Thursday 28 de March, 2024

ECONOMíA | 08-01-2015 17:21

Transición 2015: ¿gradualismo o shock?

La opción difícil que enfrentará la gestión que suceda al kirchnerismo. Los escenarios de la retirada: “patria” y “buitres”.

Este año es el último de un Gobierno que logró acceder al ejercicio del poder –de los “medios de administración” del poder– con solo el 22% de los votos, casi por la ventana. Y después, maniobrando con las reglas del juego –por ejemplo, rotando la Presidencia entre esposos– se quedó 12 años. En la etapa iniciada en el 2003, la democracia solo existió el día en que se realizaron las elecciones, pero después, todo el tiempo, dio paso a un gobierno en esencia muy poco democrático. Ninguna conferencia de prensa real. Ni una reunión de gabinete real. Apenas un simulacro de debate en el Congreso, dominado por una mayoría automática. “Dejálos que hablen que después votamos y listo”, fue casi sin excepciones la consigna estratégica del Ejecutivo a sus legisladores. ¿El código?: “La mayoría se debe imponer a las minorías, sin contemplaciones”, ha sido la coartada casi siempre. “La democracia es para la gilada”, según habría sentenciado su máximo mentor cuando sintió el llamado de la supuesta “revolución” que creía estar realizando. En realidad, solo gracias a Eduardo Duhalde, que los ayudó a ganar con tal de que Carlos Menem, su enemigo interno, no volviera al poder, el matrimonio Kirchner pudo acceder al manejo de los “medios de administración”. Una vez en el poder, destruyeron a quienes los ayudaron a llegar en el peronismo y a su teórico enemigo. Pero no vamos a hacer aquí la historia de los logros o fracasos de esta administración, salvo para fijar un punto de partida en función de las perspectivas. En este artículo solo miraremos para adelante, nada de espejo retrovisor.

Escenarios 2015. Este ultimo año de la actual gestión puede transitar dos escenarios, uno si se da un acuerdo con los holdouts y otro si se sigue con la consigna “patria o buitres”, o sea, sin ningún arreglo con ellos. Se trata de dos mundos muy diferentes: en el primer escenario, podríamos volver a los mercados voluntarios de deuda y aflojar un poco el cepo cambiario (que nació inmediatamente después de ganar con el 54% de los votos las elecciones del 2011, es decir, en el momento de mayor poder y apoyo, cuando uno hace lo que quiere hacer). El otro escenario, sin arreglo, es muy riesgoso y puede llevar a sofocones en el mercado de divisas, sobre todo teniendo en cuenta la caída del precio de la soja y del maíz, que recaudarán unos 12.000 millones de dólares menos que lo normal en materia de exportaciones, compensado muy parcialmente con un ahorro de unos 2.300 millones de dólares por la caída del precio del petróleo y el gas que importamos. Recordemos que el precio internacional del gas no bajó mayormente, salvo el de Bolivia que se ajusta por el precio de los combustibles líquidos.

Con un endeudamiento voluntario a tasas razonables, se podrían financiar los vencimientos de deuda pública en dólares y el propio déficit fiscal, pero, en ese caso, se perdería la bandera “antibuitre”. No sería bueno políticamente para el ultimo año de un gobierno populista, pero, si no hay opciones, la Presidenta tendrá que aceptarlo. En ese caso, hasta podría crecer el PBI, no gran cosa pero sí mejor que la caída de la actividad en el 2014.

El poder que viene. Los dos escenarios del 2015 –recesivo sin arreglo y algo de crecimiento con acuerdo con los holdouts– tienen como telón de fondo la más acuciante de las incertidumbres: ¿qué hará el 10 de diciembre del 2015 el que gane las elecciones? Los tres candidatos que hoy tienen mas chances de ganar son moderados y gradualistas por naturaleza. Van a actuar de a poco, no van a tomar medidas extremas y, tal vez, no cambien demasiado. Tampoco encabezarán gobiernos muy poderosos, pues el que gane posiblemente lo hará en segunda vuelta, por muy poca diferencia con el segundo. Van a necesitar negociar cada una de las medidas que tomen. Con el modelo gradualista, surge el otro gran interrogante de la mayoría de los argentinos: ¿cómo van a ordenar las tarifas de servicios públicos, el tipo de cambio atrasado y las demás variables desajustadas? Si lo hacen de a poco, como sería el deseo de los candidatos, al cabo de un tiempo la inconsistencia ya será un problema de ellos y la población los verá como responsables políticos de los permanentes ajustes que estarán obligados a hacer. No tendrán escapatoria. La inflación será alta pues tendrá que haber permanentes ajustes de precios, de tipo de cambio y de salarios nominales, pero con salarios reales que no crecerán. No se va despejar mucho la incógnita sobre el futuro de la Argentina hasta que no se vea terminado el proceso de transición que ya se inició y que tendrá un hito importante el 10 de diciembre del 2015, pero con el gradualismo no se sabe en qué año pueden terminarse los ajustes y tampoco cómo terminarán. Es decir, si los precios relativos quedarán bien equilibrados, o con defectos, como le pasó al gobierno de la Alianza, con las consecuencias conocidas.

