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BLOGS | 24-03-2013 09:01

El camino a Damasco de Cristina

La elección de Bergoglio como Papa provocó un insospechado viraje en el gobierno kirchnerista. De acusarlo de entregar a curas durante la última dictadura militar pasaron a elogiar los valores de Francisco.

Saulo, que había nacido en la ciudad de Tarso, tuvo una parte destacada en el simulacro de juicio y posterior condena a Esteban, el primer mártir cristiano quien murió apedreado. Los testigos de esta terrible muerte pusieron la ropa de Esteban a los pies de Saulo, un joven que se hizo conocido por esos días por perseguir a los seguidores de Jesús. Saulo asolaba la incipiente Iglesia; entrando casa por casa, arrastraba a hombres y mujeres cristianos y los enviaba a la cárcel. Perseguía a quienes, en ese momento, tenían una creencia distinta a la de él.

Esta persecución hizo que muchos cristianos huyeran de Jerusalén. Una de las ciudades donde se refugiaron fue Damasco donde la nueva fe ganaba adeptos cada día. Esto enfureció a Saulo, que pidió autorización para ir a Damasco con el fin buscar cristianos, capturarlos y llevarlos presos a Jerusalén donde serían juzgados por pensar distinto y condenados a muerte.

Dice el relato bíblico que yendo Saulo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco repentinamente lo rodeó un resplandor de luz que venía del cielo. Cayó al suelo y oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo ¿por qué me persigues?”. El joven griego perseguidor de cristianos preguntó: “¿Quién eres?” y la voz respondió: “yo soy Jesús, a quien tú persigues”. Este hecho sobrenatural fue suficiente para que Saulo se convirtiera al cristianismo, cambiara su nombre y a partir de ese momento pasara a ser Pablo, el apóstol a los gentiles. Hizo varios viajes misioneros llevando el Evangelio a aquellos que no eran judíos. Pasó de perseguir y encarcelar cristianos a ser uno más de ellos.

Por estos días, tras la elección del cardenal Jorge Bergoglio como nuevo Papa, asistimos a una “conversión”, la de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Durante años Bergoglio fue considerado por el kirchnerismo casi como un enemigo. El ex presidente Néstor Kirchner lo llamó “jefe de la oposición”. Cristina recibió 14 pedidos de audiencia del entonces arzobispo de Buenos Aires y no respondió a ninguno. Si hasta hay versiones que indican que el embajador argentino en el Vaticano, Juan Pablo Cafiero habría urdido una operación entre los cardenales para frenar la elección de Bergoglio. El mismo día en que se elegía al papa argentino, la presidenta “dejó pasar” una silbatina de sus seguidores cuando se refirió a la elección de Francisco durante un acto en Tecnópólis.

Como en los comienzos del cristianismo cuando miles de personas por día se convertían a la nueva fe, en el kirchnerismo pasaron de acusar a Bergoglio de colaboracionista de la última dictadura militar a elogiar su tarea pastoral. Hebe de Bonafini, que años atrás había tomado la Catedral Metropolitana, ahora le escribió una carta al Papa argentino en la que con ternura lo llama “Don Francisco”. Juan Manuel Abal Medina, salió a desmentir que la elección de Bergoglio haya caído mal en el gobierno. "Inventan que estábamos enojados y después, como no lo estamos, dicen que cambiamos”, afirmó el Jefe de Gabinete. Y la lista de kirchneristas “conversos” sigue: Carlos Kunkel, Juan Cabandié, Héctor Timerman, son sólo algunos de los que profesan la “nueva fe” franciscana.

Así como Saulo de Tarso, Cristina parece que está en su propio camino a Damasco. ¿Será una conversión genuina la de la Presidenta? ¿Por fin estaremos los argentinos yendo a un ambiente de diálogo, tolerancia, respeto y concordia?

Ojalá así sea...o amén, que es lo mismo.

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