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PERSONAJES | 22-11-2013 11:00

Takehiro Ohno: “Acá me enseñaron a ser más flexible”

El cocinero de El Gourmet desciende de samuráis, es nutricionista y especialista en cocina vasca. Familia, Boca y pizza en El Cuartito.

Parece mentira. O al menos es raro. Que un japonés haya elegido la cocina vasca –sin conocer España ni hablar castellano– y se haya especializado en su gastronomía, habla de una fuerte personalidad. Y sí. Se comprende cuando uno se entera que Takehiro Ohno es de familia samurái –su tátara abuelo participó en la Revolución Miji–, nacido en Hokkaido, y que vivió con disciplina extrema, se graduó de nutricionista y se fue a Osaka para cumplir su propio mandato, en la escuela TEC Nichou: ser cocinero y darle rienda suelta a su pasión por una culinaria y un país que estaba en la otra punta del mapa.

Tanto hizo por llegar, que sus primeras armas las forjó en las hornallas del restaurante Vascu de Hakodate, ciudad portuaria del suroeste de Japón. Pero en cuanto pudo se instaló en el País Vasco y trabajó 4 años en el restó Zuberoa con un grande, Hilario Arbelaitz.

Noticias: ¿Por qué dedicarse a la gastronomía española?

Takehiro Ohno: Que un japonés se dedique a la gastronomía oriental, es normal. Hace 20 años que hago cocina española y sé qué ingredientes o sabores orientales le pueden gustar a los occidentales. Tengo esa ventaja. Elegí un camino un poco complicado pero al final me hice un favor. Además, los japoneses no inventamos autos… ¡Los copiamos y mejoramos! (risas)

Noticias: ¿Pero qué lo enamoró de esa cocina?

Ohno: ¿Viste la película “Karate Kid”? El muchacho no se enamora del karate, se enamora del maestro. Y a mí me pasó lo mismo. Mi maestro fue Akhiko Manada, que hacía cocina española. Si hubiera enseñado italiana, estaría cocinando spaghetti… Admiraba su maestría, su fuerza, su técnica.

Noticias: ¿Sabía algo del idioma español, de la historia?

Ohno: Nada de nada. Un día fui a ver la ópera “Carmen” de Bizet que daban en el teatro de Osaka. No entendí pero me llegó.

Noticias: ¿Le gusta que griten su nombre y lo paren por la calle? ¿En Japón sería poco probable?

Ohno: Cero probabilidad de que ocurra. En Japón eso no existe. ¿Y a mí quién me conoce en Japón? (risas)

Noticias: ¿Cuál es la gran diferencia entre Japón y nuestro país?

Ohno: Allá no está bien visto que un hombre muestre sus sentimientos. Menos todavía en mi caso, que vengo de samuráis. Cuanto más neutro, mejor. Si yo estoy contento y sonrío, será una falta de respeto para otro que está a mi lado y se siente triste. Fui criado así, con tres palabras: respeto, humildad y honor.

Noticias: ¿Al llegar a España aprovechó para reírse a carcajadas?

Ohno: No al principio. Me costó mucho adaptarme a lo occidental. Estuve dos años como pasante en Zuberoa, después me dieron permiso para trabajar dos años más. Y en ese momento llegó como pasante Fernando Trocca y nos hicimos muy amigos. Yo sufría la presión de ser un japonés haciendo cocina vasca entre los vascos. Entonces Trocca me ayudó para venir a la Argentina. Y ahí cambió mi vida. Hace 17 años que estoy acá.

Noticias: ¿Su primer trabajo en Buenos Aires?

Ohno: Fui chef –por primera vez en mi vida, con mucha gente a cargo– en La Rosa Negra, un clásico de San Isidro. Aunque tenía una línea muy marcada, me tomaron para revolucionar un poco los platos. Me costó poner orden, aprender a interactuar, y sentí la necesidad de aprender bien el castellano.

Noticias: Usted admira la creatividad de los cocineros argentinos ¿por qué?

Ohno: Son creativos gracias a que gozan de libertad. En Japón hay un dicho: “Si el clavo está salido, hay que darle con el martillo para que queden todos los clavos chatos”. La enseñanza desde el jardín de infantes es así. Si se te ocurre dejar un clavo más salido, te pegan para que no te rebeles con algo distinto, original, espontáneo. Yo crecí con ese estilo. Cuando llegué a este país y me dijeron “hacé lo que quieras, Ohno”, no lo podía creer. Pero también me dijeron “la responsabilidad es tuya”. Así se abrió mi mente, pero tuve muy claro que era responsable por los resultados.

Noticias: ¿Hace cocina de Asia para América Latina?

Ohno: Sí. Cuando llegué al casting del canal El gourmet se entusiasmaron para que hiciera cocina japonesa. Dije no. Porque yo tengo orgullo de samurái: soy cocinero de cocina vasca. Y ahí fue cuando la producción me preguntó si no quería agradecer a la Argentina por todo lo que me había dado, enseñando cocina asiática adaptada al gusto argentino. Y acepté, porque primero pienso en la gente y después en mí. Al tiempo logré hacer cocina vasca… Pero acá me enseñaron a no tener la cabeza dura del samurái y ser más flexible.

Noticias: ¿Viaja mucho?

