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LIBROS | 04-05-2012 13:48

El proveedor serial

A mitad del siglo XIX Charles Dickens encarnó como pocos el concepto de escritor productivo y exitoso, de genio. Consiguió ser un clásico, reeditado sin cesar, admirado por escritores tan diversos como Kafka o Chesterton. De allí que el doble centenario de su nacimiento se haya convertido en el acontecimiento literario de este año.

Con un padre irresponsable y una madre severa en exceso (que lo obligó a seguir trabajando agotadoramente en una fábrica cuando niño, con su padre ya liberado de la cárcel por deudas), sentía una admiración absoluta por el teatro, pero terminó por dedicarse al periodismo y la literatura. Con el tiempo creó el concepto mismo de serie: sus novelas largas aparecían en fascículos consumidos vorazmente.

Su propia vida es un paradigma de las contradicciones de la época victoriana: parecía seguir ciclos repetidos de agotamiento y energía feroz. Su primer biógrafo, después de su muerte, fue su amigo John Forster. Hubo varias vidas más de Dickens. Entre ellas se destaca esta que ahora se difunde en castellano. Con más de 700 páginas es, sin embargo, la reducción de otra mucho más extensa. El cambio favoreció al libro, que en versión original incluía interludios narrativos o fantásticos, y una larga descripción de personajes dickensianos.

Y constituye una lectura fascinante, que mezcla los datos de su vida con el trasfondo de un Londres que supo recorrer a pie en largas caminatas, con especial cuidado en registrar las zonas pobres y oscuras de una ciudad que en mucho menos de un siglo pasó de un millón a cuatro de habitantes. Experto narrador y biógrafo, Ackroyd despliega un estilo múltiple, que incluye la especulación sólida o la opinión. A pesar de su éxito, Dickens conservó siempre el temor a recaer en la pobreza. Se veía acicateado por el modo en que dependían de él sus padres y una gran familia que llegó a los diez hijos. Al fin se alejó de su esposa Catherine y estableció relaciones encubiertas con la joven actriz Ellen Ternan, siempre acompañada por su madre. En ese tema, Ackroyd deduce incluso que tal vez no consumaron su amor, representando ella para Dickens un ideal de pureza. Cálida y compleja, la vida de Dickens escrita por Ackroyd da acceso no solo a los recovecos de su vida, sino también a todo un mundo hoy desaparecido.

por Elvio E. Gandolfo

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