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SOCIEDAD | 25-01-2013 13:13

José Luis, el último reportero gráfico

A 16 años del crimen de Cabezas, un compañero recuerda su talento y pasión inigualables. Los nuevos desafíos de la profesión.

Así como lo guardo con celo en mi memoria, con su Nikon colgando del hombro y el paquete de Marlboro en la mano, así –día a día– su paradigma como reportero gráfico se va alejando de esta realidad digital. Nikon ya no es el referente global en el campo de las imágenes: Canon ocupó su lugar, sobre todo desde la aparición de las cámaras híbridas que fotografían y graban video en HD. Ni hablar de Marlboro, que ya no es sinónimo de aventura para nadie, salvo para los que disfrutan de quirófanos y quimios. Y no es solo una cuestión de marcas, el oficio mismo de José Luis –nuestro oficio– está mutando de tal manera que bien me hace pensar que él fue nuestro último gran reportero gráfico. De hecho, es muy posible que esta nota sea leída por más lectores en una pantalla que en su clásico soporte papel de revista. Lo gráfico va cediendo lugar como soporte y el reportero gráfico va acompañando esa retirada. Qué feliz imagino a José Luis jugueteando con la posibilidad de hacer video con la misma cámara de fotos, o –más aun– con el celular, y editando pequeñas historias de la calle. Para los espíritus inquietos como él, estas herramientas digitales son un regalo del cielo. Las herramientas –que hacen los oficios, “los fierros” del reportero gráfico, como diría nuestra Presidenta–, son cambiadas por otras, potenciadas hacia el audiovisualismo digital.

Claro que José Luis nunca hizo una foto digital: fuimos compañeros de película. Luego de su cobarde y vil asesinato, el país vivió un quiebre político y todas las vidas de los que lo rodeábamos cambiaron para siempre. Así fue su crimen: un cisma. En lo personal, al tiempo yo dejé de desempeñarme como reportero gráfico en Noticias para pasar al área de edición fotográfica de la revista, donde empecé a vivir un fenómeno muy particular. Día tras día llamaban o venían a la redacción estudiantes y fotógrafos principiantes que soñaban con trabajar como reporteros, querían ser como José Luis. Quizá más mujeres que varones. Tantos eran, que ante la imposibilidad emocional de no recibirlos, me organicé un día, los viernes después del cierre, para ver y escuchar a esa especie de peregrinación profesional. En general, ninguno tenía ni sentía, y yo no alentaba, la posibilidad real de trabajar como reportero gráfico para la revista, pero ahí estaban, ofreciéndose. Testimoniando una vocación. Esa verdadera multitud de chicos y chicas que veían en el martirio de Cabezas un camino, un ejemplo de vocación, eran, a su vez, nativos digitales. Todo estaba cambiando.

Hoy, esta revista no se ve muy diferente de un ejemplar de hace 16 años, aunque se fotografíe, edite y diseñe digital, pero Newsweek Magazine en los Estados Unidos, un ícono global del periodismo gráfico, no se imprime más en papel desde octubre pasado. Siguiendo la tendencia, continúa su vida en la web. No podemos asociar ese personaje que tan bien encarnaba José Luis, y que ha adquirido cualidades de mito, con esta nueva

realidad digital. No podemos hacerlo desde el oficio y las herramientas, pero sí desde el espíritu y la vocación.

Nada molesta más a un reportero gráfico que ese murmullo que dice “hoy cualquiera saca una foto”. Y es cierto, hoy todos somos fotógrafos. Y de algún modo todos somos José Luis Cabezas. Todos tenemos nuestra cámara –nuestro ojo– lista para registrar la realidad que nos rodea. Pero ese espíritu escudriñador, esa vocación de contar historias reales e increíbles que era propia de aquel reportero gráfico de las grandes revistas, de las míticas agencias como Mágnum, hoy va mutando a otro perfil. Como dice Dirck Halstead, nace el periodista ornitorrinco, una nueva especie que, como el curioso animalito australiano, no cabía en ninguna de las categorías existentes para los naturalistas europeos del siglo XVIII. Halstead, un legendario fotógrafo norteamericano que entre otras cosas hizo 41 tapas de Time, dirige un workshop destinado a reconvertir reporteros gráficos en narradores audiovisuales para la web. El año pasado, al cierre del curso en el que tuve la suerte de participar junto a colegas americanos, chinos, europeos, con tono ceremonioso nos dijo: “Señores, a partir de ahora ustedes dejan de ser fotógrafos, no son más reporteros gráficos”. Yo sentí correr un frío por la espalda y el temor de estar traicionando a alguien, quizás a José Luis. Después entendí. No era una traición, era una apuesta, un desafío. Era salir de una zona de confort para entrar en un terreno desconocido y virgen. ¡Qué bueno sería tenerlo a José Luis de compañero en esta aventura!

(*) EX EDITOR de Fotografía de NOTICIAS y compañero de José Luis.

por Guillermo Cantón *

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