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SOCIEDAD | 08-01-2014 19:43

Inmobiliaria Mazza S.A

El resort inaugurado por la modelo y Gravier aspira a ser el más exclusivo. Quejas de vecinos.

Para Valeria Mazza (41) y su marido Alejandro Gravier (51), el paso por Punta del Este nunca es del todo en plan de vacaciones. Porque, más allá de ser habitués indiscutibles del balneario, no solo son uno de los clanes más playeros de la farándula sino que, además, están definitivamente establecidos como desarrolladores inmobiliarios y, ahora también, como empresarios hoteleros. Nada, ni siquiera el extraño robo a su mansión de Acassuso durante el año nuevo, una casa plagada de cámaras de seguridad, hizo que la pareja pegara la vuelta.

En Punta del Este, el “chiche nuevo” del matrimonio es el Selenza Village + Hotel y su correspondiente Club de Mar, un complejo de tres hectáreas ubicado sobre la ruta 10, frente a la costa, en la zona de Manantiales. El desarrollo consiste en un exclusivísimo hotel boutique –solo 32 habitaciones–, una serie de casas y departamentos (el “Village”), un spa de mil metros cuadrados de superficie que será alimentado con agua de mar y una playa privada, cuya propuesta gastronómica mezcla lo vernáculo con lo mediterráneo. El “must” es la paella del chef Manuel Moreno.

Los departamentos del Village son 48 –cuatro edificios de doce unidades cada uno– y vienen en todos los talles y para todos los gustos: 2, 3 y 4 dormitorios, dos cocheras y parrilla en cada balcón, para que no falte el asadito veraniego, y pileta privada para las unidades en la planta baja.

El primer bloque de departamentos fue entregado, como rito inaugural de la temporada, a mediados de diciembre. Pese a que el mercado inmobiliario no está fácil, mal no les ha ido con la venta: quedan disponibles solo dos unidades, de dos y de tres dormitorios. Y, a contramano de la tendencia de los últimos dos años vinculada con la invasión de turistas e inversores brasileños, el 70% de los felices propietarios son argentinos. El precio: 690.000 dólares (el precio oscila entre los 2.600 y los 3.200 dólares el metro cuadrado). El segundo bloque de departamentos tendrá su corte de cinta en marzo; el tercero, recién en el 2015, cuando se inaugurará también el sector de amenities del hotel. El cuarto aún no comenzó a construirse.

Las casas –que aún son solo maquetas y planos, aunque están saliendo ya a la venta– son apenas una docena, todas de 350 metros cuadrados, con tres dormitorios, dependencia de servicio, pileta, cochera subterránea y hasta su propia cava. El valor agregado, tanto para las casas como para los departamentos, es que sus propietarios pueden disfrutar de las vacaciones sin mover un dedo: cuentan con todos los servicios gastronómicos y de “housekeeping” del hotel cinco estrellas que forma parte del complejo.

La disponibilidad del Club de Mar, sin embargo, no está garantizada para los propietarios. El uso de la playa es una concesión que debe renovarse anualmente con el gobierno municipal. Esta es su segunda temporada y, según explican fuentes ligadas al proyecto, hay una relación con las autoridades lo suficientemente buena y aceitada como para asegurar que la concesión sea siempre renovada.

El socio extranjero. Pero el matrimonio Mazza-Gravier no está solo detrás del emprendimiento. Su socio estratégico es el español Félix Abánades, presidente de la compañía Quabit. El Selenza de Punta del Este sería el puntapié inicial de un proyecto mucho más ambicioso: una cadena de hoteles, dentro del estilo de hiperlujo y altísima calidad de servicios que están desarrollando en el balneario, con sedes en Argentina, Brasil y México.

Pero además, este no es el único proyecto ni bajo la marca Selenza, ni bajo la batuta de Gravier y su socio español. En enero del 2013 lanzaron el desarrollo Selenza Laguna del Sauce, una serie de 61 chacras de luxe de cinco hectáreas cada una. Afirman los responsables que el proyecto de Laguna del Sauce ha sido diseñado para cuidar al máximo el medio ambiente, creando una reserva natural que preserve tanto las costas de la laguna como la vegetación. Y es bueno que lo aclaren, dado que no sería la primera vez que son cuestionados por sus prácticas ambientales.

La construcción del Hotel+Village en Manantiales comenzó en el año 2010, pero recién en diciembre del 2013 Valeria Mazza en persona –que es, además, la imagen publicitaria del proyecto– cortó la cinta inaugural y se entregaron los primeros departamentos a los audaces propietarios que apostaron al emprendimiento. Sin embargo, durante el proceso de construcción, tuvieron que enfrentar el berrinche de varios vecinos de la zona de Manantiales.

Hubo acusaciones –y hasta acciones judiciales– que afirmaban que nunca se habían hecho los correspondientes estudios de impacto ambiental para la construcción de edificios razonablemente altos en una zona que se caracteriza por un cierto aire pueblerino, donde nada excede las dos plantas de altura. Selenza está ubicado sobre un terreno alto, que tuvo que ser nivelado y librado de vida vegetal para comenzar la construcción, lo cual, en su momento, molestó a los vecinos más tradicionales. Sin embargo, en el municipio, todos los papeles estarían en regla por lo que, pese a las protestas, nada detuvo el avance.

Sin embargo, aquella protesta de vecinos ecologistas no fue el único dolor de cabeza que el matrimonio Gravier sufrió en torno a sus negocios inmobiliarios. En septiembre del 2013, las oficinas porteñas de Vamagra Group S.A. (la empresa de Gravier y Mazza, el acrónimo no se caracteriza por la creatividad, precisamente) fueron allanadas por la justicia en el contexto de una investigación por una presunta estafa.

Según las versiones que circularon hace ya más de cuatro meses, Vamagra habría vendido unos terrenos a unos desarrolladores inmobiliarios que, a su vez, los lotearon para construir departamentos. Estos desarrolladores –cuyo nombre nunca trascendió– habrían vendido un departamento por adelantado, bajo la figura de fideicomiso inmobiliario, e incumplido los términos del contrato, por lo que el comprador habría demandado ya no solo a los que se quedaron con su dinero, sino también a los propietarios originales de las tierras, la dupla Mazza-Gravier, aun cuando ya hacía tiempo que se habían desligado de esos lotes. Las pericias confirmaron la versión de Vamagra: que hacía demasiado tiempo que no tenían nada que ver. Hoy, sin embargo y pese a las polémicas, los negocios parecen ir viento en popa.

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por Diego Gualda

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