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ECONOMíA | 10-10-2012 16:13

Por qué no cierran las cuentas del Banco Central

Las cuentas del Gobierno a un año de las legislativas de 2013. Pura discrecionalidad.

Los datos inducen a imaginar un vaciamiento. Carlos Melconian advierte con otras palabras: “Lo están quebrando”. Habla del Banco Central. Cuando asumió Cristina Fernández en el 2007, el BCRA tenía acumuladas reservas por 45.566 millones de dólares. Después de apoderarse del Banco -que pasó a ser una Caja del Gobierno de “libre disponibilidad”- no solo tiene menos reservas (hoy fluctúan en torno a los 45.000 millones de dólares) sino que no las puede recuperar, pese a convalidar el cepo al dólar, el bloqueo de productos importados, frenar el giro de dividendos de las empresas y controlar los gastos de los argentinos que viajan al exterior. Solo para que el Gobierno monopolizara el tráfico de divisas.

La consigna que corearon hace un año Mercedes Marcó del Pont, Guillermo Moreno y Ricardo Echegaray –aprovechando la falta de una conducción económica única y solvente- fue: “El dólar para el Estado; el peso para el consumo”. La frase simbolizaba una de las tilinguerías empleadas para justificar las medidas restrictivas instauradas a partir de octubre del 2011. Sin embargo no se cumple para todos. Hoy se conoció que el Gobierno del Chaco tuvo que pesificar sus deuda en dólares. ¿El motivo? el Banco Central no tiene billetes del país del norte para venderle.

A tono con el populismo que destilan los burócratas en boga. Fue la lápida del “modelo” asentado en el dólar alto, los superávits gemelos y el alto consumo. Néstor Kirchner, en cuatro años de mandato, cuadriplicó las reservas del Central. A Cristina, en otros cuatro, le ingresaron, como nunca, 110.000 millones de dólares, permitió la fuga de 80.000 millones, clavó las reservas en 45.000 millones y enajenó más del 50% de sus activos en aportes al Tesoro Nacional para encubrir el rojo fiscal.

En algún momento, los funcionarios deberían rendir cuentas de sus manejos discrecionales. Un estudio de la consultora Economía & Regiones registra que entre 2003 y 2011 el sector público nacional recaudó 220.346 millones de pesos y gastó por encima de sus propias proyecciones presupuestarias -y sin control parlamentario- 254.871 millones de pesos, el equivalente a 54.000 millones de dólares. O se podrían enumerar otras equivalencias: nueve años de asignaciones familiares, ocho años de retenciones a la soja, cuatro años de obra pública y tres años y medio de subsidios al transporte, la energía y a las empresas estatales.

Transferencias al Tesoro. El 2013 es un año electoral y las arcas del Banco Central van a estar sometidas a un fuerte drenaje de recursos: tendrá que girar al Gobierno $ 60.000 millones en concepto de “adelantos transitorios”, otros $ 20.000 millones por “utilidades” y deberá comprar con pesos los 10.000 millones de dólares que ingresarán los exportadores por la prevista cosecha récord. A fin de este año, el Central ya habrá emitido unos $ 100.000 millones. Para el año que viene, se calcula otro tanto. En realidad, el proyecto de Presupuesto 2013 es mentiroso: estima que la emisión solo crecerá al 26% cuando, en realidad, lo hará a más del 40% y la inflación no será del 10,8% sino del 25%. De vuelta las comparaciones: en abril del 2009, el activo del Banco Central estaba formado en un 60% por reservas internacionales; hoy representan apenas el 40% (el 51% lo representa la participación de la financiación al Tesoro Nacional). Hasta fines del año pasado, el gobierno de Cristina usó casi 35.000 millones del stock de reservas. El Central recibió a cambio “letras intransferibles”. Papeles.

Según Economía, el año que viene habrá un superávit fiscal financiero de 587 millones de pesos, pero reconoce que el 2012 cerrará con un déficit financiero de 35.368 millones de pesos. Y eso que contará con una ayuda del Banco Central, la ANSES y otros organismos públicos por 28.000 millones. El déficit real superará, por lo menos, los 62.000 millones de pesos. Algunos lo estiman en 80.000 millones, sin contar los desequilibrios de las cuentas provinciales que trepan a los 30.000 millones de pesos.

