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TEATRO | 15-05-2014 19:26

“Guayaquil, una historia de amor”, una fuerza poderosa

De Mario Diament. Con Edgardo Moreira, Ana Yovino y elenco. Dirección: Manuel Iedvabni. Teatro del Pueblo, Roque Sáenz Peña 943.

★★★★ Mario Diament cultiva en esta pieza una especie de revisionismo conjetural, que ya había transitado con toda fortuna en “Un informe sobre la banalidad del amor” (2009), donde exploraba la relación entre Martin Heidegger y Hannah Arendt.

En este caso se trata del encuentro entre José de San Martín y Simón Bolívar que tuvo lugar en Guayaquil en 1822 y que constituye una de las más grandes incógnitas de la historia de la emancipación latinoamericana.

En un escenario de conformación significativamente simétrica, San Martín (Edgardo Moreira) y Bolívar (Pablo Razuk) aparecen sentados de espaldas al público y cavilan sobre su próximo encuentro. En el mejor estilo de una partida de ajedrez mental diseñan estrategias y especulan, cada uno por su lado, sobre las intenciones y las fuerzas del otro.

Están acompañados por sus respectivos edecanes: Rufino Guido (Rodrigo Pagano), siempre cerca de San Martín, y junto a Bolívar, Tomás de Mosquera (Luis Gasloli), quien llegaría a ser el controvertido presidente de la Confederación Granadina y más tarde de los Estados Unidos de Colombia.

Pero la propuesta más interesante de la pieza, tal como lo indica el subtítulo, es la participación de las mujeres en este mítico encuentro. Rosa Campuzano (Georgina Rey) era la amante de San Martín, y Manuela Sáenz (Ana Yovino) fue la compañera de Bolívar hasta el fin de sus días. La obra les da un protagonismo que los libros de historia se obstinaron en disimular durante más de un siglo, y Diament, con toda audacia, se permite especialmente con ellas usar un lenguaje moderno y desenfadado.

Solo en los últimos tramos de la pieza se advierte la importancia de su participación en este encuentro en particular y en general en la epopeya libertadora; pero hasta ese momento su presentación parece conformarse con la mirada social que las arrinconaba en un lugar, digamos, ilegítimo: pura ambición y sensualidad.

“Guayaquil” presenta a dos grandes héroes de la historia lejos de la almidonada admiración de los textos escolares. Muestra sus costados más humanos, sus debilidades, y lo que resulta más osado y conmovedor, la fuerza del amor en sus vidas de soldados.

Son muy buenas las actuaciones, incluyendo la del tímido historiador (Santiago Figueroa), que consigue entrevistar a un cansado San Martín veinte años después del famoso encuentro.

La dirección de Manuel Iedvabni maneja con eficacia el ritmo y el clima para dar vida alternativamente a uno y otro héroe. La entrada de las mujeres en escena, sin embargo, puede confundir en cuanto al verdadero lugar que ocuparon en el mundo: como se ve avanzada la pieza, algunas cortesanas de entonces eran en realidad poderosas operadoras políticas.

por Cecilia Absatz

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