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PERSONAJES | 30-08-2013 12:24

Juan Barros: “Ver no es el límite de la realidad”

Psicólogo, docente, artista plástico, escritor y fotógrafo no vidente, conduce talleres de arte terapia y da charlas motivacionales.

Es un piloto de tormentas y confiesa sus naufragios. Por eso, cuando uno llega a su estudio-taller “Peldaños”, recibe una botella con un mensaje en su interior: “Auxilio, soy un náufrago”. ¿Quién no ha estado a la deriva, sin tener de dónde agarrarse? “Frente a lo imprevisible y frágil de nuestra existencia, todos somos náufragos. El naufragio es la ruptura de lo previsible”, dice en un párrafo.

Pero hay más. Enseguida Juan Barros entrega una pequeña escultura que es una escalera con cuatro escalones: en cada uno está escrito “Ver no es el límite de la realidad”, “Aprender a creer”, “Aprender a sentir” y “Aprender a pensar”, cuatro pasos básicos para ponerse de pie.

El tercer objeto que regala es una llave con un texto: “Frente a los límites, hacerse llave; llave para abrirse a uno mismo y al encuentro del otro”. Quien corporiza sus ideas de un modo tan creativo es psicólogo, docente, artista plástico, escritor, fotógrafo, conduce talleres de arte terapia y da charlas motivacionales. Sin duda, su multifacética vida impresiona. Pero es mayor el impacto cuando este hombre hiperlocuaz cuenta que perdió la vista a los 20 años.

Noticias: ¿Cómo se quedó ciego?

Juan Barros: Sufría de una severa miopía y tuve un accidente. Se me cayó sobre la cara la rama del pino que estaba hachando y por el impacto, se desprendió la retina del ojo derecho. Después empezaron los problemas con el otro ojo; al mismo tiempo sufrimos una estafa y el oftalmólogo dejó de atenderme porque no podíamos pagarle. Estuve 4 años de cirugía en cirugía, con reposo absoluto. No tenía fuerza ni para abrir una gaseosa. En 1989 la bendición de un sacerdote hizo que la ceguera no avanzara: un milagro que mi actual oftalmólogo Ricardo Dodds no podía creer. Dodds restituyó también mi confianza en la humanidad; se hizo cargo de nuevas intervenciones, de colocarme una lente intraocular que técnicamente tendría que haberme dado la vista. Pero no sucedió: las anteriores operaciones habían dejado secuelas.

Noticias: ¿Pero entonces usted algo ve?

Juan Barros: Veo muy difuso y entrecortado. Manchas y luces. Gracias a un hecho extraordinario, un hecho de la fe, se frenó un rumbo científicamente irreversible. Nacieron mis nuevas convicciones; una fe viva y una actitud de vida diferente. Quise volver a estudiar –tuve que dejar abogacía– porque no creí que no ver fuese un impedimento. Estudié braille y cuestiones prácticas para usar el bastón blanco.

Noticias: ¿Las personas colaboran con el ciego?

Barros: Es muy difícil andar por la calle. He conocido tanto sobre miserias humanas a partir de la pérdida de la vista… Estoy en una esquina y no se acercan a ayudarme. Y cruzo de guapo, solo nomás. También puede pasar que uno se cruce con un ciego resentido. Hay de todo. Están los que te ofrecen ayuda y los que te ignoran. Otros te agarran como si fueses un trapo con el que limpian el pis del perro. No hace falta ser ciego para darte cuenta en qué individualismo vivimos. A veces noto que alguien se acerca muy formalmente a ofrecerme ayuda y lo abordo por el humor. Estoy parado en Pueyrredón y Las Heras y le pregunto: ¿Estamos en Santa Fe y Callao, no? (risas)

Noticias: ¿Cuándo empezó Psicología?

Barros: En 1991. El arte vino mucho después. Aunque durante mi convalecencia, entre cirugías, mientras escuchaba la Rock´n Pop, ¡dibujaba sin ver un carajo! Era el aburrimiento; detesto aburrirme. Pero no tomé esos dibujos como señal de vocación. Pinto desde hace 20 años. Otra vez el aburrimiento: de ahí surgen mis arranques más creativos. Estaba preparando la tesis de Licenciatura en Psicología en la facultad y una compañera me leía un libro. ¡A mí siempre me aburrió mucho estudiar! Había tizas de colores y empecé a hacer garabatos en el pizarrón. Perdí los datos de la chica que me leía; me gustaría contactarla.

Noticias: ¿Qué garabateaba?

Barros: Rayas, círculos… Lo importante es que ahí descubrí que entre un “no puedo” y un “puedo”, en el medio, hay una tercera opción que es el “cómo puedo”, que te lleva a un modo de hacer algo. Al año estaba exponiendo y vendiendo mis pinturas en la galería de Sara García Uriburu.

Noticias: En el “cómo puedo” hay una disposición a conseguirlo. ¿Puede explicarlo más?

Barros: Si mis pinturas fuesen el resultado de no ver, serían horribles, en cuanto al tratamiento de la luz, el equilibrio… Perdí el modo en que estaba acostumbrado a ver pero el arte me dio una sensibilidad potenciadora y confianza en mi resto visual.

Noticias: ¿Sería el arte de ver la realidad desde lo sensible?

Barros: Exacto. A veces me paro frente a vidrieras que no tengo ni idea de qué son, pero por las luces, para mí representan una obra de arte abstracto.

Noticias: ¿Qué tipo de dibujos realiza?

Barros: Empecé con un marcador grueso negro, con el que intentaba escribir apuntes. Salieron figuras humanas pero no puedo tomar decisiones visuales; no puedo definir una expresión triste o alegre.

Noticias: Sus talleres de arte terapia, ¿son libres?

Barros: El Centro de diagnóstico Rossi me propuso darlos en el Borges. Son gratuitos y duran dos meses. Cientos de personas llegan con males de hoy –pánico, crisis– y el arte los restaura y les da apertura.

Noticias: ¿Cómo se vuelca a la escultura?

Barros: ¡También, estaba aburridísimo! Se me ocurrió escultura en madera porque el piso siempre me dio calidez. Y fui a buscar la madera que podrían tirar en las madereras. Y nacieron trabajos conceptuales, como esta escalera que te di. Y con ella, mi idea de que la vida es un camino para abrir, y que se abre a modo de escalera. Como la escalera, no es un lugar para quedarse; como en la escalera, el único paso es el dado.

Noticias: La escalera para un ciego es un obstáculo…

Barros: ¡Sí, “el desnivel acecha”, decía Borges! Yo soy un tipo muy urbano, camino 50 cuadras por día. Y tomo mucho subte, entonces subo y bajo al trote escaleras mecánicas y de las otras. Un día empecé a sentir dudas al bajar. Redirigí mi atención al tacto, a las pisadas, porque lo visual ahí no me servía: la pintura me había dado confianza, pero acá no aplicaba. ¡Cuando combiné la línea B, con la H y la E fue un despelote, pero también una fiesta de abstracciones!

Esta es una versión digital adaptada. Para leer la entrevista completa, adquiera online la edición 1914 de la revista NOTICIAS.

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por Sissi Ciosescu

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