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PERSONAJES | 29-11-2013 16:53

Orly Benzacar: “El arte se transformó en una mercancía más”

Heredó la galería de su madre, Ruth, y le sumó su propia impronta impulsando a artistas jóvenes. Circuitos “cool” y deseo vs. inversión.

El arte le afloja las rodillas, le hace cosquillas en la panza, le produce alegría, orgullo, felicidad. Es su manera de entender y de ganarse la vida. Orly Benzacar dirige la galería que lleva el nombre de su madre, la prestigiosa galerista Ruth Benzacar, una mujer que dejó huella y supo cobijar en su espacio lo mejor del arte argentino contemporáneo.

Orly es inquieta, divertida, conversadora.

Su risa potente invade el living de su departamento de los `40, en la zona del Botánico. Un lugar bello, impecable, con un estilo moderno contemporáneo. Muebles de diseño, piezas antiguas y lámparas de época conviven con obras de artistas consagrados (Juan Battle Planas, León Ferrari, Jorge Macchi, Liliana Porter) y otros más jóvenes (Adrián Villar Rojas, Jazmín López, Eduardo Basualdo, Marina De Caro, Miguel Ballesteros).

Su viejo perro Alfonso es su único compañero en ese refugio. Muy buena anfitriona, le gusta cocinar, recibir gente y olvidarse del mundo en su casa del Delta. “Con un buen libro, musiquita y un mate en el muelle, ya está”, sintetiza. Madre de Mora (30), que trabaja con ella en la galería, y de Nicolás (28), artista plástico, y abuela de Elisa (1), es una mujer con “savoir vivre”.

Noticias: ¿Por qué el arte le afloja las rodillas?

Orly Benzacar: Por la experiencia vivencial al confrontarse con una obra. Estamos en un período de transición a no sé dónde, con la revolución tecnológica, donde la mira está mediada por una pantalla. Y, aunque podés ver arte así, cuando te parás frente al David de Miguel Ángel se te aflojan las rodillas. Por la escala, por la carga, por lo que significa, por lo divino, te corta el aire, y esa experiencia es solo en vivo y en directo. Lo mismo te pasa con el Guernica y tantos otros.

Noticias: El arte parece hoy muy abarcativo. ¿Qué es para usted?

Benzacar: Con una mirada moderna te diría que arte es todo. Es la forma de expresarse usando los medios que se te cante. No hay límites ni fronteras para la creatividad.

Noticias: ¿Qué tiene en cuenta al elegir un artista para su galería?

Benzacar: Que me interese, que me haga cosquillita la panza, que me mueva las neuronas. Si no me gusta no lo pongo, y no podría hacer negocio si no priorizo mi gusto. Me parece difícil poder vender algo con entusiasmo de lo que no estás totalmente convencida. En ese sentido, mamá era menos rigurosa que yo.

Noticias: ¿Cómo es estar en el medio de artistas y compradores?

Benzacar: Soy como el jamón del sándwich. Las dos puntas son muy particulares y ser el nexo entre ellas es superadrenalínico para mí. Por eso también me interesa lo contemporáneo, porque es acompañar el arte de mi tiempo.

Noticias: ¿Qué consejos les ofrece a esas dos puntas tan particulares?

Benzacar: En general, no aconsejo a los artistas porque si son buenos, no tengo que aconsejar nada. Sí espero. Lo que más espero de un artista es honestidad intelectual. Que haga lo que quiera, pero que se comprometa desde lo visceral con su creación y que sea genuino. Cuando un artista empieza a aflojar a ese nivel, se nota y no está nada bueno. Y con el comprador, sobre todo con el principiante, trato de lograr mucha confianza. Yo respeto mucho su gusto, no trato de inducirle el mío, y lo acompaño para que la cabeza se abra, se suelte y sea permeable a la experiencia de entrar en este mundo.

Noticias: ¿Solo el gusto personal hay que tener en cuenta al comprar una obra?

Benzacar: Hay que asesorarse bien e ir a buenas galerías. Nosotros tenemos casi 50 años de existencia y nunca nadie vino a denunciarnos por nada. Ya solo el nombre y la historia de mamá es una garantía de calidad. Yo tengo artistas emergentes, otros de mediana trayectoria y algunos consagrados, todos de calidad, y aconsejo con convicción. Luego entra a jugar el gusto y las posibilidades económicas del comprador.

Noticias: ¿El arte está de moda? ¿Es “cool”? ¿Está bien visto coleccionar?

Benzacar: Con el triunfo de este capitalismo salvaje, el arte se ha transformado en una mercancía más, y da un cierto status. Y, como tal, ocupa lugares de moda, de prestigio y de ascenso social. Entonces, si querés pertenecer a determinados circuitos tenés que poner una obrita en tu casa y colgar el cuadro de Fulano. En este consumir creció también la oferta de museos, el arte se hizo más masivo y se convirtió en un espectáculo. Las colas en el Metropolitan, en el Malba o en la Tate Modern, sus cafés llenos, demuestran que ir al museo se transformó en una salida que va más allá de lo artístico. A nadie se le ocurre viajar a Nueva York y no ir al MoMA. Eso no ocurría hace treinta años y es buenísimo que pase.

