Es inútil buscar objetivos ocultos o motivaciones externas. No hay nada que interpretar. Todo está en lo que se escucha. O sea: un sonido perfecto y tres horas placenteras. Sebastián Basalo, conductor clásico, es desinhibido pero cuidadoso del lenguaje y, sin dejar de ser personal, sabe amalgamarse con el resto del equipo, que aporta música apropiada y una operación técnica que suma sonidos para cada tema.
El conductor, gracioso y entrador, deja que sus entrevistados se explayen y, si no lo hacen, los interroga respetuosamente sobre sus vidas privadas y los divierte. En la primera hora hay entrevistas a personas conocidas, de las cuales Basalo logra reflexiones y confesiones: Anabella Ascar (metafórica y barroca) dice que “los animales son los primeros descamisados del planeta”. Dyango, por su parte y luego de pasar el “chivo” del restaurante en el que está cenando, revela la pena oculta de Roberto Goyeneche: “El Polaco salía a cantar con varias narices” (alusión a un polvo blanco, claro).
Pero antes del reportaje de apertura se deja establecida, para la audiencia, la consigna que acompañará todo el programa (recuerdos de teléfonos antiguos, lugares que ya no están o tiendas de viejos). Y las respuestas evocarán la época en que conseguir una línea era imposible o demoraba 30 o 40 años. O señalarán ciertos comercios (con dirección y todo) que ofrecen “bombachas del tamaño de una funda de piano” y “uniformes de jubilado: piyama celeste, camiseta blanca de frisa y pantuflas.”
En la segunda y tercera hora se suceden las charlas con los oyentes que llaman para participar de los juegos y acertijos y ganar un premio. Estas conversaciones, que tienen el tono confesional de las que realizaba Beto Casella en Mitre (2004), aportan siempre personajes interesantes: choferes de colectivos que imitan a cantantes o inmigrantes recién llegados de países lejanos que apenas saben el idioma pero quieren la recompensa.
En cada momento está presente la chispa de Basalo que, por ejemplo, a una mujer embarazada que tiene “asco a todo”, le dice que “está como Fito Páez”. En estas entrevistas se lucen las divertidas ocurrencias sonoras del operador Jorge Díaz, que sigue o se adelanta al bastonero. Para todo, además, la 10 cuenta con una gran tecnología: con diez híbridos telefónicos, puede dialogar con diez entrevistados diferentes al mismo tiempo.
Pero es una lástima que, a veces, lo que falle sea el hombre: se emitió una nota con Cacho Fontana, cuando el histórico locutor estaba de pésimo humor y, otra, en la que el celular del entrevistado era una calamidad.
El equipo se completa con Rodrigo Blanco (edición), Mauro Gago y Fernando Paolucci (producción). “Ahora sí” es, en resumen, un programa al estilo “mundo feliz”: todos están entretenidos y nadie quiere pensar mucho.
por Luis Frontera
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