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SITIOS EXTERNOS | 27-06-2014 09:24

Lionel Messi, el salvador de la patria

Se espera que en la cancha sea un dios. Lo presionan negocios millonarios, su familia y la ilusión argentina. Intimidad de un ídolo que pretende ser un hombre común.

Messi es Argentina y Argentina es Messi. La necesidad es mutua y el amor también. Uno alimenta al otro. Messi no precisa que su avión se precipite en Medellín o Porto Alegre para transformarse en leyenda nacional. Ya es Gardel. La tragedia Argentina lo convirtió en tal. Cada vez que cae el peso crece más la imagen del nuevo 10. Cuando se reducen las reservas de moneda extranjera aumentan sus goles. Siempre que empeoran los bonos soberanos mejoran sus regates. Messi juega para el país tanto como para la selección. Es el salvador de la patria. 

Messi es una estrella solitaria en la noche argentina. Nos orienta en los laberintos de Sabella y nos distrae de las confusiones de Cristina; esconde las torpezas de la defensa y disimula las decisiones ministeriales; nos hace creer que todos los rivales son fáciles y nos aleja de los fondos buitres. Por un momento Messi permite que todos los argentinos nos olvidemos del juez Griesa y del lateral Zabaleta; del encarecimiento de las importaciones y de la ineficacia goleadora de Higuaín; del alza inflacionaria y del bajón del ‘Kun’ Agüero.

Messi, todopoderoso, convocó más de 76 mil espectadores, record de este Mundial, en el Maracaná contra Bosnia. Y llenó de compatriotas las playas cariocas. Coloreó de blanquiceleste Belo Horizonte y transformó al Mineirão en otro Monumental ante Irán. Convirtió a Porto Alegre en una ciudad tomada y al Beira Rio en una extensión nacional frente a Nigeria.

Y no defraudó en ninguno de los tres partidos; justificó los 4.822 kilómetros que exige ese periplo: metió el gol del triunfo en Rio de Janeiro, hizo el único tanto –también de la victoria– en Minas Gerais y convirtió dos veces para ganarle a Nigeria en Rio Grande do Sul, tornándose goleador momentáneo de la Copa y clasificando a la selección en primer lugar de su Grupo –para encarar la llave más fácil de Octavos y Cuartos de Final–. ‘Lio’ cumple, ‘Leo’ no decepciona. Messi da más de lo que pide y casi nada pide. Apenas el amor de la gente que, por fin, parece ser incondicional. Si así no lo fuere que Dios y la patria nos lo demanden.

Messi, después de Nigeria, comienza a meterle miedo –real– a los brasileños. Y no importa lo que suceda el martes primero de julio, en San Pablo, frente a la Suiza del picante Shaqiri o después, el sábado cinco en Brasilia, probablemente ante la Francia del eficaz Benzemá y en la penúltima etapa, el miércoles nueve, seguramente contra la Holanda del imparable Robben.

Mucho menos importa lo que ocurra el domingo trece, en la Final del Maracaná, frente al Brasil de su compañero de club Neymar; o ante Alemania que querrá eliminarnos como en los dos últimos Mundiales. Nada de eso interesa. Messi ya hizo más que todo el resto junto, ya encaminó a la selección, ya la rescató de sus momentos de mayor desconcierto y de la angustia inicial.

Messi no precisa ser el Maradona de 1986 porque, de algún modo, ya lo es, aunque la historia –para igualarlo– le pedirá la faja de campeón y la medalla de oro sobre el pecho. Que la historia pida, la realidad dirá. Como mal recuerda la propia historia, que con el pasar del tiempo se novela a si misma, Maradona no ganó aquel título solo… Lo conquistó con Ruggeri, con Burruchaga, con Valdano. Solo nadie gana en el fútbol. Pelé ganó con Zagallo, Gilmar y Garrincha, después con Tostão, Jairzinho y Carlos Alberto… El problema es que Messi, hasta ahora y diferente de Maradona en aquél Mundial, está sólo o casi solo.

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Tapa-Noticias-Messi

(*) El autor es director de Perfil Brasil y columnista durante el mundial para NOTICIAS. Acaba de presentar su nuevo libro, “Glorias robadas” (Ed. Figurati), en el que investiga la vinculación entre la política y la dictaduras en los distintos mundiales. También publicó “Archivo (sin) Final”, publicado en mayo por Ediciones del Empedrado, con historias y anécdotas de los mundiales desde 1930 a la actualidad. Lea la nota completa en la última edición impresa de Revista NOTICIAS.

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