montoro: Sí, me agarró hace cosa de un año, tuve que ir en avión y no me podía subir…

Noticias: ¿Qué sentía?

Montoro: Desesperación… estaba como agarrada de la puerta y decía “no puedo, no puedo, no puedo”. Subí llorando, desesperada. Después de eso, empecé con psiquiatra y psicóloga. Un tiempo atrás había tenido un vuelo muy pero muy feo, viniendo de Punta del Este. Era todo turbulencia, yo miraba por la ventana y veía todo negro. Hasta que le pregunté al que tenía al lado si sabía cuanto faltaba y cuando el chico me dijo que ya estábamos llegando, me largué a llorar con tal desesperación que él no sabía que hacer. La azafata empezó a decir por el altoparlante que estábamos atravesando una tormenta, que estaba todo bien, pero pidió si algún pasajero podía controlar “a la chica de la fila cinco”… ¡Me empezaron a caer chocolates, agua, todos me miraban,  terminó sacándome una sonrisa!

Noticias: Se le ponen los ojos vidriosos al recordarlo

Montoro: Sí, estoy medicada para los ataques de pánico.

Noticias: ¿Por qué cree que le sucedió eso?

Montoro: Para mí es estrés, la vorágine en la que vivimos todos…

Noticias: ¿La presión de tener que seguir creciendo como si nada alcanzara?

Montoro: Claro, esa es la cosa. Encima en este país donde nada alcanza, todo sube, querés trabajar más para generar más plata, para llegar a fin de mes.

Noticias: ¿No es cierto que las modelos ganan mucha plata sólo por hacer acto de presencia?

Montoro: No, la modelo que gana bien es la mediática o una Pampita, Dolores, Nicole… Las que quedamos en el medio o las que recién empiezan no ganamos mucho. Ganás si realmente llegás.

Noticias: La fantasía popular es que lo pasan bárbaro, se visten de canje y no hacen demasiado.

Montoro: Para que te vistan de canje o te inviten a un evento, tenés que ser medianamente conocida. No es que no hacemos nada, estás con un estrés tremendo porque vivís con la mirada del otro… es un ambiente duro… Nadie cuenta esa realidad, el esfuerzo que le costó a la gran mayoría. Son pocas las que lo tienen todo fácil.

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por Valeria García Testa

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