Fue en el acto de anoche en Casa Rosada donde la presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció Obras para Chaco y Santiago del Estero. Además inauguró obras en Cañuelas, Villa La Angostura y Córdoba.
Mientras la mandataria estaba hablando, por cadena nacional, en una videoconferencia con una nena de Villa La Angostura, apareció el "chino" y se mandó por atrás. Otro que llegó tarde fue Pichetto. Cristina lo remarcó en el discurso: "No lo veo al amigo Pichetto, ¿dónde está? Ah, llegaste tarde Miguelito".
La relación con Zaninni es distinta a la de Piuchetto. Hace años que son muy cercanos y en el día a día es el funcionario que más acceso tiene a CFK. Ya desde el 2010, Zannini actuó de sustituto psicológico y político de Kichner. Y sus afanes (o fantasías) de “estratega” político los ejerció a través de Máximo Kirchner, el hijo presidencial, a quien el oficialismo sindica como “jefe” de La Cámpora pero que no pasa de ser un calificado influyente a la hora de llenarle la cabeza a la Presidenta.
Un líder forzado, condicionado por la herencia y arrinconado por el presente familiar.Entre Máximo y Zannini forman teóricamente la “última línea”, la verdadera retaguardia, el mayor y único soporte político de la Presidenta. Tienen mucho en común: bajo perfil, cero ostentación, odio mediático e “inteligencia” propia, a cargo de otro cordobés clave del entorno, Héctor “Pichi” Icazuriaga, precisamente director de la Secretaría de Inteligencia.
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