Thursday 28 de March, 2024

POLíTICA | 07-04-2015 18:17

Operación “Crecer de Golpe”

Las claves secretas del coaching para que Máximo sea candidateable.

"¡Hay que bancarselá, hermano!" La frase, tan inflada de ecos canyengues, fue el puntapié inicial de un operativo que podríamos bautizar como "Crecer de Golpe". La pronunció públicamente la Presidenta, en uno de sus discursos de campaña fantasma (porque no se sabe a qué se postula), refiriéndose curiosamente a su hijo. Panzada para psicoanalistas, llamar a su hijo "hermano". Allí resuena la necesidad urgente de un copiloto de tormentas, del mismo palo, de extrema confianza, que ocupe el sillón vaciado por la muerte de Néstor. Pero también expresa, con la sutil brutalidad kirchnerista de siempre, el deslizamiento tan deseado por Cristina de que Máximo siga siendo pariente de sangre, aunque cada vez menos su "hijito" de mamá. Así, llamarlo "hermano", cuando lo insta a aguantar los embates judiciales que se vienen (CFK parece tener data de la buena), es una manera de pedirle que se haga hombre de una buena vez, al menos en términos políticos.

El propio Máximo, durante su cadenita nacional & popular presentada por Víctor Hugo Morales, recitó con lucidez y disciplina las lecciones aprendidas en su media training, que apunta básicamente a anestesiar su miedo escénico ante las tribunas políticas, las de tablones y las de tabloides. Y el primer objetivo de la lista de su coaching pre electoral es mostrarse crecidito, autónomo, más padre que hijo. (Ojo que no se trata de pudor ante el nepotismo y amiguismo K, sino simplemente la necesidad de tener un candidato con apellido Kirchner que no sea despreciado en las urnas por parecer un pichón sin vuelo propio.) Para dar con ese nuevo rol adulto, Máximo trabajó la entonación desapegada cada vez que mencionó a sus padres, a los que cumplió en llamar siempre "Néstor" y "Cristina", y nunca padre o madre, y mucho menos papá o mamá. También aprovechó para citar una anécdota donde el Cuervo Larroque analizaba que sus adversarios presuntamente pasaron de estigmatizarlo como el chico de la Playstation a temerle como el señor del lanzallamas. Para no dejarlo solo, la prensa oficialista tomó la posta del "Crecer de Golpe" maximista. El semanario Veintitrés le ofrendó una tapa sobre sus planes inminentes de recibirse de político en serio. Y Hernán Brienza, uno de los periodistas de confianza para entrevistar a la Presidenta, interpretó en Radio Nacional el mensaje de Máximo como el de un personaje independiente de sus padres, con peso, autoridad y vocación propias.

Todo esfuerzo es poco, es cierto. En plena cuenta regresiva electoral, hay que remontar el barrilete de plomo de una imagen, grabada en la memoria colectiva, del vástago presidencial escondido, mudo, reticente y sometido a un Padre que le pateaba los soldaditos, tal como él mismo confesó balbuceante en el documental oficial sobre Néstor. Pero en este turbulento fin de ciclo, que tanto necesita de refuerzos en las filas K, se da la paradoja de que las mismas denuncias periodísticas y judiciales que involucran al hijo presidencial en sospechas de corrupción lograron levantarle el perfil y hacer madurar su perfil de -hasta ahora- adolescente tardío. Un regalo opositor, dirían los kirchneristas, que entre sus habilidades se encuentra sin dudas la resiliencia política de hacer de necesidad virtud. De cada crisis, una oportunidad de crecer.

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por Silvio Santamarina*

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