Ohno: Hace 4 años que empecé dando clases. Al poco tiempo dije basta, así no sirve. Darle a la gente solo recetas que aprendí hace mucho… ¿qué le aportan? Entonces propuse hablar de mis experiencias, lo que hice bien, lo que me salió mal. Mi historia de vida es rica. Y le quiero dar ánimo a los latinos. Yo era un japonés que no hablaba castellano y ahora tengo programas de tevé para toda América. De mi sudor y mis lágrimas van a aprender más. Yo creo que si no hay experiencia no hay aprendizaje.

Noticias: ¿Qué cocina latina le parece más interesante?

Ohno: Cuando visito un país, no quiero que me lleven a restaurantes paquetes. Voy a los de la gente común, del pueblo. Y pregunto todo. Quiero saber las historias y sentir las emociones para comprender la receta. Me encanta la cocina colombiana porque tiene una variedad impresionante de platos típicos.

Noticias: ¿Dónde conoció a su mujer argentina?

Ohno: En Bariloche, en un casamiento. Elisa (46) es porteña. ¡Ella era la invitada y yo el cocinero! Argentina me regaló una vida increíble.

Noticias: Le regaló una familia. ¿Cuántos hijos tienen?

Ohno: Dos, Maiuko, la nena (12) –que significa capullo de seda– y Ginkgo (11)-por el árbol milenario que sobrevivió a la bomba atómica. Pero cerramos la fábrica. Uno nació acá y el otro en Japón.

Noticias: ¿Hablan japonés?

Ohno: No. Y no les voy a enseñar. Que crezcan como argentinos y sientan el orgullo de serlo. Si les enseño el idioma, pueden en un futuro querer trabajar en empresas japonesas. Y ése es un camino que yo no quiero marcar para nada.

Noticias: Su niñez y la de sus hijos, ¿son bien diferentes o…?

Ohno: ¡Muy distinta! ¡Tengo tanta envidia de ellos! (risas).Yo volví a Japón en el 2000 pero regresamos a la Argentina, porque decidí que mis hijos tenían que crecer en este país, no allá. Y se lo expliqué a mi padre, aunque fue bien duro para él. Mi madre me felicitó y me dijo: “El niño japonés no es feliz. Hacés bien”.

Noticias: ¿Y su adolescencia, cómo fue?

Ohno: Viví en más de 20 ciudades y pueblos del interior de Japón; en Hamamatsu, el pueblo donde nacieron los señores Honda, Suzuki y Yamaha, fue una experiencia descomunal para un joven. Todos los talleres de las fábricas eran vecinos, competían mal, era una locura…

Noticias: ¿Viaja a menudo a su patria?

Ohno: No. Hace dos años y medio fue la última vez por mi programa. Antes fuimos con Fernando Trocca a hacer cocina argentina en Tokio. Nos fue fantástico. En el 2000 estuve trabajando con mi padre en hotelería, su especialidad; pusimos un restaurante, quería aprender lo comercial, lo administrativo. Lo creativo es un tercio del restaurante. Hace falta lo otro.

Noticias: ¿Sus padres viven?

Ohno: Sí, mi padre tiene 74 y todavía trabaja, no puede jubilarse. Mi madre es ama de casa y una excelente repostera de línea alemana. ¡También rara, ella! ¡Una japonesa haciendo repostería germana!

Noticias: ¿Qué cocinaban en su casa?

Ohno: Recuerdo el osechi ryori, plato tradicional de Año Nuevo, que lleva dos días de trabajo. Y el 1 de enero, a la mañana, se tomaba ozoni, una sopa muy particular de cada familia, que debe guardar celosamente su receta. Mi abuela hacía cocina china porque vivió en época de guerra en Manchuria. Y enseñó a sus cuatro hijas –una de ellas, mi madre– a prepararla. Por eso para mí no es una cocina extranjera.

Noticias: ¿Qué beben en las casas japonesas?

Ohno: Té verde, cerveza… pero no con las comidas, antes o después. Los japoneses no sabemos tomar, no somos medidos. Si vas a Tokio te sorprendés. Muchos jóvenes duermen tirados en la calle, con terribles borracheras. Creo que es el gran estrés que tiene la mayoría del japonés medio, que está en ese sistema…

Noticias: ¿Va a abrir un restaurante propio?

Ohno: Ya tuve. Pero por ahora no, será cuando deje de viajar. Ahora estoy saliendo en la tele y por eso me invitan de todas partes. Es el momento para aprovecharlo.

Noticias: ¿Hincha de Boca?

Ohno: Sí, me gusta ir a El Cuartito a comer pizza y ver el partido el domingo a la tarde. ¡Me hace sentir tan argentino!

Noticias: ¿Llevó a su hijo a La Bombonera?

Ohno: Todavía no. Tiene que salir de su corazón y pedirlo.

Noticias: A pesar de su confeso amor por nuestra Argentina, ¿qué costumbres nuestras lo sacan de quicio?

Ohno: Semáforo en rojo. Japonés espera, argentino desespera. Ley es ley, buena o mala hay que cumplirla. No quiero morir. No quiero, porque mi vida es tan divina, me costó tanto armarla. ¡Y menos en un accidente de autos!

Esta es una versión digital adaptada. Para leer la entrevista completa, adquiera online la edición 1926 de la revista NOTICIAS, o encuéntrela en los principales quiosco del país. 

por Sissi Ciosescu

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