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POLíTICA | 22-04-2015 21:10

Cristina vs. Scioli y Macri vs. Michetti

La paradoja de dos proyectos enfrentados: ni la Presidenta ni el jefe porteño logran designar a un heredero en el que confíen.

El camino hacia el poder no es sencillo. A su manera, Daniel Scioli y Gabriela Michetti lo transitan con dificultad. Nunca pensaron que el principal escollo estaría puertas adentro.

Scioli lo vive casi semanalmente. Cristina Fernández no hace caso a las encuestas que le acercan sus asesores. La Presidenta alienta la interna y deja, hasta ahora, jugar a cuanto dirigente crea que tiene chances de disputarle a Scioli el rol de sucesor. Para el Frente para la Victoria y para Cristina es todo negocio. Cuantos más candidatos en las PASO, más posibilidades tendrá de captar a diversos sectores en un escenario donde dos puntos pueden definir una elección. Ella, pese a los doce años de kirchnerismo, no termina de confiar en el ex motonauta.

Scioli pide tranquilidad a su entorno. No hace caso a las teorías anónimas que aseguran que no lo dejarán participar de la interna del Frente para la Victoria o que Cristina se inclinará por otro candidato en la recta final. Prefiere silenciar sus broncas, no contesta a los destratos de la Presidenta, y cuando le preguntan no se sonroja en apuntarla como “la jefa”.

La Presidenta consolidó en su liderazgo concentrado su mayor fortaleza y, al mismo tiempo, su mayor debilidad. Scioli, en cambio, tiene como su punto más fuerte su lealtad, a veces un tanto exagerada. “Con esperanza, con fe y con trabajo”, repite como un mantra. Hasta ahora, saber cuándo callar y cómo comunicarse con aquellos que estaban por fuera del Frente para la Victoria le rindió bien.

La otra interna. Para Gabriela Michetti, la historia no es diferente. Creció de la mano de Mauricio Macri, pero ahora su jefe la resiste y no esconde su apoyo a Horacio Rodríguez Larreta, a quien bendijo como su sucesor en la interna porteña.

Gabriela se enteró a través de su hermana que Macri había respaldado la candidatura de su rival. Ella no escondió su angustia, y aprovechando su costado más emotivo, quedó al borde de las lagrimas en el prime time de la TV. Así se forjó Gabriela y no tiene problema en explotar esa faceta. Le rinde.

Michetti llegó a las grandes ligas de la política para “humanizar a Macri”. La superación de su discapacidad y un discurso ligado a los valores la convirtieron en una referente porteña. Esa es la Michetti que prefiere Macri, la misma que eligió en el 2007 cuando el consultor Jaime Durán Barba le aconsejó buscar una figura femenina para equilibrar la fórmula porteña.

Un poco por pensar en el proyecto personal y otro poco por aceptar el juego de las PASO que propuso Macri, Michetti decidió desafiar al establishment porteño. Es un juego incómodo para un espacio sin historia de internas. Pero pese a todas las críticas, la senadora del PRO respetó la norma implícita de evitar los golpes bajos a su jefe. Se pasea por el interior del país y busca rescatar votos para Macri, incluso postergando la campaña porteña. El peronismo, más acostumbrado a esas disputas de poder, transita sus internas sin tanto melodrama.

Scioli apuesta a poder cosechar sus años de kirchnerismo, pese a haber coqueteado con Sergio Massa en el 2013, para armar un nuevo espacio. Cree que habrá más argentinos que quieran continuidad por sobre el cambio.

Repasa cada vez que puede los éxitos del kirchnerismo y evita las respuestas ante las preguntas incómodas por los desmanejos del Gobierno. ¿Ciccone? ¿Lázaro Báez? ¿Para qué meterse en esos temas? Otra vez, repite su mantra y prefiere mostrarse con los intendentes bonaerenses en actos donde el aparato peronista no escatima en gastos.

Michetti y Scioli comparten el negocio de las críticas cruzadas. Desde el PRO no dudan en atacar al Frente para la Victoria y viceversa. Están juntos en ningunear a Sergio Massa como actor en la política. Tanto en el macrismo como en el kirchnerismo creen que el enfrentamiento abierto es su mejor negocio. La polarización ya rindió sus frutos a nivel porteño y nacional.

Las elecciones primarias plantean un desafío para Cristina y Macri: por primera vez no definirán quién será el candidato del espacio. Ese desafío puede transformarse en frustración.

por Francisco Zoroza

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