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PERSONAJES | 27-07-2012 16:17

Irina Zyrianova: “¡Traemos Piernas de oro!”

Ayer etoile del ballet ruso y hoy empresaria, presenta en el Coliseo 40 de los mejores bailarines del Boshoi y el Gran Moscow Ballet.

Ex primera bailarina del St Petersburg Ballet de Boris Eifman y del Teatro Mikhailovsky, reconocida como Artista de Honor por el ex presidente ruso Boris Yeltsin por su contribución en la promoción del ballet de su país, Irina es hoy una empresaria de la danza. Su próxima producción, “Estrellas del Ballet Ruso, 40 bailarines en Gala”, con cinco funciones en el Teatro Coliseo desde este sábado 28, promete ser un espectáculo  exitoso e inédito. Es la primera vez que la Argentina recibirá un elenco integrado por bailarines y solistas del Teatro Bolshoi y del Gran Moscow Ballet de N. Kasatkina y V. Vasilev; será un “dream team” para los amantes de la danza clásica, que desde comienzos del siglo XVIII tiene en Rusia una fuente de talentos inigualables.

Antes de vivir en nuestro país y de ser una embajadora de la danza, fue esa niña que bailaba en su patria y trabajaba para su país, hasta que las giras como bailarina profesional la llevaron por distintos escenarios del mundo. Radicada en Buenos Aires desde hace unos cuatro años, nos recibe en su pent-house del piso 24, en Recoleta. Allí hay objetos de viajes, muebles imperiales, pinturas y fotos que la retratan con su esposo –Johannes Roets, CEO del Standard Bank– y otras bailando en distintos teatros. Sobre un bar se destaca una foto con el ex presidente africano Nelson Mandela y en una vitrina hay docenas de estatuillas de porcelana con figuras de bailarinas en distintas poses.

Noticias: A los 9 años fue seleccionada para ingresar a la escuela rusa estatal de ballet. ¿Qué recuerda de aquel tiempo?

Irina Zyrianova: Fueron ocho años de estudio en esta escuela de San Petersburgo. Gracias a mis padres que me motivaron, pude pasar la audición de admisión. Desde ese momento, mi padre me dijo: “Vas a ser una bailarina profesional”. Tan convencida estuve, que jugaba con mis amigas diciéndoles: “soy una prima ballerina”. Papá reía y me frenaba: “Pare, pare, hija… usted primero necesita estudiar y después, aunque lo haga, no todas llegan a ser primeras bailarinas”. Pero estaba tan segura…  ¡Y me esforcé porque quería ser primera bailarina o nada!

Noticias: Todo muy sacrificado. ¿Qué ocurrió al terminar la escuela?

Irina: Me recibí “cum laude” a los 18. Al final de cada año hay un examen riguroso y no todas las chicas resisten. Se sufre mucha presión y pocas la toleran. Hay problemas de salud, psicológicamente somos nenas y luego adolescentes. Al egresar tenés que bailar 20 años para el ballet estatal en teatros del Estado.

Noticias: ¿Cuántas niñas entraron a la escuela y cuántas egresaron?

Irina: Entramos 24 y terminamos 12; claudicó el 50%.

Noticias: ¿Después asistió a la universidad?

Irina: Sí, al mismo tiempo que bailaba trabajando para el Estado –y recibía un salario–, empecé la universidad para hacer el profesorado de ballet y formarme en otras disciplinas que me dieran el know-how del espectáculo. Fueron cuatro años más. Bailaba y asistía a la universidad. Fui la primera mujer que terminó la carrera porque en general, la mayoría se dedicó al baile. Yo quería aprender a producir ballet.

Noticias: ¿Cuáles son los ballets más prestigiosos de Rusia en la actualidad?

Irina: Todos son excelentes. Pero el principal es el Bolshoi; desafortunadamente yo no bailé en su compañía.

Noticias: ¿Cómo se integra su familia?

Irina: Tengo una hermana, mamá vive conmigo aquí, es mi mejor amiga. Papá está en Rusia, es periodista y también escribe libros.

Noticias: ¿Actualmente las bailarinas rusas gozan del mismo prestigio que en tiempos de Maya Plisétskaya, por ejemplo?

Irina: Hoy en Rusia hay bailarinas y bailarines de un nivel excelente, todos muy jóvenes. Por eso mi interés en que los conozcan; son fantásticos. ¡Ya van a ver!

Noticias: Usted bailó en Sudáfrica para Nelson Mandela cuando integraba el St Petersburg Ballet, en 1993. ¿Qué impresión le causó?

Irina: Fue una experiencia increíble. Cuando dijeron que iba a verme bailar “Giselle”, en un teatro de Johanesburgo, se sentó en la primera fila. Es un hombre altísimo y claro, destacaba de los otros. Desde que salí a escena tuve la sensación de que solo estaba bailando para él, que el resto del público estaba como en un cono de sombras. Lo vi como único espectador. En el entreacto me fue a ver al camarín, ahí nos sacamos una foto. ¡Tan altísimo! No hablamos ni una palabra pero hubo una conexión admirable.

Noticias: ¿Sabía que Mandela es un apasionado por la música clásica de Georg Friedrich Händel o de Piotr Ilich Tchaikovsky, que acostumbra escucharlos todavía hoy, antes de irse a dormir?

Irina: Sí, claro. Sabía que amaba la música y el ballet clásicos. Pero, en general, es muy sensible a todas las artes.

Lea la entrevista completa en la edición impresa de la revista.

por Sissi Ciosescu

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