Las imágenes de una Bristol hiperpoblada nos convencen cada verano de que Mar del Plata es solo un balneario. Las 650.000 personas que viven allí todo el año son la prueba de que es mucho más que eso: Mardel es una ciudad hecha y derecha que ahora hasta tiene su propio museo de arte contemporáneo, el MAR. Las alternativas culturales crecen y los artistas locales, que son muchos, se juntan a brindar por ello en “La Guagua”, el bar/restaurante/galería de arte de las legalmente casadas y futuras madres Valeria Gaete y Susana Güichal. Aquí, el santo al que se le prende una velita todas las noches es Andy Warhol: “I think everybody should like everybody” (Creo que a todos nos tienen que gustar todos), reza un cartel en la barra. Ese es el espíritu de “La Guagua”: abrir la mente para conocer un arte y una gastronomía marplatenses alejados de lo tradicional.
“La Guagua”, que es como se llama a los colectivos en Cuba, propone un recorrido gastronómico por Latinoamérica en platos sencillos pero sabrosos: quesadillas y burritos mexicanos con tortillas caseras y rellenos variados; bandeja paisa colombiana, con estofado de carne y cerdo, guacamole, frijoles negros, panceta y huevo; lomo saltado peruano, con papas fritas y tomate); salchipapa boliviana; empanaditas de camarón chilenas. Los platos no siempre salen a buena temperatura de la cocina y la elección de ciertos productos, como el queso mantecoso para las quesadillas, a veces no es acertada pero el sabor está. También hay emparedados, antojitos, ensaladas para armar, y clásicos argentinos como la milanesa. La hamburguesa vegetariana, de frijoles y vegetales, bien sazonada, con cheddar y huevo a la plancha, es uno de los hits de la casa. Fuera de temporada, cuando “La Guagua” abre al mediodía, se suma un plato casero del día, consumo obligatorio de los locales.
En temporada, “La Guagua” tiene alma de bar. La carta de tragos fue creada por el bartender Leonardo Speroni (ex Olsen) y hoy es Valeria Gaete quien la ejecuta, mientras canta temas de películas de Almodóvar. Los tragos son simples pero bien logrados: Satan Fest (Pineral, pomelo y lima); mojito de albahaca; Pink Flamingo (pomelo, vodka, Hesperidina, pepino y granadina); Limonada pícara de la casa (con ron, pisco o gin), herencia de “Masamadre” y “La Prometida”, los boliches porteños de Juan Marín, mentor de Valeria. El happy hour dura todo el día y todos los días en tragos seleccionados, en su mayoría clásicos más un par de originales como la Batida de Jengibre (jengibre, limón, leche condensada, vodka y triple sec). También hay jugos y batidas, licuados en criollo, para los abstemios.
Una vez por mes, “La Guagua” invita a dos artistas marplatenses a colgar su arte en las paredes e intervenir los vidrios del frente del local. Los muebles retro, los pizarrones, la música y la media luz, completan la onda de este original rincón de La Feliz.
por Cayetana Vidal Buzzi
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