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POLíTICA | 06-12-2013 11:58

Las dos caras del presidente Coqui Capitanich

Nuevo vocero del Gobierno, fue menemista y duhaldista. Su infancia pobre en el Chaco y el fanatismo católico. Plan 2015.

Uno de los primeros llamados que hizo Jorge Milton Capitanich cuando se enteró de que iba a ser jefe de Gabinete fue a su ex esposa, Sandra Mendoza, con quien mantuvo algunas de las peleas más bizarras e impactantes de la historia política. Buscaba contenerla frente al nuevo desafío que le acababa de otorgar la Presidenta: “Voy a ser el próximo jefe de Gabinete”, le dijo seco. Sandra jura que lo tomó con indiferencia y que respetó el pedido de Capitanich para que mantuviera un estricto perfil bajo durante su gestión. Esta vez, “Coqui” necesitaba brillar y no quería volver a embarrarse por las locuras de su ex mujer.

Sin el peso de “la Sandra”, como le dicen en el Chaco, Capitanich se siente más seguro para marcar la agenda y empezar a diagramar su futuro que tiene una parada clave en el 2015. Por ahora no lo piensa decir en público, pero sueña con ser presidente y heredar

el lugar que Cristina tendrá que dejar dentro de dos años. Su desembarco en la Casa Rosada lo convirtió en el vocero oficial de un Gobierno que no estaba acostumbrado a dar respuestas. Su hiperactividad, que lo lleva a trabajar hasta 16 horas al día, sacudió la modorra del oficialismo que parecía paralizado tras el reposo obligado de la Presidenta. Y ahora, esa  misma hiperactividad empieza a generar recelos entre ministros y funcionarios.

En 15 días de gestión se reunió con más de diez gobernadores incluidos los opositores Mauricio Macri y Antonio Bonfatti, y su posible rival en el 2015, Daniel Scioli.

Visitó el Congreso, estableció metas de gestión, se reunió con todos los ministros, habló en la conferencia de la Unión Industrial Argentina (UIA), viajó al Paraguay para diagramar políticas para luchar contra el dengue y le puso la cara al giro a la derecha que el Gobierno puso en marcha tras la derrota en las elecciones: explicó sin inmutarse el acuerdo con Repsol, el aumento del 20% al 35% para las compras con tarjeta en el exterior y la negativa del Gobierno a dar un plus a jubilados para fin de año. Y hasta

habla con los periodistas a diario, una herejía para el antiguo libreto K.

Capitanich es un pragmático. Un peronista de paladar negro. Experto en economía. Que gobernó con mano firme el Chaco, su provincia, donde dejó un manojo de denuncias de corrupción que incluyen el desvío de fondos públicos al Club Sarmiento que él mismo presidió. Ultracatólico, va todos los domingos a misa. Es descendiente de yugoslavos, tiene dos hijas y un origen humilde. Pasó de vivir en un paraje rural llamado “La Montenegrina” a amasar un patrimonio de 3.796.122 pesos. “En el primer trimestre de 2014, acomodamos los números de la economía. Si sale bien, tengo todo por ganar”, se ilusiona.

Coqui” es uno de los pocos funcionarios que se animan a hablarle sin vueltas a la

Presidenta y que no tiene problemas en mostrar sus diferencias. Ambos se

conocen de cuando eran senadores. Fueron compañeros de la Cámara alta

entre el 2001 y el 2007, con una breve interrupción en el 2002, cuando Capitanich

fue jefe de Gabinete de Eduardo Duhalde.

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TapaNoticias1928

por Nicolás Diana, Rodis Recalt

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