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DEPORTES | 13-09-2013 19:14

La maldición de la Copa Davis

Egos y dinero. Internas y líderes. El lado oscuro de la copa que nunca pudimos ganar.

La historia de la Copa Davis es la historia de una maldición, esa que nos impidió quedarnos con la mismísma copa. Es una repetición de desgracias matizada con los grandes momentos en que el trofeo estuvo al alcance de la mano. Todo esto se refleja en mi último libro, “Maldita Davis”, una crónica que habla de doping, salidas nocturnas durante las previas a los partidos, gritos, saña y cizaña, dólares, premios y castigos, soberbia y vestuarios en llamas. Un escueto repaso del rol argentino por esa cronología maldita nos muestra las luces y sombras de los argentinos en la Davis.

De los pelos. En 1970, a los 17 años, debutó en la Copa Davis Guillermo Vilas, jugando ante Chile. Ganó un partido y perdió el otro. El equipo argentino fue derrotado por 3 a 2 en el Buenos Aires Lawn Tennis Club. La de 1980 es una temporada a la que no se la tiene demasiado en cuenta, aunque fue una chance gigante que tuvo la Argentina para alcanzar la ensaladera, como se llama al premio máximo de la competencia. Pero hubo un choque entre jugadores y dirigentes. No bien arribó a Ezeiza, Vilas pidió una tregua.

Pero un día antes de comenzar la acción por un lugar en la definición, el diario La Nación publicó una solicitada de 212 personajes ligados al tenis en defensa del presidente de la Asociación Argentina, Horacio Billoch Caride, quien había criticado a Vilas y Clerc por exigir un 41% de la recaudación bruta de aquella eliminatoria. El clima hostil fue el contexto en el que apareció un joven llamado Iván Lendl que explotó en Buenos Aires y ganó tres puntos: le ganó a Vilas, se quedó con el doble y cerró el triunfo con una victoria frete a José Luis Clerc.

La primera vez que la Argentina llegó a una final de Copa Davis, sus dos singlistas, Vilas y Clerc, los mismos que jugaban el dobles, no se hablaban. En el Riverfront Coliseum de Cincinnati, el equipo argentino cayó 3 a 1 frente a un Estados Unidos liderado por John McEnroe.

En 1982, Clerc recibió en Chile –a donde residía– a un comodoro que lo amenazó con mandarle a la DGI si no representaba a nuestro país. Pero “Batata” igual se borró. No quiso participar del equipo y, a la semana siguiente, apareció jugando un partido de exhibición. Los argentinos se midieron con la Francia de Yannick Noah, que se quedó con el triunfo.

Vilas jugó su última copa en 1984. Ganó un single, ganó el doble junto a Batata Clerc y, con la serie definida a favor, perdió el quinto punto frente a Michael Westphal. La transición no fue sencilla. Ese año, con Clerc al frente del equipo, la Argentina perdió 5 a 0 con Estados Unidos. Un año más tarde, cayó en primera ronda, 4 a 1, frente a Ecuador y meses después, descendió de categoría al no poder vencer, de local, a la Unión Soviética. El tobogán parecía no tener fin.

Una nueva era.

La renovación que llegó para reemplazar la vieja antinomia Vilas-Clerc, más que un cambio, fue una multiplicación. El principal conflicto fue entre Martín Jaite y Horacio de la Peña (quien había llegado al equipo luego de que Bernardo Neustadt insistiera con su convocatoria durante su exitoso programa televisivo). “Martín era un par de años más grande y los dos veníamos subiendo. Por casualidad, medio como una estupidez, se creó una rivalidad, un River-Boca del que se empezó a colgar mucha gente. Muchos usufructuaron para hacer del tenis algo mucho más importante. Y, sin quererlo, se fue generando una especie de quiebre: los que eran amigos míos y los amigos de Martín”, dice Horacio de la Peña en “Maldita Davis”.

Pero el año del papelón fue el 2000. La serie contra Chile en Santiago fue un hervidero. Una de las experiencias más espantosas que se vivió en la historia del tenis. Había mucha energía, muchas ganas. Pero no pudieron demostrarlo. Porque el público se exacerbó. Varias veces Marcelo Ríos debió pedirle a su gente que frenara su euforia porque si no saldrían perjudicados. Los trasandinos desataron el escándalo luego de ver cómo Zabaleta se encaminaba al triunfo. Empezaron a volar sillazos.

