Thursday 28 de March, 2024

POLíTICA | 16-03-2012 11:54

El escudo presidencial

El soporte político y psicológico de Cristina. Cómo llenar el vacío que dejó Kirchner. La relación con Máximo.

Se convirtió en la única y excluyente Gran Comunicadora. Por encima y por fuera de los medios. El contacto se hace “face to face”, cara a cara con los votantes, los consumidores y los “laburantes”. La gestión es el relato y la estrategia, el secretismo. A la par de ella, nadie. Detrás, un entorno difuso, en tinieblas, que siente pánico a las preguntas de los periodistas. Para hablar de política, hacer diagnósticos y debatir decisiones, solo dos figuras se recortan claramente por sobre el culto a Néstor Kirchner: Máximo Kirchner, el sucesor, y Carlos Zannini, el sustituto. La influencia y el interés familiar estarán a salvo. La lealtad y el continuismo político también. Cristina Fernández los necesita y confía. No hay nadie que fundamente mejor su re-re a la eternidad mejor que el secretario Legal y Técnico.

Solo faltaría que el ministro consultado para esta nota –y que describe ese modo de gobernar– se animara a dibujar los círculos concéntricos del poder fragmentado que, según él, ostenta hoy el cristinismo como base de sustentación. La “pingüinera”, el “neo-camporismo”, el “pejota”, el “morenismo”, los “nuevos ricos” (por Amado Boudou, Diego Bossio, Mariano Recalde, etc.) y los “populistas” (los intelectuales no peronistas). “Por ahora, suman”, cree. “Se está dando una paradoja: poder concentrado y gestión dispersa. Con una falta, la de Kirchner, el único capaz de construir políticas y mirar más allá de la coyuntura”, observa el funcionario que trata a la Presidenta apenas media hora semanal.

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por José Antonio Díaz

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