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RESTAURANTES | 25-04-2014 08:00

“Zirkel”, una cita con la noche

Corrientes 327, piso 22. 4311-3313. Cocina europea moderna/alemana. Lunes de 9 a 21. Martes a viernes de 9 a 24. Sábados de 17 a 24. Reservas. Principales tarjetas. Precio promedio (noche): $ 300.

Entrar de noche a un edificio de oficinas en pleno microcentro porteño se siente como algo prohibido. Cruzar el lobby desierto ante las miradas de los guardias de seguridad, llegar al ascensor y que no haya piso 22, que es adonde uno tiene anotado que debe ir, tocar entonces el piso 21 y bajarse en una recepción también desierta, cruzar una sala donde se exponen escudos germanos.

Finalmente, ver una escalera circular, alfombrada, que parece decirnos: “es por acá”, es casi una aventura. Efectivamente, un piso más arriba está nuestra recompensa: “Zirkel”, el nuevo restaurante del Club Alemán en Buenos Aires, con una espectacular vista de 360º de la ciudad.

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El responsable de “Zirkel” es Carlos María Esnal, personaje establecido de la escena gastronómica porteña, creador del célebre “Katrine” en los '90 y luego a cargo de, entre otros, del “Museo Renault” y “La Colección”, en el Museo Fortabat.

Esnal aceptó tomar la concesión del lugar a condición de romper las férreas reglas de etiqueta del Club Alemán, donde solo podían ingresar hombres de traje que hablaran alemán. Ahora entramos todos y todas y el mundo del cortejo agradecido, porque es una locación infalible para una cita, sobre todo de noche.

La cocina de “Zirkel” también expandió sus horizontes hacia toda Europa, pero sin perder su influencia alemana. De hecho, los mejores platos que probamos son clásicos germánicos revisitados: los arenques en vinagre (aquí lachas, a falta del original) con láminas de manzana verde, cebolla morada y crema en una alquimia original y perfecta; sabroso el cerdo ahumado con repollo agridulce y batatas en salsa de oporto y ciruelas; y strudel de duraznos, con una masa fina, liviana y crocante, más crema de cinco especias y helado de durazno. En todos los casos se sumó una preparación y presentación contemporánea, con buenos resultados.

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El chef a cargo es Germán Ruberto, quién se educó, entre otros, con el mítico Jamie Oliver en Londres. Además de los platos con mayor influencia alemana, Ruberto sumó otros de influencias diversas como los pulpitos en su jugo, pimentón ahumado y papas rondelle; el pacú con ensalada de lentejas y quinoa crocante (excelente materia prima, en una realización desabrida); y dos risotti, no tan originales pero sabrosos: el Nero si sepia, con ragout de mariscos y hierbas frescas; y el Milanese, con espinacas y tomates confitados.

Los mediodías de “Zirkel” tienen un perfil más ejecutivo. Hay buenos sándwiches como el de salmón ahumado, brie y pesto de berros; e, infaltable, uno con reminiscencias alemanas: lomo con panceta crocante, compota de cebollas y fino omelette.

En la recepción está el bar y en medio del amplio salón, las dos cavas vidriadas, una de tintos y otra de blancos y ejemplares especiales. Lo mejor es llegar para el after office, tomarse una copa y ver caer la noche. Si quiere siga con los negocios, pero “Zirkel” no falla para primeras citas, reencuentros y reconciliaciones. Las luces de Buenos Aires hacen magia.

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por Cayetana Vidal Buzzi

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