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ECONOMíA | 12-04-2013 17:39

El fantasma del 2001

Nervios oficiales para llegar a las elecciones sin crisis.

No tiene más remedio que insistir en el error". Eso dicen los propios funcionarios económicos de Cristina Fernández. En realidad, el “error” al que se refieren es una suma de extravíos que le diseñaron Guillermo Moreno y Axel Kicillof después del 54% de octubre del 2011. La idea era llegar sin chocar el "modelo" a las elecciones de este año. Casi todas las medidas, sin embargo, tuvieron efectos contrarios a los previstos.

A casi un año y medio del cepo cambiario, la fuga de capitales disminuyó pero no cesó. El congelamiento de precios debió prorrogarse porque hasta aquí no se nota. El cierre de importaciones mejoró la balanza comercial pero estancó la actividad económica y hundió la inversión. La expropiación de YPF agravó la crisis energética y aceleró las importaciones de combustibles, que se pagan con el superávit comercial. Y el deterioro salarial se aceleró a tal punto que el tope oficial del 20% a los aumentos paritarios es, por ahora, una ilusión

“Era un plan para agüantar hasta las elecciones sin hacer un ajuste con alto costo social. A esta altura, los resultados son dudosos”, se sincera, alarmado, uno de los secretarios del área económica. El mejor argumento oficialista se redujo hasta casi convertirse en una amenaza: o se respaldan las acciones del Gobierno o vuelve el fantasma del 2001. “¿Qué quieren, volver al cierre de empresas y a la patria financiera?”, intimó un delegado de Moreno en la actual interna de la UIA. “¿Qué es mejor, más salario o más trabajo?”, presionó un operador de Trabajo reunido con sindicalistas de la CGT Balcarce.

Los manotazos y parches a los que recurre el Gobierno realimentan la desconfianza a cada rato. Y las expectativas no calman los nervios: los esperados 4.000 millones de dólares adicionales de la cosecha gruesa, por ejemplo, atenuarán transitoriamente el rojo fiscal, pero no solucionarán el desbarajuste del mercado cambiario o la suba del dólar paralelo ni la insostenible brecha con el oficial. En la Casa de Gobierno circularon incluso versiones que justificarían el exagerado apuro en sancionar la reforma judicial en la "falta de control de las variables económicas". La Presidenta estaría convencida de que la economía solo puede tener remedio después de octubre y con el respaldo de una justicia obediente que avale otras formas de intervencionismo. Un ejemplo sería la eventual apropiación y estatización del comercio exterior (un proyecto en estudio desde la guerra contra el campo del 2008). Hasta las elecciones, Cristina tratará de pagar el menor costo político -admiten los ultracristinistas- pese a los malos resultados de las medidas que acompañaron el cepo cambiario.

Para leer la nota completa, adquiera online la edición 1894 de la revista NOTICIAS.

por José Antonio Díaz

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