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PERSONAJES | 09-08-2013 15:49

“La libertad total es tóxica”

Tras ser primera dama de Francia, retomó el canto con un CD de canciones propias. El padre biológico, protocolo, sida y tacos aguja.

De carácter fuerte y con ese genio tano más “polite” –porque es del Norte– es visiblemente alpina, con su pelo natural rubio oscuro y sus ojos muy claros. Altísima y altiva desde que pisó la pasarela en 1985, se impuso con su gesto indiferente, su cara bonita y su andar sensual. Carla Bruni fue top model y una de las preferidas del gran couturier Yves Saint-Laurent, quien tenía debilidad por los rostros bellos como el de la princesa Grace Kelly y la actriz Catherine Deneuve. Carla e Yves se hicieron grandes amigos y el día de su muerte, el por entonces matrimonio presidencial de Francia, Bruni-Sarkozy, despidió al diseñador con grandes honores en la iglesia parisina de Saint Roch. Ese día, Carla se quebró aunque tuvo fuerzas para consolar a Lucienne, de 95 años –la madre del creador– y a Pierre Bergé, pareja y socio de Laurent durante 50 años.

Ahora, con su vida fuera del Palacio Presidencial del Elíseo, está dedicada a su carrera como cantante y acaba de lanzar su último CD “Little French Songs”, con sus propias canciones, varias autorreferenciales. Hace algunos días invitó a la prensa al Hotel Saint James de París y la cena hubiera sido un evento más, de no ser por el carisma cautivante de esta mujer, dispuesta a contestar sin filtro, ahora que se liberó del protocolo que guardó como primera dama. Italiana de Turín, naturalizada francesa, la ex modelo tuvo a Giulia –su beba de un año y seis meses– con Nocolás Sarkozy y a Aurélie , su hijo de once años, de una relación anterior con Raphael Enthoven, hijo del editor literario Jean Paul Enthoven. A los postres, entre una pitada y otra de un cigarrillo electrónico, Carla habló de su padre biológico, Maurizio Remmert, y sobre los cambios de su presente.

Periodista: Su canción “Pas une Dame” expresa el hecho de “una existencia incierta”. ¿Se debe al impacto de haber descubierto a los 28 años que era la hija de un amante de su madre?

Carla Bruni: Esa expresión habla sobre mí, sobre la forma en que nací y sobre esto de tener dos padres; es mejor tener dos –al fin y al cabo– que no tener ninguno. Estas nuevas canciones tienen un origen personal, pero como artista trato de comprender mis experiencias de vida y transmitirlas, porque sé que pueden identificarse con las de otros. La idea de existencia incierta vale para todos. No tenemos certeza de nada en esta vida, a excepción de la muerte. Si alguien piensa que tendrá a su marido a su lado para siempre, se engaña. Lo puede perder mañana. Por eso hay que cuidarlo.

Periodista: ¿Cómo se contactó con su padre biológico?

Bruni: Poco antes de morir, mi padre de crianza (el industrial y compositor Clásico Alberto Bruni Tedeschi) me contó que tenía un padre biológico. Le pregunté a mi madre si era cierto y ella lo confirmó, sin mucho entusiasmo: “Pues… es verdad”, dijo. Entonces busqué a Maurizio. Tenía muchas fotos antiguas de mi época de modelo… ¡Mamá y él siempre estuvieron en contacto, pero ella jamás me contó nada! Pero somos italianos, muy cariñosos y alegres, o sea que no fue un momento negativo. Al contrario, fue de felicidad. De repente supe que tenía una nueva hermana, Consuelo.

Periodista: ¿Qué siente que comparte con su padre?

Bruni: Maurizio es mi único pariente que como yo, toca la guitarra; no se puede negar la herencia genética. Empecé a tocarla a los 7 años sin tener influencias ni conocer los hábitos de él. Soy muy parecida a mi padre. Fue muy extraño cuando lo encontré viviendo en San Pablo. Maurizio era la pieza perdida de mi rompecabezas; antes de conocerlo me sentía como la imagen inconclusa de un puzzle.

Periodista: ¿Se ven con frecuencia?

Bruni: No mucha, lamentablemente. A veces él viene a París y otras nosotros viajamos a Brasil. Nos llevó a conocer Jericoacoara y Fortaleza. Me encantó.

Periodista: Cuando se convirtió en primera dama ¿conocía las reglas protocolares o tuvo que aprenderlas?

Bruni: Cada mujer en esa posición tiene que desempeñarse a su manera. Pero recibí mucho apoyo de mi antecesora, Bernadette Chirac. Ella tuvo ese rol por 12 años y conocía todos los detalles. La invité a almorzar muchas veces para que me aconsejara. Me hice francesa cuando me casé (nueve meses después de que Sarkozy asumiera la presidencia) y precisaba aprender más sobre Francia. Bernadette me dio óptimos consejos, uno de ellos fue la importancia de hacer trabajo humanitario; una oportunidad de ayudar a los otros que abre muchas puertas. Pude dedicarme mucho a mi lucha incansable contra el SIDA (N. de R: su hermano Virginio murió a causa de esta enfermedad en el 2006) y viajé a Burkina Faso y otros países africanos.

Para leer la nota completa, adquiera online la edición 1911 de la revista NOTICIAS.

por Sissi Ciosescu, Tatiana Gianini

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