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POLíTICA | 03-06-2013 15:02

El libro de pases de la oposición

Los enredos de los adversarios del Gobierno. Los ex ministros K y el choque de egos entre Macri y De Narváez. Lilita divide y no reina.

Mientras las denuncias de corrupción le propinan fuertes golpes a la Casa Rosada, los dirigentes de la oposición, con enorme dificultad, tejen alianzas para evitar que el kirchnerismo, aun debilitado, de todas formas se alce con una victoria en octubre. Mauricio Macri y Francisco de Narváez siguen jugando al histeriqueo, sin confirmar si relanzan –o no– la sociedad que les dio el triunfo en 2009. El Frente Amplio Progresista (FAP) calienta y enfría, por etapas, su relación con el radicalismo. A “Pino” Solanas se le implosiona Proyecto Sur tras su acercamiento a Lilita Carrió. Los ex ministros de Economía Roberto Lavagna y Martín Lousteau hacen impacientar al PRO. Y Sergio Massa mantiene a todos los jugadores en vilo con su misterio. En una elección que puede resultar difícil para el oficialismo, los líderes de la oposición marean al electorado con su indecisión.

Vanidades. La provincia de Buenos Aires es el campo de batalla. Desde allí ostenta su poder De Narváez, quien conversa con los enviados de Macri, a sabiendas de que tiene la sartén por el mango. Pese a que hace meses mantiene negociaciones con el macrismo, “el Colorado” se niega a sellar la alianza. “No va a haber foto Francisco-Mauricio. Nosotros estamos pensando solamente en la provincia de Buenos Aires, no necesitamos hacer un acuerdo nacional con el PRO”, aseguran desde el búnker de Las Cañitas, donde las encuestas, parece, les sonríen.

Aunque lo necesita, el macrismo no confía en “el Colorado”. Son varios los dirigentes del PRO que piensan que detrás del diputado –asesorado por José “Pepe” Scioli– no hay otro que Daniel Scioli y su proyecto presidencial para 2015. “Que diga que el candidato 2015 soy yo”, pide Macri. Del otro lado solo hay silencio. La relación entre los dos dirigentes bien podría ser carne de diván. Empresarios exitosos, de perfiles y egos similares, no volvieron a dirigirse la palabra desde la aventura electoral conjunta del 2009. Y aunque cerca de Macri juran que el diputado y el jefe de Gobierno se reunieron hace diez días, en el entorno de De Narváez lo niegan de manera tajante. Ni siquiera se saludan cuando se cruzan en el gimnasio al que ambos acuden para mantenerse en forma.

Danza de economistas. Los acercamientos de Macri con Lavagna tampoco derivaron –por ahora– en una candidatura firme. Cuando la relación pasaba por su mejor momento, el jefe del PRO se sintió traicionado por el ex ministro, quien lo dejó a la espera de la firma de un acuerdo mientras viajaba a Córdoba para juntarse con José Manuel de la Sota y el peronismo disidente. El diálogo se cortó, pero volvió a renacer. “Hasta hace una semana, ese acuerdo estaba muerto, ahora revivió”, confirma un dirigente del PRO, aunque aclara que “todo puede cambiar de un momento a otro”. Obligado a dar alguna señal, Lavagna se encargó de sembrar más confusión. “No sé si voy a ser candidato”, disparó. En el macrismo interpretan que el economista solo gana tiempo mientras espera lo mismo que el resto: la decisión de Massa.

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