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RESTAURANTES | 23-11-2012 13:19

Un deli que crece

Hace tres años, el publicista Damián Kepel se encontró con su compañero de la primaria, Diego Solotar, y juntos decidieron cumplir el sueño de abrir un restaurante. Proyectos similares muchas veces llevan al fracaso, sobre todo cuando los emprendedores en cuestión no vienen del rubro gastronómico, pero siempre hay excepciones. “La Esperanza” es una de ellas. Este viejo almacén del Bajo Belgrano, ubicado en una típica esquina en ochava, se ganó desde su apertura una clientela fiel gracias a la calidez de su espacio, con muebles y objetos retro, y a la honestidad de su cocina, natural y casera.

Tal fue el éxito en estos tres años que “La Esperanza” creció. Recientemente agrandaron el salón y la cocina al doble de su espacio; sumaron platos calientes y tapas al menú; y habilitaron una terraza tan agradable, que los inspiró a ampliar su tradicional horario de desayuno y almuerzo. Ahora jueves, viernes y sábados “La Esperanza” abre a la noche, con distintas opciones de tragos y picadas para ponerse a tono con el veranito porteño.

Los protagonistas de la carta de “La Esperanza” son las ensaladas, los sandwiches y las tapas, en porciones generosas y con ingredientes siempre frescos.

Entre las ensaladas se destacan la de vegetales asados, con calabaza, zucchini, champignones, berenjena, tomate disecado, arroz yamaní y cebolla caramelizada y la de espinaca, lechuga, queso azul, nuez, manzana caramelizada y tomate cherry. Entre los sandwiches, los más originales son los de inspiración judío-neoyorkina, como el de salmón ahumado, palta, queso crema y cilantro en bagel; el de leberwust y pepino en pan negro; y el de pastrón, tan casero que lo hace en su casa la madre de Diego, Ruth. Para las noches en la terraza, la mejor opción son las tapas (guacamole, hummus, tortilla de papas, torrejas de alcega, entre otras) y las tablas de quesos y fiambres. Además, con la ampliación de la cocina, llegaron los platos calientes: risotto de hongos; tagliatelles con tomates secos, aceitunas negras, alcaparras y albahaca; pinchos de pollo con chutney; además de opciones para carnívoros, como las hamburguesas y las milanesas. De postre, no se pierda la inolvidable mousse de dulce de leche.

Este es uno de esos lugares donde uno se siente como en casa. La pastelería también es casera, así que a cualquier hora del día puede pasar a tomarse un cafecito, un Nesquik o una limonada con chocotorta, scons (sabrosos los de queso parmesano) o crumble de manzanas. Los desayunos son otra buena opción: en versión light, con yogurt con granola y frutos rojos; o en versión calórica, con huevos revueltos con salmón y bagel con queso crema.

Buena cocina casera y natural; un ambiente relajado y “cool”; una terraza súper agradable... Lo único que le falta a “La esperanza”, como a muchos restaurantes de Buenos Aires, es mejorar el servicio. Prometen sumar personal. Es lo único que falta para que la experiencia sea realmente placentera.

por Fernando Vidal Buzzi

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