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DEPORTES | 13-07-2012 14:23

Fenómeno Federer: Esa manía de ser número uno

Frío y cerebral, se consagró en Wimbledon por séptima vez. Qué hay detrás de su genio.

El suizo Roger Federer se consagró ganador de Wimbledon por séptima vez el último domingo y así, además de engordar el número de los Grand Slam ganados (17), igualó la marca de William Renshaw y Pete Sampras (singlistas que más veces ganaron el torneo de Londres), y alcanzó al mismo Sampras como tenista con más semanas como número uno (286). Pero Federer no siempre fue el yerno ideal; regalaba partidos, abandonaba entrenamientos y rompía raquetas. Para llegar a ser uno de los mejores tenistas de la historia, el suizo tuvo que aprender a controlar su temperamento y, según él mismo confesó, su “fuerza mental” es lo más importante que tiene su juego.

En el año 2001, un joven Federer cayó derrotado en primera ronda del Master Series de Hamburgo en manos del argentino Franco Squillari. Cuando perdió el último punto comenzó a golpear su raqueta. Él mismo contaría, tiempo después: “Erré la volea, de hecho la pelota quedó entre la raqueta y el suelo. Miré la bola y pensé: '¿Qué es lo que estoy haciendo?'. Y estrellé la raqueta”. Saludó al argentino, retornó a su silla y allí descargó otra vez su rabia contra su instrumento de trabajo. Nunca lo había hecho con el partido terminado. “Después recapacité: 'Desde ahora, no voy a decir una palabra nunca más'. Traté de portarme mejor y así llegué a cuartos de final en Roland Garros y Wimbledon, donde le gané a Sampras. Me demostró que definitivamente funcionaba”.

Duelo de campeones. Llegó a ser el número uno indiscutido, hasta que apareció Rafael Nadal. En el año 2009 Nadal venció a Federer y le arrebató el primer lugar del ranking mundial. Federer había disputado 14 de las últimas 15 finales de Grand Slam, pero había sido derrotado por el español en tres de las últimas cuatro. Fue un traspaso de poderes, el ocaso de un ídolo para muchos. El suizo no aguantó. “Quizás lo intente luego, esto me está matando”, confesó entre lagrimas apenas terminó el encuentro. El mundo del tenis vio como uno de sus prodigios finalmente se quebraba y entendió en esa frase el comienzo del fin en la carrera del suizo. Se rumoreó su retirada. Pero esa declaración no escondía dobles sentidos, Federer solo necesitaba descansar un poco para “intentarlo luego”.

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por Lionel Marcus

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