Orly Benzacar creció en un ambiente bohemio. Sus padres eran románticos y pequeños coleccionistas. La familia vivía en un PH en Caballito y sus amigos artistas habían percibido que Ruth tenía un gran don para juntar gente. Por eso, cuando el padre de Orly –un ingeniero agrónomo– quebró, impulsaron a Ruth para que hiciera algo relacionado con el arte. “Así empezó la historia. Mamá armaba reuniones en casa los viernes a la noche, invitaba gente, organizaba algún concierto, en invierno servía vino caliente, todo muy sofisticado y excéntrico. Y no estábamos en la zona más “cool” de Caballito, era bien “rioba”. En mi cuarto, arriba de mi cama, había un placard abierto con cuadros de Berni, Battle Planas, Castagnino, Butler. Berni me hizo un retrato cuando tenía 11 años. Yo estaba acostumbrada a tratar con los artistas, mamá me llevaba a los talleres y a las exposiciones. Me acuerdo de las muestras de Le Parc y de Polesello en el Di Tella, de Nacha, Jorge Schussheim, los I Mucisisti”.

La vida de Orly parecía encaminada, incluso llegó a estudiar distintas disciplinas artísticas en el Labardén, pero a los 18 tuvo un ataque de “rebeldía” y decidió dedicarse a la ciencia. Se recibió de bióloga y trabajo diez años en biotecnología, produciendo plantas in vitro. Durante su estadía de casi un año en Suiza, con su ex marido que fue a especializarse como químico, en un pueblo demasiado tranquilo, tuvo tiempo de replantearse su vida y de conversar largamente con su madre cuando iba a visitarla. Fue ella quien le propuso incorporarse a la galería. Cuando volvió a Buenos Aires decidió probar y no se arrepintió. Trabajó diez años con su madre, hasta que Ruth murió inesperadamente en el 2000.

Noticias: ¿Cómo fue el ensamble entre el mundo científico y el artístico?

Benzacar: No tuve que hacer nada, el arte me vino de cuna, no sé vivir sin esto, y me llama la atención cuando entro en una casa y no hay arte. Y tener una formación científica me ordenó, me permitió un pensamiento muy sistematizado y ponerle una bajada de racionalidad a este otro mundo más volador y fantasioso. En definitiva, ser bióloga me hace ser mejor galerista.

Noticias: Su madre fue una mujer reconocida y respetada. ¿Cómo fue trabajar con ella?

Benzacar: Copado, porque nuestra relación fue de mujer a mujer. Muy generosa, enseguida me dio un lugar a su lado, codo a codo, y yo absorbí todo como una esponjita. El primer viaje que hicimos juntas en esa época fue a Nueva York, a ver los museos, y después empezamos a ir mucho a Madrid, París, Londres. Era alucinante viajar con ella porque era una mujer muy “avant garde”, le llamaba la atención lo más avanzado. Siempre me llenó de orgullo y admiración.

Noticias: Con una impronta tan fuerte, debe haber sido difícil sostener la galería cuando ella faltó.

Benzacar: Pasó de todo. Hubo un éxodo grande de artistas, fue muy doloroso para mí porque parecía que me estaban sacando un voto de confianza y, además, no dejaron ni que pasara el duelo. Pero a la larga me hicieron un favor, porque se quedaron los de mi generación y los grandes que saben acompañar su tiempo de otra manera. También hubo movimientos en los compradores, coleccionistas y amigos de mi madre.

Noticias: ¿Cómo salió adelante?

Benzacar: Hice lo que pude. Dos cosas fueron muy buenas: una, la creación a nivel nacional del premio Curriculum 0, para artistas de 15 a 30 años que no hubiesen tenido una muestra individual. Totalmente abierto a distintas manifestaciones, el premio consistía en una exposición individual en la galería. Lo hicimos durante diez años, hasta el 2012, y fue muy interesante porque gran parte del arte contemporáneo argentino de esa década pasó por ahí. Lo segundo importante fue que me aceptaron en la Art Basel Miami Beach, desde el 2002 estoy participando en la feria, y eso fue trascendental para la galería.

Noticias: Las vueltas de la vida: ahora es su hija la que esté trabajando con usted.

Benzacar: Mora es como era yo. La historia se va repitiendo, con mi mamá nos complementábamos mucho y con mi hija me pasa lo mismo. Está muy entusiasmada con la galería y, aunque somos muy diferentes, creo que hemos logrado un buen team.

Noticias: ¿Qué fue lo más impactante de lo que vio últimamente?

Benzacar: Uno de los fenómenos más interesantes es Adrián Villar Rojas, un rosarino que ganó Curriculum 0 a los 22 años e hizo la carrera más meteórica del arte argentino. Hoy, a los 33, tiene una muestra increíble en la Serpentine Gallery de Londres, y ya estuvo en Documenta, en la Bienal de Venecia, en el One Piece del MoMA. Y la Tate y el MoMA compraron su obra. Es muy impresionante lo que hace. Y otro que me gusta mucho por su dimensión y solidez de artista, y que sigue siendo de mi galería, es Jorge Macchi. Este año vi una muestra suya antológica en el Museo de Lucerna, en Suiza.

Noticias: Finalmente, ¿algún otro secreto para ser un buen galerista?

Benzacar: ¡Para contestar eso me tienen que pagar! (su risa invade todo).

por Cecilia Escola

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