La otra solución es la del shock, que consiste en arreglar de una sola vez toda la herencia de inconsistencias y chapucerías de la macroeconomía K después de 12 años de medidas, contramedidas y ajustes. Esa es una decisión difícil y depende mucho de cómo se llegue a la entrega del poder. Si es desordenada y conflictiva, en medio de un gran descrédito y fuertes investigaciones contra la corrupción del sistema oficial, será posible, tal vez, aplicar esta terapia de shock, aunque ello requerirá de mucha decisión del nuevo presidente. Ya después de las primarias abiertas obligatorias –en agosto– se tendría una idea bastante real de quién puede ser el ganador de octubre y tal vez eso mismo ayude a la actual administración: podría aparecer un flujo de inversiones para posicionarse frente al nuevo escenario que llegaría en pocos meses más.

El valor de las compañías. Una empresa local del mismo tamaño, igual ganancia en dólares, pareja cantidad de empleados vale en la Argentina de 4,5 a 5 veces sus ganancias antes de intereses, impuestos y amortizaciones, o sea de su Ebitda. La misma empresa en Brasil, Colombia, Chile o Perú vale 10 veces las ganancias calculadas con igual criterio. Se espera que con el nuevo gobierno –seguro mucho menos intervencionista y desprolijo–, las empresas argentinas recuperarán su valor, creciendo en dólares hasta el 100% solo por el cambio de la actual gestión por una mejor administración, sin cepo, sin control de precios, sin déficit fiscal, con inflación como la internacional, con mejoras continuas de la productividad y del salario real. Este es un punto fundamental que puede favorecer mucho el incremento de la inversión, madre de una mayor y mejor ocupación y de una menor tasa de pobreza en el futuro económico.

Síntesis y perspectiva. La inflación del arranque del 2015 se ubicará en el rango del 37/40% y el único sector que entregaba dólares al Banco Central –el sector comercial exportador– pedirá ahora divisas porque tendrá déficit por primera vez desde el 2002. Habrá menor recaudación tributaria por la caída de los precios internacionales en dólares y por el menor ajuste del tipo de cambio oficial, mientras los gastos son muy rígidos (se van en empleados, jubilados, planes sociales e importaciones de gas). En definitiva, 2015 se presenta amenazador, con un peor escenario derivado del no arreglo con los holdouts, sobre todo con caída de reservas que puede ser muy peligrosa para la estabilidad de la economía y de la política. En este caso tendríamos una fuerte recesión (4%) y gran caída del salario real, para peor con un déficit fiscal desorganizado. Pueden disminuir mucho las reservas, lo que generaría presiones cada vez más fuertes sobre el tipo de cambio.

En el otro escenario de arreglo con los fondos buitre, la Argentina puede financiarse voluntariamente en el mercado internacional para seguir fortaleciendo sus reservas, lo que brindaría una perspectiva de transición ordenada, con posibilidades de mejoras más o menos inmediatas a través de inversiones productivas y también por la compra de empresas, tan subvaluadas si se las compara internacionalmente. También después de las PASO (agosto) puede haber interés en nuevos proyectos, lo que haría crecer la inversión ya mirando el fin de este gobierno como algo inexorable. Un cambio de orientación después de 12 años de sobrevivir en medio del populismo clientelista no puede hacer olvidar que el punto de arranque será difícil pues se parte, por ejemplo, después de haber consumido 12.000.000 de cabezas de ganado, de caer a mínimos históricos en la producción de trigo, de haber consumido la mitad de las reservas de gas y petróleo, de haber expropiado el mercado de capitales que desapareció o se redujo a un mínimo insignificante, de haber dejado caer el mantenimiento de los trenes hasta que ocurrieron accidentes fatales en gran escala, de haber dejado caer la calidad de las carreteras por falta de mantenimiento adecuado. Esa es la verdad. Aún así, el país podría recuperar la buena senda, perdida justo cuando el mundo brindó préstamos a tasas casi cero para invertir en infraestructura y los funcionarios los rechazaron en nombre de un falso desendeudamiento.

Las perspectivas más allá del 2015 son muy buenas, después de haber pasado, como diría Santa Teresa, “una mala noche en una mala posada”, noche que duró 12 años. Esperemos esas buenas perspectivas, después de atravesar las arenas movedizas del 2015. La mejora debe pagar la deuda con los más pobres, afectados como ningún otro sector por la gran inflación.

* ECONOMISTA. Consultora

OJF & Asociados.

por Orlando Ferreres

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