Este rol de financista de los desmanejos del Gobierno ha convertido al Central en un rehén: cuando todo el mundo podía acceder al dólar, acumulaba reservas; ahora, con cepo -y el mercado cambiario a su disposición-, no puede. A Marcó del Pont no le preocupa: según la última modificación de la Carta Orgánica del Banco Central, la entidad no está obligada a tener un mínimo de reservas que respalden el circulante. Desde el 2010, el Gobierno decidió avanzar contra viento y marea: la emisión de dinero no se autolimita, se utilizan las reservas –a discreción- para pagar deuda y se cubren vencimientos privados con fondos propios. Así se llegó al punto actual: los dólares del Central apenas si cubren el 35% de los pesos en circulación.

Por supuesto, desde que se estableció el cepo, los particulares retiraron de sus cuentas en dólares 6.700 millones de dólares (el 44% de los depósitos en los bancos) por temor a una pesificación abrupta o a una confiscación lenta. Marcó del Pont desestima el dato pese a que esa masa de divisas forman parte de las reservas. Sus reflexiones apuntan a otro lado: "A partir del crecimiento de la masa salarial, de la inversión pública, de las políticas de gastos y las políticas de inversión de distribución y transferencia de ingresos hacia sectores de ingresos bajos, se consolidó un mercado interno fundamental -polemiza con sus críticos-. La Argentina ha tenido políticas que no supusieron aceptar pasivamente los efectos de cola; si los hubiéramos aceptado, se hubiera dado un proceso de apreciación cambiaria, una enorme volatilidad en el mercado de cambios y la reprivatización de nuestra estructura productiva". La presidenta del Central hizo otra afirmación al menos discutible: "Desde el 2005 planteamos una política de intervención al mercado de cambios que supuso evitar la apreciación nominal de nuestra moneda". Lo cierto es que, según el propio Presupuesto, las reservas tampoco aumentarán el año que viene.

Destino de los fondos. El Gobierno decidió hacer un mayor uso de esas reservas, más allá incluso de las cancelaciones de deuda (Bonar VII, etc.) Es que prevé utilizar parte de esos fondos para financiar gastos de capital (corrientes) de unos 8.000 millones de dólares. Si fuera así, sería el tercer año consecutivo en el que caería el stock en manos del Banco Central. El año pasado se perdieron 5.800 millones de dólares y este año la caída rondará 2.000 millones de dólares más. Claro, en el 2013, se esperan ingresos adicionales de entre 5.000 y 6.000 millones por los altos precios internacionales de la soja y el aumento de la cosecha local. Sin embargo, hasta ahora, el país integra el grupo de países cuyos bancos centrales pierden reservas: Argentina (- 4%), Ecuador (-20%) y Venezuela (-21%).

Otra fortaleza del escenario económico que le espera al país, según la propia presidenta Cristina Fernández, será un superávit comercial de 13.325 millones. La consultora abeceb del economista Dante Sica, sin embargo, hace un cálculo basado en la economía real. Como la demanda de dólares del sector privado ascenderá a unos 12.200 millones de dólares -US$ 6.000 millones de utilidades y USS de giros al exterior, el saldo comercial apenas si alcanzará. Es decir, al Gobierno no le interesa acumular reservas. Al contrario, utilizará 8.000 millones de dólares del llamado Fondo de Desendeudamiento Argentino, FDA. Más allá de las bibliotecas que se arrojan entre sí los economistas de una u otra escuela, lo cierto es que la relación entre reservas y base monetaria sirve a la estabilidad macroeconómica que revindica el actual Central. El respaldo de apenas el 35% de los pasivos monetarios se contrapone al 70% que cubría en el 2009. Esa relación se situaba, a fines del año pasado, en un nivel del 46%

Hernan Lacunza, ex funcionario del Central durante la gestión de Martín Redrado y actual director de la consultora Empiria, se concentra no tanto en los números sino en la tendencia al deterioro: "Los encajes en dólares forman parte de las reservas, pero en realidad están representando un pasivo en dólares, o sea que el BCRA tendría que responder en caso de un retiro”. Su mirada es que el deterioro de la autoridad monetaria "se dio en períodos de abundancia". Pese a que creció la recaudación fiscal, el Gobierno necesitó expandir constantemente el financiamiento al Tesoro". No alcanzó con los recursos genuinos para sostener el nivel de gasto.

por José Antonio Díaz

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