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MUNDO | 25-09-2014 21:13

Víctimas del grupo Hamas

Desde el campo de batalla, el horror del terrorismo palestino. Crisis interna y sus propios civiles en la línea de fuego.

El cuerpo del pequeño Mohammed Malaka, de un año y medio de edad, fue encontrado en julio entre los escombros de una casa destruida en la ciudad de Gaza. Hasta el último cese del fuego, las fuerzas israelíes habían bombardeado más de 1.100 objetivos en el territorio palestino, incluyendo cincuenta casas de líderes del grupo terrorista islámico Hamas. Más de cien personas murieron. Los proyectiles que provocaron esa destrucción se lanzaron desde aviones y embarcaciones israelíes, pero eso es solo una parte del problema.

El flagelo actual fue iniciado de forma deliberada por Hamas, que –procurando que el mayor número de víctimas esté entre su propio pueblo para estimular su causa–, lanzó centenas de misiles contra Israel y luego obligó a los palestinos a exponerse a la réplica. Consciente de la repercusión internacional que eso provoca, antes de atacar, Israel llama por teléfono a los que viven en Gaza para que tengan tiempo de huir. Finalmente, los objetivos son siempre líderes de Hamas y sus arsenales. Sin embargo, los integrantes del Hamas dan la orden de que los civiles, incluyendo niños, permanezcan donde están y mueran como mártires. Muchos de los que no obedecieron las órdenes fueron condenados. Un video grabado por un avión israelí muestra a los habitantes huyendo luego de un alerta dado por un pequeño disparo, pero un grupo aún más grande vuelve y sube a la cima de un edificio para actuar como escudo humano. El ataque, en este caso, fue cancelado. “Para demostrar que todavía es relevante, Hamas no duda en sacrificar a su pueblo”, dice el doctor en Ciencia Política israelí Ely Karmon, del Instituto de Contraterrorismo de Herzliya.

Terror en crisis. Al provocar episodios dolorosos y escalofriantes, con impacto certero en la opinión pública mundial, Hamas intenta resolver una de sus peores crisis, que comenzó con la guerra en Siria. Cuando, en el 2012, se negó a ayudar al gobierno alauita de Bashar al Assad para asesinar sunitas, el jefe político de Hamas en Damasco, Khaled Meshaal, tuvo que mudarse a Qatar. Al año siguiente, en Egipto, los Hermanos Musulmanes, que inspiraron la creación del Hamas, fueron expulsados del poder. Más tarde, se los llevó a la clandestinidad. El nuevo gobierno militar destruyó el 90% de los túneles de contrabando entre Egipto y la Franja de Gaza, impidiendo la llegada de armas, autos y mercadería. El comercio en esos túneles es una de las principales fuentes de recursos de Hamas. Irán, uno de los fundadores del grupo, está preocupado por los terroristas de la organización sunita Estado Islámico (Isis, por sus siglas en inglés), que amenaza a los chiítas en Irak. Incluso Qatar, otro de los fundadores, está con dificultades para transferir dinero al Hamas. Ni siquiera consigue pagar el sueldo de los funcionarios públicos en Gaza. Esa penuria fue la que llevó a Hamas a hacer una alianza con el partido Fatah, que gobierna a Cisjordania. Aun así, el Fatah, de la Autoridad Palestina, tampoco está pagando las cuentas en la Franja de Gaza.

Guerra abierta. El grupo Hamas inició el actual intercambio de agresiones con Israel con el objetivo de recuperar alguna relevancia en el rol de grupos radicales de la región. El tamaño y el alcance de los misiles del grupo aumentaron, pero todavía son rudimentarios. “Ningún proyectil de la Franja de Gaza está teleguiado, ya que no poseen esa tecnología”, dice el politólogo israelí Tal Inbar. Infografia

Pero aún así, el peligro es real. Varios misiles cayeron cerca de Jerusalén. Uno de ellos, del modelo M-302, casi alcanza la ciudad portuaria de Haifa. Esos proyectiles, fabricados en Siria, tienen un alcance de hasta 190 kilómetros. De esta forma, amenazan la vida de 5 millones de habitantes. Sin embargo, nueve de cada diez misiles son interceptados por el sistema de defensa Iron Dome.

Con más de la mitad de la población en la mira de Hamas, Israel fue incitado a reaccionar. La operación se llevó a cabo para evitar el máximo de bajas entre sus soldados. Ingresar a la Franja de Gaza con tanques es una acción casi suicida, ya que pone a los militares frente a frente con militantes de Hamas. Aun así, la invasión terrestre ha cobrado fuerza. Eso se debe a que los israelíes aprendieron que los ataques a distancia pueden incluso traer períodos de tranquilidad. El problema es que los intervalos entre ellos son cada vez menores. Incluso se está considerando la posibilidad de volver a ocupar la Franja de Gaza, que ya tuvo varios asentamientos de colonias israelíes y fue abandonada en el 2005. Sin embargo, heredar un territorio repleto de terroristas, en donde el 40% de los habitantes están desempleados, indudablemente no es una buena decisión.

Nathalia Watkins

por Nathalia Watkins

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