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SALUD | 26-07-2015 11:29

Psicoanálisis y Neurociencias: soñar para tener salud

Estudios científicos afirman que los sueños mejoran la creatividad y el aprendizaje. Los aspectos rechazados de la teoría freudiana.

Los extraordinarios avances obtenidos en los últimos cinco años en la investigación del cerebro por medio de tomografías y resonancias magnéticas están ayudando a entender lo que ocurre con las conexiones neurales cuando una persona sueña. La ciencia del cerebro muestra un doble y paradojal resultado: de algún modo, le saca fuerza a la hipótesis freudiana, porque hoy se sabe que no todas las demandas provienen del inconsciente, y que no todo deseo es reprimido, pero el mismo tiempo ilumina esa construcción teórica, la base encima de la cual se construyó un conjunto de investigaciones, ahora sí, capaces de entregar alguna respuesta.

Sigmund Freud murió con el sueño de hacer del psicoanálisis una ciencia concreta, objetiva. Casi un siglo después de su muerte, no sería errado decir que finalmente conocemos cómo funciona la máquina de hacer sueños, el cerebro, aunque sea mucho más el misterio que lo rodea que las certezas. Una frase del psicólogo estadounidense Rubin Naiman, profesor del Centro de Medicina integrada de la Universidad de Arizona (en los Estados Unidos), podría titular los descubrimientos recientes: “La privación de sueños es más perjudicial para el cuerpo humano, origen de graves disturbios mentales y físicos, que la privación misma del sueño”. Soñar es, entonces, un remedio para la salud.

Experimentos hechos en el año 2010 en la Escuela de Medicina de Harvard, mostraban que los sueños ayudan a fijar lo aprendido recientemente. Los participantes de los estudios fueron sometidos a un juego virtual que simulaba un laberinto. Durante el intervalo, parte de ellos durmió, mientras que la otra parte se mantuvo despierta. Aquellos que soñaron con el juego tuvieron un desempeño diez veces mejor que quienes se quedaron despiertos o que quienes durmieron pero no soñaron.

El contenido de los sueños eran normalmente absurdo e ilógico, como es común. Pero los científicos hallaron que las imágenes eran un reflejo del cerebro reuniendo memorias relacionadas con el juego, en busca de soluciones.

Hasta el advenimiento de la resonancia magnética, capaz de analizar el cerebro en actividad incluso mientras una persona está durmiendo, la fase del sueño REM era tratada como un momento de delirio. REM es la sigla en inglés para lo que en español es el movimiento rápido de los ojos. Durante esa fase del sueño, el córtex prefrontal (área cerebral que responde por el pensamiento racional) tiene una actividad tan baja que, en la práctica, está desconectado. Es un atajo que deja a la mente libre para subvertir la lógica de la realidad.

Seguimiento en imágenes. La comprobación de la existencia de contenidos visuales en los sueños llegó en el 2013, con un estudio hecho por científicos japoneses y publicado en la prestigiosa revista Science. En sesiones de diez días, grupos de voluntarios fueron sometidos a períodos de sueño profundo dentro de una máquina de resonancia magnética. Cuando los investigadores identificaban en el monitor señales neurales ligadas a la experiencia de soñar, despertaban al individuo y le preguntaban qué estaba soñando. Las fotografías mentales relatadas eran entonces asociadas con el comportamiento específico del cerebro al reconstruir aquellos sueños. Si el voluntario soñaba con documentos de trabajo recién elaborados, por ejemplo, se registraba cómo la estructura neural reaccionaba a eso. Cada individuo repitió la experiencia 200 veces.

En una segunda instancia, los científicos mostraron a los participantes del experimento (colocados de nuevo dentro del resonador magnético) imágenes de objetos relacionados con los sueños narrados previamente. Una computadora había sido programada con las informaciones recolectadas, como un diccionario. El objetivo era que el software, cargado con los patrones cerebrales de los voluntarios, fuese capaz de identificar lo que cada uno soñaba en esas sesiones de resonancia. El programa informático consiguió acertar el contenido onírico con un 60% de precisión.

El neurocientífico Yukiyasu Kamitani, autor principal del estudio, explica: “Más que certificar la existencia de los sueños, nuestro experimento los vinculó concretamente con las vivencias cotidianas”. Los objetos exhibidos a los participantes representaban elementos rutinarios que aparecían en los sueños. De acuerdo con Sidarta Ribeiro, de la Universidad de Duke (Estados Unidos), la investigación de Kamitani resuelve un enigma de décadas. “Muchos buenos científicos creían que los sueños no existían, que eran un delirio generado por la mente al recordar -describe Ribeiro-. Los japoneses comprobaron que las personas sueñan en tanto están dormidas, y que ese contenido puede ser analizado de manera objetiva”.

Rasgos comunes. Lo que buscan las nuevas técnicas es un patrón, de modo de organizar los sueños y, a partir de catalogarlos, entenderlos. Soñamos con caidas, con vuelos, con desnudez pública. Interpretar lo que significan es casi un juego de adivinación. Lo fundamental es saber cómo soñamos, en qué momentos brotan determinados tipos de sueños, cómo el cerebro trabaja con ellos, y no qué significan. El hallazgo de un patrón común de sueños sumado a los deseos íntimos, individuales, sin la ambición de traducirlos, es el núcleo de un estudio en curso.

El estadounidense Roc Morin, profesor de Psicología del City College de Nueva York, creó un World Dream Atlas (un mapamundi de los sueños). En visita a 17 países, le preguntó a 400 personas sobre lo que soñaban y registró las historias. Descubrió que los sueños tienen entretelones similares, pero sobre escenarios coloreados de acuerdo con la cultura local.

Dado el papel fundamental de los sueños sobre la creatividad y en la solidificación del aprendizaje, los actuales estudios muestran que el uso exagerado de medicamentos para dormir tienden a provocar la suspensión del sueño REM, al alterar el ciclo natural durante la noche. Despertadores, mensajes de texto y consultas a internet, por medio de omnipresentes smartphones llevado a la cama son enemigos nada naturales del ritmo biológico del organismo. El sueño entrecortado es sinónimo de mal sueño, y de falta de sueños.

por Fernanda Allegretti y Rita Loiola

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