Desde la rígida Margaret Thatcher, mucho cambió el estilo de las mujeres poderosas, ya sea en funciones de gobierno como al frente de empresas o fortunas familiares. Las ricas e influyentes de hoy tienen menos culpa y mucho más estilo. No temen mostrar su costado femenino pero tampoco su autoridad, un atributo que siempre estuvo ligado a la masculinidad.
En esta nota, una galería de superpoderosas del mundo y las estrategias que usaron para sostenerse en sus lugares de preeminencia.
Muchas de las que se sentaron en sillones antes vedados, se hicieron respetar guardando en el cajón su sensibilidad y todo lo que pudiera ser leído como “vulnerabilidad”. Anna Wintour, por ejemplo, directora de Vogue desde hace 24 años y toda una institución en el mundo de la moda, se ha ganado la fama de “la mujer nuclear”: la describen fría, déspota, excesivamente demandante. Su alto perfil inspiró a varios personajes cinematográficos, desde la Edna Moda de “Los increíbles” hasta la misma Miranda Priestly de “El diablo viste a la moda”, libro escrito por una ex asistente.
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por Valeria García Testa
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