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POLíTICA | 27-08-2013 16:24

El futuro de Jorge Brito, un banquero a dos puntas

Pasó de ser un referente del establishment K a apostar por Massa. Reclamos de Cristina y Moreno.

Fue una charla relajada. Ya había pasado la adrenalina de las primarias del 11 de agosto. Sergio Massa había ganado la provincia de Buenos Aires y hablaba por celular con su amigo Jorge Horacio Brito, dueño del Banco Macro. Conversaban del futuro cuando el banquero vaticinó los próximos pasos del Gobierno. “Ahora vas a tener problemas”, le pronosticó el banquero, conocedor del paño. Massa sonrió, y retrucó: “No, ahora vos vas a tener problemas”.

Su relación con Massa le costó varios dolores de cabeza con el Gobierno. Le achacan ser uno de los aportantes de la campaña bonaerense del intendente de Tigre. Brito no le escapa a la media de los empresarios que hicieron fortunas al calor del oficialismo. Tampoco a las generosas contribuciones en los tiempos de campaña. “Un tipo como Brito no pone menos de 3 millones de pesos”, explicó un empresario que comparte mesas de café con el banquero y el candidato a diputado del Frente Renovador. NOTICIAS intentó comunicarse con Brito para preguntarle por los supuestos aportes, pero no tuvo respuesta.

(Dos años atrás, Jorge Brito apoyaba la gestión de Cristina Kirchner, y especulaba con que cada vez más los argentinos confiarían en la moneda local)

LA RELACIÓN CON MASSA

La amistad entre Brito y el intendente de Tigre es añeja. Massa les dio un envión a los bancos de capitales nacionales, los que dirige Brito, cuando estuvo al frente del ANSES. Durante su paso por ese organismo, las entidades congregadas en ADEBA consiguieron que los jubilados cobren por las ventanillas de los bancos privados, un privilegio que mantienen hasta hoy. Antes, el monopolio lo tenían los bancos públicos.

A eso se le sumaron más ventajas. La ANSES de Massa comenzó a depositar otros fondos del sistema de reparto estatal en diferentes bancos privados. Para las entidades financieras era dinero barato con el que podían invertir en la Bolsa. Fue un negocio que movió miles de millones de pesos. También muchas sospechas.

Massa es uno más en los asados que organiza Brito en su imponente casa de San Isidro. Algunos reciben el llamado de “Chapu”, su secretario privado y hombre de confianza. Otros son invitados directamente por el anfitrión. Allí recalan figuras de todo tipo y color. “Corcho” Rodríguez y Verónica Lozano son abonados a las tertulias. El empresario eléctrico Alejandro Macfarlane y “Coti” Nosiglia se confunden entre integrantes de las fuerzas de seguridad o de la Curia. Hasta Jorge Bergoglio, ahora Francisco, gozó de la hospitalidad de Brito.

En la Casa Rosada le apuntan a Brito, aunque hacen la vista gorda con José Luis Manzano, otro de los que apoyan al massismo. La propia Cristina Fernández mandó al frente al banquero en su primera aparición tras la derrota del domingo 11 de agosto. La Presidenta aseguró que quería hablar con “los titulares”. Si bien Brito fue el único al que la Presidenta citó con nombre y apellido, era un mensaje para Massa. Una sutil forma de minimizarlo y decirle “títere del establishment”.

Pese a todo, el banquero llegó a la cita el miércoles 21 a Santa Cruz en un avión privado. Estaba en primera fila, al lado del metalúrgico Antonio Caló. En el cónclave, Brito se mantuvo en silencio y ni siquiera apareció en las fotos oficiales.

BIEN CON TODOS

Hace años que el dueño del Macro decidió convertirse en un banquero oficialista. De Menem, de Kirchner y de todos. Pese al enojo presidencial, Brito es una pieza clave de la ingeniería para la contención del dólar blue. En el sector financiero le asignan un manejo milimétrico del “contado con liqui”, una operación legal para comprar divisas por la vía oficial y a menor costo que en las cuevas de la City. Las fuentes de la City aseguran que Brito realiza una operación, a pedido del Gobierno, para imponer una referencia en las cuevas.

Sus peleas con Guillermo Moreno son una constante. El secretario de Comercio Interior estalló de furia cuando vio una entrevista donde el titular del banco Macro aseguraba que el dólar estaba atrasado y necesitaba un service. En el último encuentro entre Brito y Moreno, el funcionario le hizo un pedido difícil de cumplir: reunir 100 empresarios que pongan 100 millones de pesos cada uno. Moreno quería apuntalar el Bono Argentino de Ahorro para el Desarrollo (BAADE), un título que salió a la par de los Cedines. En la última etapa con el blanqueo empantanado, Moreno pretendía que los empresarios operaran con fondos declarados y compraran el BAADE, como un bono más. El empresario no quiso saber nada con ese plan.

En la Casa Rosada no lo vieron muy comprometido con el pedido y volvieron los fantasmas sobre su rol en cada una de las corridas cambiarias. Brito, un poco más alejado del kirchnerismo que de los asados en Tigre, tiene un mensaje conciliador ante cada reclamo del Gobierno. “Quedan dos años, hay que ver cómo la ayudamos”, le explicó la semana pasada a un amigo. Serán dos años haciendo equilibrismo.

Ésta es una versión adaptada de la nota “Banquero a dos puntas”, de Francisco Zorozapublicada en Revista Noticias edición 1913. Para adquirir la versión completa haga click aquí.

por Francisco Zoroza

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