Thursday 28 de March, 2024

POLíTICA | 08-03-2013 12:29

La segunda soledad de Cristina

Intimidad del peor golpe que sufrió CFK desde que quedó viuda. La chance del liderazgo regional y la resignificación del luto. ¿Habrá un giro chavista?

Dos años, más o menos. Ese período de tiempo es el que convencionalmente los psicólogos consideran razonable para elaborar el duelo por la pérdida de un ser querido. Uno de los factores que podrían complicar ese proceso es –según los especialistas– la muerte de más personas allegadas. El efecto es comparable al estrés postraumático: un golpe que no cesa. La pérdida sin final. Pero no tiene que ser necesariamente así.

Hay chances de hacer de la necesidad virtud, y rescatar de la tragedia una oportunidad de crecer, madurar y aprender a ser uno mismo, con más autonomía que nunca. Ese dilema asedia hoy a la Presidenta. “Cristina está muy golpeada”, aseguran funcionarios y empresarios oficialistas consultados sobre el estado de ánimo con que la mandataria tomó la noticia de la muerte de Hugo Chávez. Señalan las pérdidas recientes en el entorno íntimo presidencial: en las últimas semanas, fallecieron la suegra y la consuegra de Cristina. Y el jefe de Gabinete Abal Medina subrayó lo obvio, cuando declaró que los funerales del líder bolivariano evocaban las ceremonias del último adiós a Néstor Kirchner. Es cierto que en poco más de dos años, Cristina tuvo que afrontar demasiados episodios traumáticos, si se incluyen la pérdida del primer embarazo que le iba a traer un nieto (de su hijo Máximo), y el sorpresivo diagnóstico –errado, por suerte– de un cáncer de tiroides.

Pero la inusual transparencia oficial sobre el humor presidencial, en medio de un clima angustiante apoyado por la cobertura permanente de la TV Pública de las exequias caraqueñas, hace pensar que en paralelo al dolor, se incuba en Cristina la evaluación de un nuevo escenario regional que puede abrir otro capítulo en su estrategia política.

En el Gobierno aseguran que Cristina tomó la decisión de viajar de urgencia a Caracas. Apenas se enteró de la noticia de la muerte de Chávez, lo llamó al secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y le ordenó. “Prepará el avión que nos vamos a Venezuela”. Parrilli fue el encargado de armar todos los detalles de la comitiva. En el Tango 01 viajaron Cristina y un grupo reducido. La acompañaban su hija Florencia y su hermana Giselle. También voló el Tango 02, con militantes K, funcionarios y dirigentes sociales. Fue la comitiva más abultada de todos los países asistentes, con más de cien personas. Por ejemplo, la brasileña Dilma Rousseff solo viajó con dos ministros y una comitiva de 15 personas.

Ya en el aeropuerto venezolano y luego en la capilla ardiente, Cristina se movió como en casa, acostumbrada como nadie a su alrededor al uniforme de luto que mantiene desde la muerte de su esposo. Elogió a Chávez como un “liberador de mentes”, llevando agua para su molino retórico al recordar que Néstor Kirchner también había osado romper tabúes geopolíticos y económicos heredados de la era “neoliberal”. Hablaba firme, con un discurso ideologizado y combativo, como una líder en campaña. Triste pero cómoda, de negro como siempre, la presidenta argentina llevó a Caracas su “know-how” para tiempos de viudez afectiva e institucional: ella sabe muy bien lo que es perder al jefe amado en plena turbulencia política, ella conoce la zozobra de ver morir al dueño del timón justo cuando viene la tormenta. Ella aprendió a llorar y comandar al mismo tiempo, sin respiro. Ella sabe cómo apoyarse en Él cuando Él ya no está, y cómo llenar con su propio cuerpo un lugar peligrosamente vacío. Justo lo que Venezuela y el populismo regional necesitan de modo urgente.

La vuelta anticipada de la Presidenta, que no se quedó en Caracas para las exequias, podría ser síntoma de un cálculo geopolítico, ya que la noticia del regreso de la comitiva argentina coincidió con el anuncio de que Mahmoud Ahmadinejad iría a honrar el féretro de su socio caribeño. Aunque el ministro de Defensa argentino, Arturo Puricelli, se apresuró a aclarar que el acortamiento de la visita de Cristina no era para evitar una foto incómoda con el presidente iraní, en medio del debate nacional por el acuerdo judicial por el atentado a la AMIA. Para no dudar de la desmentida oficial, se podría especular que Cristina decidió volver a su país cuando vio el improvisado y tal vez caótico alargamiento de los funerales bolivarianos.

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