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SHOWBIZ | 03-04-2015 06:57

De los libros a la pantalla

El autor, cuyas historias llegan al cine y la televisión, explica cómo el audiovisual argentino se reconcilia con la literatura.

Cuando el escritor argentino Pablo De Santis publicó su novela juvenil “El inventor de juegos” en el 2003, poca idea tenía de qué destino llevaría la obra una década después: un elenco internacional para interpretar sus personajes y la propia República de los Niños, en provincia de Buenos Aires, convertida en un gran set de filmación para recrear nada menos que la ciudad de su fantasía, Zyl. Había sembrado, sin saberlo, un germen narrativo que el director de cine Juan Pablo Buscarini tomaría para dar el paso hacia el siguiente formato.

Pero claro que nada de eso estaba en la cabeza del autor al momento de sentarse a escribir: “Ya bastante difícil es hacer una novela que tenga sentido. La mayoría trata primero que se la publiquen, lo que ya es de por sí un logro. Si alguien la lee, mucho mejor. Pensar que además pueda ser una película sería demasiado. Uno se quedaría totalmente paralizado frente a la máquina”, ríe De Santis ante la consulta de NOTICIAS acerca de la “salida laboral” que pueden tener los escritores en una industria del entretenimiento que tiende a converger alrededor de una idea individual que se expresa después en múltiples lenguajes: cine, televisión, cómic, streaming.

Y en aquel círculo virtuoso de la propiedad intelectual, del cual Hollywood toma nota constantemente, la literatura y las historietas ofician las veces de semillero.

La incursión audiovisual de las obras de De Santis, autor de más de una veintena de novelas para niños y adultos, uno de los referentes actuales del género policial en el país y al mismo tiempo guionista de historietas, parece recién inaugurada con el estreno del filme el año pasado. “El inventor de juegos”, una coproducción de seis millones de dólares entre Argentina, Italia y Canadá –en virtud de un antiguo pero poco explotado convenio entre el INCAA y este país–, quedará tal vez como una suerte de obertura en la materia. “El hipnotizador”, el cómic que creó junto a los dibujos de Juan Sáenz Valiente, llegará a la pantalla chica en forma de miniserie, de la mano de HBO.

Finalizado el rodaje de los ocho episodios en Montevideo, con Leonardo Sbaraglia como protagonista y un elenco misceláneo de actores brasileños, uruguayos, españoles y argentinos como Chino Darín, NOTICIAS dialogó con el escritor acerca del proyecto.

Noticias: El formato de “El hipnotizador” parece encajar perfecto con aquel de la miniserie. ¿Qué cree que fue lo que llamó la atención de los directores?

Pablo De Santis: Para mí es un misterio cómo los directores brasileños llegaron a esta historieta, que no era conocida y ni siquiera había sido traducida al portugués. Pero les gustaban las historias y, fundamentalmente, el esquema de capítulos unitarios.

Noticias: ¿Por qué decidió adoptar esa estructura?

De Santis: Cuando era jefe de redacción de la revista Fierro, en el mundo de las historietas, veía que publicaciones de ese estilo –mensuales– se apoyaban en un lector que podía estar ocho meses leyendo la misma historieta que agrupada en un libro tomaba 45 minutos. Me pareció que había que darle un cierre a cada historia, un formato que encaja perfecto con las miniseries de televisión. Pensaba en un arco general, la historia que tiene que ver con el insomnio de Arenas, y mientras tanto distintos eventos particulares que van y cierran.

Noticias: En el caso de las novelas, ¿qué varía en el contenido al pasar de un texto a una película?