Los argentinos tuvieron que salir corriendo hacia los vestuarios. “El partido ya estaba descontrolado cuando estábamos en el cuarto set. Me tiraron una piedra muy grande, explota y queda un pedazo al lado mío. Le pido al árbitro que lo suspenda porque se pudre. Después, un ball boy viene corriendo y quiere tirar la piedra. Entonces lo manoteo de la camiseta para que me la dé. Y el pibe se da vuelta y me dice ´argentino, la concha de tu madre´… Se descontroló y empezaron a tirar de todo. A mí me afectó a nivel personal. Le pegaron un sillazo en la cabeza a mi viejo. Fue horrible”, rememora Zavaleta.

En el 2001, mientras el país se dirigía a una crisis sin precedentes, en el tenis aparecían las primeras muestras de una resurrección. Franco Davin fue el capitán que devolvió al equipo al grupo de elite mundial. Aparecieron los primeros legionarios: Gastón Gaudio y Mariano Puerta. Y debutó David Nalbandian. Gustavo Luza, en 2003, se impuso a las fuertes candidaturas de Martín Jaite y Alberto Mancini para ser el capitán.

Y, pese a que el potencial de sus jugadores le permitía soñar en grande, se enfrentó con una historia cruda. Nalbandian y Coria se lesionaron antes de la semifinal contra España en Málaga.El comienzo de la era Luza tuvo un contrapunto, la ausencia de Coria en aquellas dos primeras series contra Alemania y Rusia.

La intriga sobre el faltazo del “Mago” se revela por primera vez en "Maldita Davis": Después de la sanción de siete meses sufrida en el 2001 por un doping, el “Mago” volvió a dar positivo por nandrolona. Por eso, Alberto Mancini, su entrenador, buscó a un puntilloso abogado que descubrió que la ATP brindaba suplementos vitamínicos que contaminaban el organismo del tenista. El procedimiento para alcanzar la prueba inapelable fue de película. El ATP, finalmente, dio marcha atrás con la sanción.

La época tuvo otras batallas públicas marcadas a fuego: el presidente de la AAT, Enrique Morea, defenestró a Gastón Gaudio. “No tiene voluntad de jugar”, dijo. Y el “Gato” no se quedó callado. Al año siguiente, el capitán tuvo a Coria y a Nalbandian en la primera ronda ante Marruecos, en el medio, los jugadores escribieron una carta a las AAT, pidiendo la renuncia de Luza. En la siguiente serie contra Bielorrusia en Minsk, “desaparecieron” todos los “legionarios” y perdimos.

Cuestión de liderazgo. La etapa de Alberto Mancini como capitán del equipo tuvo tres años de competencia de primer nivel, días de victorias clave y de festejos, una final en Moscú que quedó cerca, y otra –Mar del Plata– que fue bochornosa. En la previa, hubo una negociación insólita, con millones de dólares dando vueltas, que desgastaron las relaciones.

Primero para definir la sede del juego. Después, para ver cuánto se llevaban los jugadores. Y en los días clave todo empeoró: además de los malestares y las disputas internas, por dinero y por egos, hubo mucha noche. Un viaje en avión para ir al casamiento de Chela; una supermodelo en un superauto que pasó a buscar a uno de los players a horas de un partido, choque y escondida en baúl de otro de los jugadores y más.

La figura de David Nalbandian emerge como la principal: culpable de las victorias y, también, de los terremotos internos. La de Juan Martín del Potro empieza a asomar del mismo modo: para asegurar victorias y para protagonizar desplantes. Modesto “Tito” Vázquez, un tipo singular, sin modestia alguna, fue el capitán que condujo los tres años siguientes. Cuando lo nombraron, Nalbandian lo ninguneó con un “no lo conozco”. El equipo llegó a cuartos, a semis y, finalmente, a su cuarta final, en Sevilla. No hubo escándalo. Pero el resultado se repitió: derrota. Del Potro y Nalbandian reiniciaron su vieja disputa. Y “Tito”, que no quería renunciar, fue despedido.

En el medio también hubo una carta firmada por los jugadores para echar al capitán y hasta un pedido del vicecapitán a Del Potro para que jugara el doble en Ostrava contra los checos en 2009, cuando el tenista ya había arreglado de antemano con Vázquez en que no iba a jugar los 3 puntos.

El autor es PERIODISTA especializado en tenis, autor de “Maldita Davis” (Planeta).

Esta es una versión digital adaptada de la nota publicada en Revista Noticias edición 1914. Para adquirir la versión completa haga click aquí.

por Danny Miche

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