Friday 29 de March, 2024

ECONOMíA | 02-05-2013 17:49

Cómo invertir seguro

Lo más recomendable: usar la cabeza y fijar prioridades, mayor renta o revalorización.

No sirve ponernos ansiosas y sentir que estamos perdiendo las mil y una oportunidades de hacernos ricas, lo que sirve es tener claro que es imposible ganar plata con la plata que ya tenemos ahorrada si no le dedicamos un mínimo de tiempo, cabeza y también esfuerzo. Para que nadie te haga el verso: no hay ganancia sin aplicar la razón. Tiempo, cabeza y esfuerzo es lo que aplicó el marido de nuestra mejor amiga antes de contarnos cómo fue que triplicó en dos meses lo que tenía comprando acciones. O también la vecina que se metió en un fideicomiso para construir un edificio. Y también fue la fórmula que llevó a la prima de nuestra amiga a comprar unos lotes que ahora valen más del doble del precio que ella pagó.

No es lo mismo poner la plata en el banco en un plazo fijo o comprar dólares especulando con una suba del precio o incluso invertir en la Bolsa que animarse a destinar el dinero para comprar un departamento desde el pozo (desde el inicio de la construcción) o comprar lotes. Nada de todo eso es lo mismo que comprar una cochera o, si nos alcanza, un departamento chiquito para alquilar. Cada una de esas opciones, además del monto requerido, tiene un uso y finalidad diferente:

Preservar valor. Es el objetivo básico de cualquier inversión. El foco del análisis será comparar qué conviene más. Parte de ese análisis sería fijarte cuánto ganarías si compraras dólares en comparación a los beneficios que obtendrías si colocaras el dinero en un plazo fijo, porque lo que se gana con la tasa de interés puede ser más que lo que está aumentando el valor del dólar. O analizar si lo mejor es poner mitad y mitad, porque quizá, inesperadamente, el dólar se dispara, y entonces podremos aprovechar algo de la suba. A eso se llamaría diversificar. En cualquier caso, el objetivo primordial de la decisión es ganarle a la inflación. Que lo que podemos comprar ahora con esa plata, sea un televisor o una casa, podamos seguir comprándolo dentro de un determinado período de tiempo. Si nos alcanzara el dinero, comprar un bien inmueble, como un terreno por ejemplo, suele ser “la obviedad” a la hora de mantener el valor. Raramente estos bienes pierden valor, salvo en el caso de crisis extremas.

Renta (ingresos). Si bien la de preservar el valor del dinero es la pretensión básica que tenemos respecto de una inversión, está lejos de ser lo único o máximo a lo que podemos aspirar.  También podemos esperar de una inversión que nos genere más ingresos, es decir, una renta. La típica de comprar un departamento para alquilar. Una cochera es otra variante. Preservamos el capital inicial que teníamos para invertir con la compra del inmueble y nos hacemos de un ingreso extra alquilándolo.

Revalorización. También podemos pretender que una inversión haga multiplicar nuestro dinero al cabo de cierto tiempo, además de preservar el valor y obtener una renta. Muy posiblemente nos alcance con que nuestra inversión crezca, se duplique o triplique al cabo de dos, cinco o diez años. Tal vez nuestro objetivo sea a mediano o largo plazo, sin ningún beneficio en el aquí y ahora. La tradicional frase “poner a trabajar la plata” en general se relaciona con mecanismos que aluden a disponer del dinero de una manera que quede relativamente disponible y que a su vez genere una renta o beneficio inmediato. El caso por excelencia es el plazo fijo bancario, aunque también otras inversiones más sofisticadas como la compra de bonos y/o acciones tienen las mismas características. Una puede volver a transformar el dinero invertido, capital inicial, a efectivo para gastarlo cuando quiera. Cabe la posibilidad de que estemos dispuestas a inmovilizar dinero hoy en la compra de algún bien, apostando a que su valor aumente después de transcurrido cierto tiempo. Es el caso del fideicomiso: comprar una propiedad que aún no se construyó. Por lo tanto, se compra más barata y cuando está terminada su valor es obviamente el de mercado, lo que hace la diferencia. O comprar un inmueble en una zona cuyo máximo potencial de desarrollo aún no se haya alcanzado, lo que hace presumir una revalorización futura. Nuestro objetivo sería así a mediano o largo plazo, sin ningún beneficio presente.

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