Friday 19 de April, 2024

EDITORIAL | 28-07-2012 00:14

Locos por Miami

Las vacaciones de invierno probaron que la devoción argentina por Miami sigue intacta. Anónimos con los dólares contados o famosos, en pausa exprés, tienen su propia movida.

A decir del escritor Mempo Giardinelli, se trata de “burgueses clasemedieros que aman Miami y a los shopping centers como al Dios Padre”. Un desprecio hecho suyo por cierto discurso intelectual que encontró en las playas norteamericanas el hábitat natural del antihéroe de sus diatribas, el medio pelo argentino bronceado y envuelto en marcas de alta gama, que tanto daño le viene haciendo a la patria.

El destino Miami con sus palmeras y compras ventajosas ha sido de consumo vergonzante –pero consumo al fín– para muchos nac & pop tentados por las circunstancias, desde que el “deme dos” ochentoso impuso el bagayerío como rutina en Ezeiza.

Estas vacaciones invernales probaron que la devoción argentina por Miami sigue intacta, en parte por su atractivo natural, en parte por lo conveniente de sus precios frente a la carrera inflacionaria nacional, y seducidos por tentadores planes de pagos con tarjeta en pesos y hasta 36 cuotas.

Si por las restricciones para girar dólares ya no pueden alimentar el boom inmobiliario de Florida –en el que hasta principios de este año participaban como líderes de la inversión extranjera (junto a brasileños y venezolanos)– los argentinos saturan una decena de aviones por semana con rumbo a Miami.

Para ellos, la peatonal Lincoln Road, Ocean Drive o la Collins son al invierno lo que Gorlero o José Ignacio al verano esteño. Anónimos con los dólares contados o famosos en pausa exprés tienen su propia movida que describe una amplia nota de esta edición.

La condena ideológica debería contemplar el hecho de que un plato de langosta comido en el elegante Carpaccio de Bal Harbour cueste lo mismo que una milanesa con papas fritas en Mar del Plata.

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