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SHOWBIZ | 25-01-2013 12:57

Pantallas inteligentes

Los televisores dan pelea a las computadoras con nuevos y sofisticados modelos. Nuevamente convertidos en símbolo de estatus.

Luego de ingresar al siglo XXI casi como aparatos obsoletos, amenazados por la omnipresencia de las computadoras, en los últimos años los televisores se convirtieron en una de las vedettes de los hogares, con modelos cada vez más sofisticados y un mayor acento en el diseño. La última edición de la Consumer Electronics Show 2013 (CES), la mayor feria de tecnología del mundo, dejó en claro que las grandes compañías apuestan a que los televisores vuelvan a convertirse en el centro de atención de las casas, con increíbles adelantos que estarán disponibles en el país antes de fin de año.

Si bien las empresas del sector se muestran reticentes a dar cifras concretas sobre el consumo argentino, en el 2012 la venta de televisores creció con respecto al año anterior y esa perspectiva podría mantenerse en los próximos doce meses, gracias a la renovación y el recambio de modelos que permiten las diferentes opciones de pantallas planas, incluyendo la tecnología LED, LCD, los Smart TV y el 3D.

“Los números fueron muy positivos, el mercado de televisores creció un 15%”, aseguró Ariel Bruzzone, director de marketing de Phillips para Argentina, Uruguay y Paraguay. Esto se da mientras la mayoría de las categorías de productos para el hogar cerraron con bajas en el volumen de ventas gracias a precios en aumento y a la falta de oferta en el surtido como consecuencia de las trabas a la importación. En el caso de los televisores, en cambio, las empresas lograron reconvertirse a tiempo y desarrollaron líneas de producción completas en Tierra del Fuego. “El mercado argentino es muy estable en cantidad de aparatos vendidos y gira alrededor de los tres millones de unidades anuales desde hace un par de años. Lo que cambia es la composición, ya que se dio un fuerte paso -casi vertiginoso- de los clásicos televisores de tubo a las pantallas planas. El volumen de facturación creció un 10% gracias a las ventas de las pantallas de mayor pulgada y tecnología”, explicó Luis Massuh, director comercial de Sony Argentina. En ese sentido, Alejandro Taszma, gerente Comercial de Frávega, aseguró que esperan un 2013 con mayores ventas y con el crecimiento de los LED y el Smart TV, justamente los equipos más costosos.

De este modo, el mercado logró superar el que solía ser el principal estímulo para cambiar de televisor, un mundial de fútbol, y sumó atractivos para mantener el interés del cliente. Hoy los argentinos renuevan con mayor asiduidad sus pantallas debido a un crecimiento de la oferta en el mercado. “Antes, pasar de un 21 pulgadas a uno de 29 significaba una verdadera revolución en una casa, porque los tamaños obligaban a cambiar todo de lugar. Hoy el espacio ya no es un factor crítico y tener una pantalla de 42 no es algo inalcanzable, incluso desde el precio y el pago en cuotas. Esto se terminó convirtiendo en un motor para el recambio y la actualización”, detalló Massuh.

Símbolo de estatus.   Este consumo en alza de televisores cada vez más sofisticados también señala, según los expertos, el establecimiento de estos aparatos como flamantes símbolos de estatus en los hogares. Contar con un aparato 3D o un Smart TV en el living parece ser una nueva manera de pertenecer a ciertos círculos.

“Durante mucho, tiempo la televisión fue una experiencia pasiva: pasó de blanco y negro a color; de menor a mayor resolución y de una cantidad corta de canales a una oferta abrumadora de señales… pero no cambió el rol del consumidor, que siguió estando sentado mirando la pantalla con el control remoto. Hoy el televidente es un jugador activo, que quiere tuitear los programas que está viendo, volver a ver una jugada de fútbol, controlar qué y cuándo lo ve…”, describió Massuh. Se trata de un usuario que es consumidor y productor de contenido, a la vez que tiene a su disposición el inmenso catálogo audiovisual que hoy encuentra en internet.

Más información en la edición impresa de la revista.

por Tomás Balmaceda

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