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DANZA | 31-08-2012 14:23

Campeones de dos orillas

En emotivas definiciones, las finales del Campeonato Mundial de Tango coronaron a una pareja argentina, en la categoría Salón y a una argentino-uruguaya, en Escenario.

Pocos días antes estaban bailando a la gorra en Florida y Lavalle. Sólo en sus más fervorosos arranques de optimismo Facundo Gómez Palavecino y Paola Sanz podían imaginar el golpe de suerte que recibirían el lunes pasado: tras competir con otras 351 parejas de todo el mundo se consagraron campeones mundiales de tango salón.

Claro que a la suerte hay que ayudarla. Ellos se encargaron de mostrar musicalidad, variantes y elegancia al bailar los tres tangos que el DJ Mario Orlando había programado para una de las tandas de la final. “No hicimos nada extraordinario, bailamos tal como lo hacemos todas las noches en la milonga”, declaró él, un cordobés de 26 años, tras la coronación. A su lado asentía ella, una chubutense de 29 que aportó la otra mitad de la exitosa fórmula.

De ahora en más, el panorama laboral será bien diferente para Facundo y Paola. Con los premios de 40.000 pesos y un contrato para actuar en París el año próximo ya en sus bolsillos, encaran un ciclo de prestigio asegurado que por lo general se traduce en notas periodísticas, clases, shows y exhibiciones por doquier.

La primera de las dos finales del X Campeonato Mundial de Tango, organizado por el gobierno porteño, completó su podio con otras dos parejas nacionales: la de Maximiliano Cristiani y Fátima Vitale (segundos, tras ganar en mayo el campeonato porteño) y la de Diego Ortega y Aldana Silveyra (terceros).

Los campeones de tango escenario fueron coronados la noche siguiente. Los dos de 25 años, el bonaerense Cristian Sosa y la uruguaya Noel Sciuto ya habían llegado a trabajar en un círculo tanguero más formal antes de ser campeones de su categoría, caracterizada por una espectacularidad en la que se admiten recursos teatrales y de otras danzas. Aun así, fueron de los más sobrios entre los 20 binomios finalistas. Con una técnica impecable, se concentraron la fluidez de una coreografía muy romántica, bien al piso y casi sin rupturas del abrazo, sobre una hermosa versión de “Mi gordo triste” por el Polaco Goyeneche. Curiosamente, hace solo tres meses que bailan juntos. Él ya había conseguido primeros puestos en el torneo porteño clasificatorio para el Mundial desde que empezó a bailar, hace nueve años. Ella, en cambio, hace solo dos que se dedica al tango, luego de haberse formado como bailarina clásica del otro lado del Río de la Plata. La estrategia de la pareja, meramente profesional, fue diseñada por Mario Morales, un coreógrafo y docente que ya acredita varios títulos mundiales como coach. A los premios mencionados se suma en esta categoría un contrato para actuar durante dos meses en Japón.

Sosa y Sciuto superaron por apenas tres centésimos a Alejandro Burger y Yésica Lozano Elías, representantes de Lanús que resultaron segundos. El tercer puesto quedó para los cordobeses Cristian Correa y Sabrina Amuchástegui.

Ambas noches, las finales se realizaron en un Luna Park colmado y la tarea de evaluar las performances corrió por cuenta de un jurado de expertos, compuesto –entre otros– por Juan Carlos Copes, Miguel Ángel Zotto, Cecilia Figaredo y Nélida Rodríguez.

Otro denominador común fue la calidad de los espectáculos artísticos ofrecidos durante la espera de los fallos. El lunes, un breve pero contundente set del legendario Sexteto Mayor, en solitario primero y como banda de sonido de un homenaje a Gloria y Eduardo Arquimbau, después. El martes, la etapa electrónica de Astor Piazzolla recreada por su nieto “Pipi” al frente de un numeroso grupo, como prólogo de otro tramo de fuerte emotividad: un homenaje a la venerable María Nieves.

por Carlos Bevilacqua

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