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PERSONAJES | 09-08-2013 15:58

“Yo conozco lo que es el sufrimiento”

La mujer de Robert Cox, ex director del “Buenos Aires Herald”, lanzó su último libro. Peronismo y kirchnerismo. Memoria y denuncia.

Maud Daverio de Cox resulta ser la versión femenina de Funes, el memorioso, de Borges. Incontables escenas y diálogos están vivitos y coleando en su cabeza a pesar del tiempo. De algún modo, ella siempre estuvo en la cocina en la que se preparaba el caldo de la historia política y social de la Argentina, muy cerca de personas influyentes: como ejemplo, conoció a Juan Domingo Perón y se casó con Robert Cox, el periodista que se comprometió en la denuncia de los crímenes provocados por la dictadura militar. Y acaba de lanzar “Memorias desde el puente Oberbaum” –recuerdos de viajes con su tío, un teniente cercano al entonces presidente Perón, y el clima de la posguerra–. Antes, escribió “Salvados del infierno” –un material catártico, nutrido del exilio familiar en el ‘79; “Sueños, misterios y fantasmas de Buenos Aires” –un libro de cuentos– y “El exilio y el otro”: la reflexión de qué le pasa a quien emprende el éxodo.

Maud es de las que pretenden llegar al hueso, evidenciar el cartón pintado y hacer foco en lo esencial. Le desagrada tanto la puesta en escena social como el coqueteo de la seducción. Y aquí vale dar detalles de cuando conoció a su marido, en una fiesta a la que había ido en solidaridad con sus amigas. Cenicienta moderna, aceptó con la condición de volverse a las doce, para ponerse a estudiar. Pensaba entrar en Medicina, pero unos minutos antes de retirarse, apareció un muchacho alto y despeinado, el periodista inglés del que ya le habían hablado. Él le pidió su teléfono. “Oh, Dios, vamos a empezar con esto…”, pensó ella, pero se lo dio. Al día siguiente fueron a tomar un café y a los tres meses se casaron. Aquello fue en 1961, después vendrían cinco hijos, cinco nietos, un exilio que todavía les duele y el ejercicio digno de reinventarse en otros territorios. Ella explica el flechazo con una frase que la hace reír: “Se encontraron dos con las mismas ideas raras”.

Noticias: ¿Cómo eran esas “ideas raras”?

Maud Daverio de Cox: Es que no somos exactamente convencionales (ríe), buscábamos otra cosa. Por eso yo había planeado ingresar a Medicina. Pensé: para estar en esta vida, tengo que hacer algo. No me tiraba la idea del matrimonio y los chicos. Me encantaba estar con mis padres, por ejemplo, hablábamos del radicalismo, del peronismo, me gustaba más estar con ellos que ir a esas reuniones a hacer ese “bla bla bla”...

Noticias: Parece que en su producción literaria hay un intento de ir cada vez más hacia lo profundo.

Cox: Exacto. Como el caso de Evelyn (una amiga suya, protagonista de uno de los capítulos de “Memorias…”, miembro de una familia tradicional y adinerada que afronta su crisis existencial), ella está buscando una razón de ser. Yo la situé hablando en Alemania, en nuestra generación eran tan importantes las dos Alemanias…

Noticias: ¿Por eso utilizó el emblemático puente Oberbaum?

Cox: Exacto, sí. Lo que Evelyn vio en su familia (la suma de poder, dinero, estatus, pertenencia social e influencia política), yo lo vi en mis viajes con mis tíos. Una vez, mi tío tenía que ir a Holanda y fuimos a un hotel extraordinario. Sabían que era argentina y me tocaban un tango con el piano… ahí me di cuenta de que todo eso marea, porque de repente sos alguien. Antes de casarme, el Náutico Olivos era un lugar muy jet set, venían las artistas de afuera como Brigitte Bardot. Yo iba una vez por año, necesitaba ver eso, era como un aprendizaje de algo que no me gustaba, parecía todo teatro. Pero cuando nos conocimos con Bob, sentí que él estaba en la misma, que buscaba algo auténtico.

Noticias: ¿Qué la lleva a escribir?

Cox: Cuando pasó el exilio… fue terrible, la gente dice: “Vos te salvaste”, pero no…

Noticias: Qué tremendo habrá sido cuando usted les contaba a sus amigas lo que estaba ocurriendo en la dictadura, que su familia estaba amenazada, y ellas le respondieran “qué lindos zapatos tenés”.

Cox: Exacto, increíble. O me esquivaban, se iban para otro lado.

Noticias: ¡Qué soledad habrá sentido y qué enojo!

Cox: Sí, enojo, sí. Y cuando uno sabe es ver la crueldad del mundo… eso todavía lo tengo, yo no puedo decir (pone la voz aguda y los ojos para arriba): “Uy, qué linda vida tengo”. Tengo una linda vida, pero para mí el mundo es difícil porque vi lo que sufre la gente. Con Bob, los dos sentimos que no teníamos que estar vivos.

Para leer la nota completa, adquiera online la edición 1911 de la revista NOTICIAS.

por Valeria García Testa

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