Thursday 28 de March, 2024

EDITORIAL | 06-08-2012 00:05

Es el relato, estúpido

Cristina se puso al frente de la "cadena nacional de la buena onda". Evita hablar del cepo cambiario, la inflación, la adormecida actividad comercial y lo reemplaza por “soberanía” y “desendeudamiento”.

En sus últimas cadenas nacionales, la Presidenta habló mucho de Economía. Pero no del paralizante cepo cambiario, ni de la inflación, ni de la adormecida actividad comercial. No: sus conceptos claves son “soberanía” y “desendeudamiento”. Y el hito histórico para apuntalarlos es la tan anunciada cancelación de la última cuota del Boden 2012.

Como suele pasar con el relato oficial, conviene ir más allá de las palabras para entender el verdadero significado de los números K. Aunque Cristina Fernández publicitó el gesto –recomendable, por cierto– de cumplir con el pago completo de los bonos como un enorme acto de justicia para las víctimas del “corralito”, en realidad, solo el 21% de los acreedores de esta última cuota del Boden 2012 son ahorristas argentinos. Buena parte de ellos revendieron sus bonos a precios muy por debajo de su valor nominal, casi “de remate”. Y fueron adquiridos por bancos y fondos extranjeros.

A pesar de la euforia oficial, no puede olvidarse que el Boden 2012 fue el bono preferido para fugar divisas del país: se fueron 80.000 millones de dólares desde que asumió Cristina Fernández en el 2007, a través del llamado “contado con liqui”.

Según los propios números oficiales –que el economista Miguel Kigel descifra en la sección Economía a pedido de NOTICIAS–, lejos de disminuir, la deuda pública sigue creciendo. Y, en lugar de pesificarse, cada vez aumenta más el endeudamiento en moneda extranjera. A pesar de esto, el Gobierno insiste en que hay “desendeudamiento”.

El argumento es que el Gobierno fue cancelando los vencimientos de la deuda tomando prestadas reservas del BCRA, fondos del Banco Nación, la ANSeS y otros instituciones. O sea, califica de “desendeudamiento” al reemplazo de deuda con acreedores privados y organismos internacionales por organismos públicos, como si a la ANSeS no hubiera que pagarle, en término y a tasas razonables. Pero esos detalles le ponen mala onda a la cadena nacional. Y el show, se sabe, debe seguir.

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