Thursday 28 de March, 2024

OPINIóN | 19-07-2015 20:55

Macri ganó la Ciudad, pero perdió autoridad en la interna opositora

Lousteau logró convencer a los porteños de que le marquen la cancha al PRO, de cara a las elecciones presidenciales

Kicillof tenía razón: la noche de la primera vuelta eleccionaria porteña, el ministro de Economía declaró que el ballottage no era más que una interna de la oposición, dejando abierta la interpretación de cada votante K, sobre cuál sería la actitud más leal al "proyecto" a la hora de votar en segunda vuelta.

Y así se comportó el electorado porteño. En lugar de alinearse para fortalecer al candidato presidencial del PRO en la carrera emocional a la gran pulseada de octubre contra el oficialismo nacional, el votante capitalino terminó desautorizando la postura estratégica de Mauricio Macri, al premiar la confianza heroica o soberbia o aventurera o egoísta o cívica de Martín Lousteau, quien se animó a desafiar la presión de su propia coalición y hasta del periodismo opositor, que lo trató de irresponsable. Lousteau tuvo su premio: confirmó su imagen de joven maravilla y marcó un hito electoral en la CABA que, si sabe administrarlo en el tiempo, podría dejarlo en las puertas de obtener la jefatura porteña en próximos turnos. Su merecido festejo es una gran lección para el republicanismo selectivo de la opinión pública anti K.

El kirchnerismo, como siempre, festeja. Aunque estén afuera de esta noche vertiginosa por su pobre performance (y táctica desprolija en las PASO), los kirchneristas parecen haber demostrado que su núcleo duro de votantes mantiene una fidelidad de hierro: si 678 dice que Macri es caca, todo el que se le oponga, se gana el voto K. Y punto.

Dentro del PRO, Macri tendrá que optar, una vez más, entre la testarudez de un ser humano criado para mandar desde la cuna, o, al contrario, la duramente aprendida lección de la política real argentina: todo es negociar, incluso cuando parece que no se lo hace. De cómo el macrismo encare el nuevo clima interno del frente que tuvo que formar con radicales y aledaños, dependerá su chance de plantarle cara verdadera a la fórmula del peronismo liderado hasta hoy por la Presidenta. Ahora comienza la pelea en serio por el poder. Sin vacas atadas, porque hay que enlazarlas con las propias manos.

*Editor Ejecutivo de NOTICIAS.

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por Silvio Santamarina*

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