Thursday 28 de March, 2024

BLOGS | 03-05-2013 15:29

Los muertos del Riachuelo

El límite natural entre la Ciudad y la provincia de Buenos Aires se ha convertido, con el correr de los años, en un cementerio.

Ya no son solo botellas de plástico, papeles, pañales, basura y hierros retorcidos. En el tristemente afamado Riachuelo también hay muertos. El tiempo lo convirtió en una suerte de morgue. Donde los cadáveres se apilan, las dudas existen y los muertos no descansan en paz.

El hallazgo de un cadáver en el Riachuelo induce a pensar en la posibilidad de que se trate de un homicidio. Y la estadística así se encargó de ratificarlo. Durante los años 2005 y 2008 fueron hallados flotando en el agua más de 17 cuerpos, muchos sin identificar y otros que pudieron ser reconocidos algún tiempo después. Más de la mitad de ese número se corresponde con asesinatos.

En 2002, el cuerpo de Mario Eduardo Benítez Ledesma fue hallado por Prefectura luego de un llamado telefónico que alertaba sobre la presencia de lo que parecían ser restos humanos flotando. La autopsia demostró que había fallecido por asfixia por inmersión: lo habían matado. Tan solo algunos meses antes de este descubrimiento, el Riachuelo era el escenario de un crimen que, esta vez, salpicaba a las fuerzas policiales. Ezequiel Demonty, de 19 años, murió ahogado luego de que varios policías lo obligaran a él y a otros dos jóvenes a arrojarse al agua.

Las víctimas de algún horrendo delito no dejaban de aparecer. A la altura del barrio de Nueva Pompeya, encontraron el cadáver de una mujer, de entre 30 y 35 años, en marzo de 2006. La mujer tenía una herida profunda a la altura del abdomen. En diciembre de 2009, en Dock Sud, el cuerpo mutilado (le faltaban los brazos y la cabeza) de un hombre adulto conmocionaba a la opinión pública: algunos creyeron que se trataba de Julio López, el testigo que declaró contra el ex policía Etchecolaz y que había desaparecido ese mismo año. Finalmente, las pericias demostraron que no se trataba de él. Una fuente especializada de la Policía Federal afirma que el hecho de arrojar un cadáver al agua implica la necesidad de borrar huellas clave. Las aguas del Riachuelo "colaboran" con esa tarea a la perfección: su contaminación acelera el proceso de descomposición.

La imprudencia es la responsable de las muertes accidentales que, en menor medida, también suceden en el Riachuelo. Ese mismo año, a la altura de Lomas de Zamora, buzos tácticos encontraron el cadáver de una nena de 14 años que se ahogó cuando nadaba junto a su primo y un amigo.

Un oficial de la Policía Federal, hoy retirado, también admite que hubo un número notable de suicidios, al menos hace algunos años: “Hay muchos que en lugar de arrojarse bajo un tren, se tiran al agua: como no saben nadar y el agua está tan contaminada, la muerte sucede más rápido”. Juan Paulino Heredia de 92 años, fue hallado flotando en Riachuelo luego de una semana de desaparecido. Su concubina reconoció el cuerpo y entregó a la policía tres cartas, escritas por Heredia, en las que manifestaba el deseo de acabar con su vida.

En 2011, la policía arrestó a una mujer que planeaba deshacerse del cadáver de otra a la que había asesinado. La sospechosa de 38 años tenía en su departamento de la calle Manuel Estévez, envuelto en una frazada, un cuerpo. Le pidió al encargado que la ayudara “con un bulto de basura que quería tirar al Riachuelo”. Pero el hombre sospechó y realizó la denuncia en la comisaría antes de que pudiera lograr su cometido.

Pero el Riachuelo también es una víctima en sí mismo. Años de ausencia de políticas ambientales que resguarden, ante todo, la salud del 15% de la población del país que vive en esta cuenca. La jurisdicción compartida entre Ciudad y provincia que en lugar de generar un compromiso conjunto reparte culpas y responsabilidades. La desidia de los poderes políticos de turno lo convirtieron en territorio de nadie, donde todos tienen vía libre para deshacerse del “cuerpo del delito”, cualquiera sea.

por usuario

Galería de imágenes

En esta Nota

Comentarios