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PERSONAJES | 12-07-2013 14:29

“Uno escribe sobre su tragedia interna”

Lanzó su libro “Monteagudo”, y dirige el Instituto de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego. Avales, amistad con Asturias y con Scioli.

Cuando tenía tres años, tuvo la contundente y precoz convicción de que la muerte acecha y esa es una pelea desigual, con un único ganador eterno. En el momento de la revelación, se refugió debajo de una mesa y se hizo un ovillo de llanto. De ahí en más, Pacho O´Donnell vivió como si estuviera por morir en un rato y gestó su identidad como “buscador de sentidos”. Su hobby es la pesca del dorado, un pez con dientes afilados al que le dicen “el tigre del Paraná” por la extraordinaria fuerza con que se resiste. A O´Donnell lo cautiva esa lucha que da el dorado por permanecer vivo: no se resigna, salta muy alto, se sacude y le porfía insolente al destino. Es hasta lógico que esa escena se le haga irresistible a un buscador de sentidos. Después de todo, el hombre sabe de otras aguas rápidas y de fuertes correntadas, de la tensión adrenalítica de pulsearle a la muerte, o a la vida, que es casi lo mismo. Psiquiatra, psicoanalista, novelista, dramaturgo, ex embajador y funcionario cultural, historiador, O´Donnell asevera: “El ser humano tiene la incapacidad de aceptar ese destino trágico e inevitable que es la muerte. Yo siempre tuve  muy presente la muerte, inclusive ahora que estoy bastante enfermo”.

Noticias: No sabía de su enfermedad, ¿qué le pasa?

Pacho O´Donnell: Una insuficiencia cardíaca severa, es un proceso de deterioro y últimamente ha dado muestras de haber avanzado. Te diría que yo vengo negociando con la muerte hace mucho tiempo… Inclusive me preguntan cómo hice para hacer tantas cosas, me casé, me divorcié, tuve 5 hijos, escribí más de 30 libros, fui al exilio, volví…

Noticias: Hizo política, escribió ficción, se metió con la Historia…

O´Donnell: Creo que tiene que ver con la idea de que debía hacer cosas porque el tiempo no es infinito. Me comparo con un jugador de fútbol al cual el DT le hace señales de que faltan diez minutos… siempre sentí que me quedaban diez minutos. Entonces hay que hacer el gol. Pero es una circunstancia vitalizadora. Me lleva a entender la vida como algo a lo que uno tiene que darle algún sentido, sino es aún más ridícula.

Noticias: ¿Cuál es su sentido?

O´Donnell: Tratar de ser leal a mis deseos, a mis vocaciones. No perder la línea de mi propio deseo, en una sociedad que se ocupa de saquearlo y de reemplazarlo por el deseo útil al sistema, el de consumir, el deseo de rebaño.

Noticias: ¿Esa tensión entre lo social y lo individual no tiene que ver con la condición humana?

O´Donnell: Sí, pero últimamente es más sutil, hay condicionamientos que tienen que ver básicamente con los medios. La propuesta de enajenación hace que uno se pueda pasar la vida cumpliendo deseos que no son propios.

Noticias: Cumplir los propios también tiene su costo.

O´Donnell: Claro, porque amenaza con la marginalidad, con la diferenciación, con la crítica. El miedo de ser distinto y caer fuera del plato es una forma de amansamiento.

Noticias: Usted ha ido picoteando platos por decisión propia.

O´Donnell: Sí, lo cual me ha generado problemas. Me han echado de todos los corrales: los dramaturgos decían que yo era psicoanalista, los psicoanalistas decían que yo era político, los políticos dicen que en realidad yo soy historiador…

Noticias: Siempre es “el otro”, el extranjero

O´Donnell: Tal cual (se ríe), el libro de Camus “L'Étranger” puede ser traducido como “El extranjero” o “El extraño”… una vez di una charla ante unos chicos que estaban en orientación vocacional a los 18 años, y les dije: “Hoy están eligiendo una carrera, pero ocúpense de que eso no les aplaste las otras vocaciones, porque habría que ver si a los 60 años van a seguir deseando esto que ahora confusamente creen que desean. Nunca abjuren de sus otros juguetes en el placard”.

Noticias: No es casual que les haya dicho eso de “a los 60 años”, más o menos por ahí  usted descubrió la Historia.

O´Donnell: Exacto. La historia siempre me interesó, pero hubo un momento en que tuve acceso a un material impresionante de historiadores bolivianos, cuando fui embajador en Bolivia. Ahí, por el `94, sale mi primer libro de Historia, “Juana Azurduy, la teniente coronela”. Hoy, la Historia es lo que hace que a pesar de mi poca salud me siga sintiendo vital. Me preguntaba qué es lo que une a mis distintas y aparentemente divorciadas vocaciones y creo que hay un tronco común. Yo vengo de una familia típicamente burguesa, muy antiperonista, conservadora, que tenía fachada de familia “normal”, muy ajustada a las normas. Pero todo lo pasional, los dramas y los conflictos estaban atrás, en la retro escena. Esa configuración me llevó en mi adolescencia al borde de la locura, del suicidio y, desde entonces, me resultó absolutamente imprescindible detectar eso que no se ve. En mis vocaciones hay un punto común que es el interés por aquello que no se ve, pero que es más importante que lo que se ve.

Para leer la nota completa, adquiera online la edición 1907 de la revista NOTICIAS.

Producción: Esteban Vedia. Fotografía: Eduardo Gimenez.

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por Valeria García Testa

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