Friday 19 de April, 2024

RESTAURANTES | 13-02-2015 19:48

El pequeño saltamontes

“Obi Bar”. Av. Santa Fe 5259, Palermo. 4777-8279. Cocina japonesa/porteña. Lunes a viernes de 20 a 24. Reservas. Sólo efectivo. Precio promedio: $ 200.

Chiquito, con pocos cubiertos y mucha onda. “Obi Bar” podría estar en el East Village de Nueva York o en algún rincón bohemio de otra capital del mundo, pero está medio escondido en pleno Palermo. La cocina, de inspiración japonesa y sabor aporteñado, está a cargo de Lucio Farías, alias QK, quien, como Wan Chan Kein en “Kung Fu” se dejó fascinar por el Japón cuando era un pequeño saltamontes, de la mano de su profesor de yudo y, desde entonces, ha recorrido un largo camino.

La biografía gastronómica de QK está llena de hitos destacables. Comenzó junto a Francis Mallman a fines de los 80; abrió “Báez”, pieza fundacional de Las Cañitas; estuvo detrás de las barras de sushi del extrañado Morizono y Azul Profundo y El beso, su primer restaurante propio, en la esquina de Sánchez de Bustamante y Pacheco de Melo. Hoy QK está de vuelta de todo y “Obi Bar” tiene la medida exacta de sus sueños. Él hace las compras, cocina y se inspira en lo que le gusta. Lo japonés es un poco versión libre: los platos se elaboran con productos nuestros, logrando un sabor familiar en formato nipón. Un ejemplo son los fideos udon (gruesos y consistentes), que aquí se preparan salteados con panceta, pollo, rúcula y champiñones. Oriente y Occidente se saludan.

“Obi Bar” tiene el espíritu de los noodle bars japoneses. Es un lugar para comer rápido, simple y nutritivo. La carta es corta, con platos del día escritos en pizarrones. Apenas se sienta uno es recibido con unas ricas papas rejilla con mayonesa de wasabi. Luego se pueden pedir porciones de gyoza o rolls para picar con sake frío o caliente, vino o cerveza, u optar por un plato fuerte. La pesca del día con costra de miso, original y sabrosa, promete convertirse en un clásico. Otras opciones son los teppanyaki (el teppanes plancha o parrilla, donde se cocinan cualquier tipo de carne y vegetales), los salteados al wok (de cerdo y vegetales con reducción de salsa de ostras) y los curries, otra libertad gastronómica de QK. En verano nunca falta una buena ensalada (salmón ahumado sobre hojas verdes, palta, tomates cherry, zanahoria, brotes frescos, y vinagreta asiática) y en invierno, el ramen (sopa de fideos con carnes y vegetales). De postre, recomendamos el Pavlova: requesón y blue berries.

Lo más atrayente de “Obi Bar” es que está escondido justo al costado del túnel Santa Fe-Cabildo, en la mano más cercana al bajo, por la cual transitan pocos autos. En verano casi no hay distinción entre el interior y el exterior del local. La gente se junta a conversar en la vereda, en un clima de total comodidad. El interior es pequeño pero muy cómodo, iluminado con tiras de lucecitas, estampas japonesas y espejos.

En “Obi Bar” uno se siente lejos de todo en medio del caos de la cuidad. En eso también hay algo de filosofía japonesa. Como le dijo el maestro Po a su discípulo Wan Chan Kein: “A veces la única opción es no hacer nada, lo que ha de pasar, pasará”. Mucho mejor si pasa con un buen plato de comida enfrente.

Cocina ★★★

Servicio ★★★

Ambiente ★★★★

por Cayetana Vidal Buzzi

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