De Santis: Las novelas son heterogéneas, ya que están hechas de un poco de lectura acá, otro poco en el café y el resto en el colectivo. Las películas, en cambio, necesitan de una mayor unidad, y los directores van a buscar un conflicto que sea nítido y un libro que les dispare imágenes. Me parece que surge siempre desde aquellos que quieren hacer el filme y no al revés. Y el cambio es inevitable. Hay versiones muy fieles, como por ejemplo “Sin lugar para los débiles”, de los hermanos Coen, pero por lo general hay que hacer modificaciones y el escritor al ceder sus derechos ya lo sabe de antemano. Deben concentrar más la acción; un final que tiene que estar trabajado de una manera muy particular. Una novela, a lo mejor, puede terminar con un final de tipo discursivo donde lo que importan son las reflexiones del personaje, quien ha comprendido algo realmente importante de su vida en esa historia y el cierre es perfecto. No podés hacer lo mismo en el cine. No debe terminar con una reflexión sino con un hecho, con una escena, con una decisión del personaje.

Noticias: ¿Cómo vivió la primera experiencia con “El inventor de juegos”?

De Santis: Es todo un proyecto al cual le tengo especial cariño. Fueron varios años y resultó difícil hacerla en Argentina, no sólo por plata. El 3D, los rubros técnicos, el nivel de complejidad en la filmación, que fue íntegramente realizada en el país. La construcción de todos esos escenarios son cosas de una enorme producción. El filme tenía un esplendor visual impresionante y a la vez algo muy íntimo que tiene que ver con cómo hizo actuar el director Juan Pablo Buscarini al protagonista, un chico que, si bien norteamericano, tiene toda la pinta de ser argentino.

Noticias: En Hollywood, convertir libros en películas es una tradición. ¿Por qué aquí parece recién comenzar?

De Santis: Creo que el cine ignoró la literatura argentina durante un tiempo. En una época había mucho trabajo entre directores y escritores nacionales. Leopoldo Torre Nilsson filmaba los libros de Beatriz Guido y eran fantásticos tanto las películas como los libros. Pero en los últimos años, el cine y la literatura divergieron en algún punto. Restablecer esa relación es un fenómeno reciente. Hoy pasa con los libros de Claudia Piñeiro o de Guillermo Martínez; novelas populares con historias que tienen resueltas cuestiones esenciales de narración.

Noticias: ¿Cuáles son los contenidos que hacen a la calidad de la literatura infantil?

De Santis: Lo fundamental es que el escritor siempre trabaje desde su experiencia de vida e imaginación, sin nunca tratar de parecer o acercarse a sus lectores. Nunca ponerse en su lugar, porque si uno se quiere hacer el joven termina por brindar un aura de falsedad y se nota. Los chicos tienen cierta sensibilidad para captar si algo no fue escrito desde un núcleo de autenticidad del autor.

Noticias: ¿Cómo han variado las temáticas para niños en este último tiempo?

De Santis: El primer límite está en los chicos específicamente muy chicos. Ahí no hacen falta reglas nítidas por sentido común. Pero en los adolescentes se torna algo bastante ambiguo. A veces una novela de público general puede funcionar editada para adolescentes por ciertos elementos que contiene el texto. Por un lado, creo que existió una gran proliferación de historias a partir del cable y luego la PC. Entonces, hay algo que se pierde de vista y es que antes los chicos no tenían acceso a películas prohibidas, mientras que ahora la barrera es bastante frágil. Ven cualquier cosa y eso ha hecho que las tramas demanden elementos más fuertes. En “Los juegos del hambre”, por ejemplo, se trata un tema tabú: la muerte de niños. Antes, para Hollywood eso era inadmisible, un tema prohibido. Funcionaba como una ley tácita.

Noticias: Usted sostiene –como autor del género– que el policial está impregnado en todos los otros géneros. ¿Por qué?

De Santis: Porque es un modo de relato que domina. Antes las novelas policiales pertenecían por lo general a colecciones. En Argentina hubo algunas muy importantes como “El séptimo círculo”, dirigida al principio por Borges y Bioy Casares. Pero creo que si vemos ahora en la mesa de novedades de una librería vamos a encontrar que de veinte libros, diecisiete tienen algún componente del género. No aparecen como novela policial ni tienen ninguna faja que lo induzca. Asesinato, crimen, secreto, investigación. Esos son los matices que se ven. Una vez el escritor griego Petros Márkaris me comentó que depende del país, hay que esconder o no que es una novela policial para tener ventas significativamente mayores.

por David Feliba

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