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RESTAURANTES | 11-04-2014 08:00

“Fukuro Noodle House”, la reencarnación del fideo

Costa Rica 5514, Palermo. (11)3290-0912. Cocina asiática fusión. Martes y jueves de 20 a 24. Viernes y sábado 20 a 1. Solo efectivo. Precio promedio a la carta: $ 140.

Ya cuando parecía que nada volvería a sorprendernos en el circuito gastronómico palermitano, llegó una propuesta original. Se trata de un “noodle house” (casa de fideos), establecimiento de comida al paso típicamente japonés, donde se sirve principalmente ramen: una sopa de fideos que poco tienen que ver con los de la pasta del domingo, en un caldo que lleva horas de preparación, al que se le agregan carnes, huevo, verduras, etc. Un bowl de ramen equivale a una comida completa y se come acodado en la barra, sorbiendo ruidosamente el caldo.

Al menos así se estila en Japón pero, salvo excepciones, es lo único que en “Fukuro Noodle House”, no sigue costumbres orientales. Aquí también hay solo barras, con bancos para que esté cómodo hasta el más ancho; las paredes están cubiertas de graffitis, vitrinas con juguetes de vinilo y tablas de skate. Esta ambientación, sumada a la media luz, el público extranjero y la originalidad de la comida; nos transportan a un país lejano, en pleno Palermo.

Los dueños de “Fukuro Noodle House” son un argentino, Matías Camozzi, y su mujer norteamericana, Vanessa. Se conocieron estudiando en los Estados Unidos y juntos emprendieron un maratón de muchos años por las barras y cocinas de la ciudad de Washington, solo interrumpida por viajes a Asia, gran pasión de ambos. De cada país y de cada amigo asiático que encontraron en los Estados Unidos, tomaron sus recetas preferidas para abrir el que sería su “noodle house” porteño.

En “Fukuro Noodle House”, ellos mismos elaboran los noodles alcalinos, principal secreto del ramen (la alcalinidad, algo así como el PH de fideo, permite que se “peguen” el caldo y los sabores). El caldo, el otro ingrediente fundamental del ramen, lleva entre 24 y 48 horas de elaboración para lograr la concentración perfecta de sabor. El preferido, no se asuste, está hecho a base de huesos de cerdo: tiene una consistencia, textura y sabor únicos. Siempre tiene la opción de elegir el de algas kombu y hongos shitake, más liviano. En ambos casos, al caldo y los noodles se le suman carnes de pollo o cerdo, verduras varias y un huevo poché, que se rompe y se mezcla con el líquido.

La carta es corta pero ejecutada con consistencia nipona: además de ramen, hay dumplins y streamed buns. Los dumplins son una suerte de ravioles cocidos al vapor, una pasión mundial hasta ahora inhallable en Buenos Aires. En “Fukuro” vienen #PiggyStyle (aquí todo tiene su hashtag que linkea a fotos en la página), es decir, rellenos de cerdo más akusay, ajo y jengibre; y cubiertos con una reducción de salsa de soja y azúcar. Los steamed buns o “bao”, en taiwanés, son unos pañuelitos de masa superesponjosa rellenos de cerdo o roast beef asados a fuego lento. Toda carne puede reemplazarse por hongos shitake, para fortuna de los vegetarianos.

Las sorpresas continúan hasta el final. El postre, una galleta deliciosa, viene en una cajita con cara de animal, acompañada de un vaso de leche saborizada. En “Fukuro” todo es un viaje, abra la cabeza.

por Cayetana Vidal Buzzi

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