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PERSONAJES | 16-08-2015 04:46

Manuel Lozano: "La solidaridad es una linda adicción"

Es abogado y dirige la Fundación Sí desde hace tres años. Rastas, su relación con el dinero y pasión por la repostería.

No cree en la maldad, piensa que el ser humano es bueno y que si alguien actúa mal es por ignorancia o miedo. Desde chico se sintió especialmente sensible y muy vulnerable a las injusticias.

Tenía ocho años cuando una mañana de invierno, mientras izaban la bandera en el patio de la escuela, vio que uno de los chicos llevaba ojotas y medias. Lo desarmó esa carencia y organizó una colecta entre su familia y otra gente. Resulta que el chico no era carenciado: sólo tenía el pie lastimado y no podía calzarse. La vicedirectora se enojó y le dijo: “Para qué te metiste”.

Manuel Lozano no aprendió la lección y nunca dejó de meterse. Quizás no soñó con ser un líder social, pero de hecho lo es. Hoy dirige la Fundación Sí y un equipo de 2.000 voluntarios que trabajan a lo largo del país para mitigar las privaciones y sufrimientos de los excluidos del sistema.

Noticias: Dice que la solidaridad es un camino de ida. ¿Es adictiva?

Manuel Lozano: Cuando descubrís que podés mejorar el lugar donde vivís o que podés acompañar o hacer algo por otros, querés hacer más. Empezás una vez por semana, después varios días y finalmente querés dedicarle toda la vida. Sí, es una linda adicción.

Noticias: ¿De dónde le surgió? ¿Influyó su familia?

Lozano: No sé bien de dónde viene. Mi familia me inculcó ciertos valores. Si alguien golpeaba para pedir, mi viejo le decía: “Por algo pago mis impuestos” y le cerraba la puerta. Por suerte hizo un cambio enorme y abrió su corazón. Hoy es voluntario y tutor de un chico de una residencia universitaria de Santiago del Estero. Porque él quiso, yo no le dije nada. Mi mamá y mi hermana también se hicieron voluntarias.

Manuel Lozano nació en Chascomús y a los 14 años empezó como voluntario en un hogar para chicos. A los 17 vino a Buenos Aires para estudiar Derecho en la sede porteña de la Universidad Católica de Salta. Fue el mejor promedio de su promoción con 9,50. Luego hizo el posgrado en Organizaciones sin Fines de Lucro de la Universidad de San Andrés. A los 18 entró como voluntario en la Red Solidaria, que dirige Juan Carr. Allí estuvo nueve años y llegó a ser director. En 2012 creó la Fundación Sí.

Noticias: ¿Por qué se fue de Red Solidaria y armó su propia fundación?

Lozano: La decisión surgió de la idea de enfocarnos en proyectos a largo plazo para profundizar la intervención y realizar un abordaje integral. La realidad nos demandaba eso.

Noticias: ¿Se fue bien o tuvo algún problema con Juan Carr?

Lozano: No hubo un problema con Juan. Me enseñó muchísimo, lo quiero y le estaré agradecido siempre.

Noticias: Usted confesó que nunca se sintió un hombre común.

Lozano: De chico sentía que tenía una sensibilidad especial. Después me di cuenta de que somos muchos. Por suerte nos encontramos y así surgió la fundación y creció tanto en poco tiempo. Vengo de una familia de laburantes, pero nunca me faltó para comer y pude estudiar. Tengo que devolver. Además, no me gusta este mundo, hay muchas injusticias y quiero volcar lo mejor de mí para cambiarlas.

Noticias: En algún momento pensó en estudiar Psicología, ¿no?

Lozano: Sí, supongo que lo haré. No estudié Psicología porque era muy sensible y pensé que me iba a afectar y terminé haciendo esto. De hecho, hoy me siento más psicólogo que abogado.

Noticias: ¿Cómo hace para que no lo afecte la realidad social?

Lozano: No podría solo. En el equipo nos contenemos y confiamos en el otro. Nos enfrentamos a situaciones complejas, sobre todo en las recorridas. No hay población más golpeada que la de la calle. Esa persona ya pasó por la villa, el comedor y la cárcel, en algunos casos. Golpeada, abandonada, abusada sexualmente, chicos con adicciones. Historias pesadas, dolorosas.

Noticias: ¿Quieren salir de la calle?

Lozano: Sí, pero están tan golpeados que hay que generar un vínculo de confianza fuerte para poder abordar los problemas. Quizás algunos digan que prefieren estar allí, pero no por voluntad sino por miedo. Están como adormecidos y salir implica enfrentarse a su problemática y pensar a futuro.

Noticias: ¿Se siente un líder social?

Lozano: (Piensa unos segundos). Soy el líder del equipo y para mí es una alegría y una responsabilidad gigante. La vida me fue llevando a ese lugar, pero no sé si lo busqué. Soy extremadamente tímido. El que me ve por primera vez piensa que soy asqueroso, pero me cuesta un montón. Tuve que curtirme. Hablé mucho con mi terapeuta y vimos que yo tenía que ir creciendo con la fundación, desde cómo comunicarme a manejar el ego.

Noticias: ¿Pudo manejarlo?

Lozano: Todo el tiempo lidiamos con el fracaso –muchos recaen en las adicciones, gran parte vuelve a la calle– y eso te da vuelta de un plumazo. Viajo mucho por el interior y ahí la realidad es tan difícil, compleja y dura. Falta muchísimo por hacer. Lo notamos también en los pedidos que nos llegan, hay mucha necesidad. Eso ayuda a equilibrar y a tener los pies sobre la tierra.

Noticias: ¿Qué siente cuando el Gobierno dice que la pobreza es del 5% y que estamos mejor que en Alemania?

Lozano: Hago un trabajo interno para no enojarme, focalizarme en mi objetivo y seguir adelante. Desde el enojo, el pesimismo o la resignación no se puede construir nada, hay que transformarlo en energía productiva. Hay cosas con las que no estoy de acuerdo o que sé que son mentira, y eso me genera impotencia, pero es temporario.

Noticias: ¿Tiene referentes políticos o ideológicos?

Lozano: No, mis referentes son los voluntarios. Nunca milité en política ni me gustaría. No es mi vocación ni mi camino.

Noticias: ¿Qué programas desarrollan en la fundación?

Lozano: La recorridas nocturnas, que se hacen todo el año; las residencias universitarias, la Universidad de la Puna, el banco de instrumentos, el “Se puede” en las villas, el desarrollo comunitario con micro emprendimientos y las catástrofes naturales. En julio hacemos el mes de la sopa y tenemos una panadería y talleres de tejidos, donde la gente viene a colaborar. Lo mismo en diciembre con la fábrica de juguetes para donar en las fiestas. Estamos en 28 ciudades del país, no recibimos donaciones del Estado, sólo de particulares o empresas, y tenemos unos 2.000 voluntarios de todas las edades, profesiones y condiciones sociales. Y todos trabajamos ad honorem.

Noticias: Usted habla de un abordaje integral de las problemáticas.

Lozano: Es la única forma de generar un impacto real. Para la gente en calle, además de la sopa y la frazada, tenemos equipos de inclusión escolar, laboral, médicos, psicólogos, trabajo con las mamás embarazadas, gestión de jubilaciones para los abuelos, documentación, asistencia social, hasta un equipo para los animales. Y llevamos una hoja de vida con todos los detalles de cada persona que ayudamos.

Noticias: ¿Por qué las residencias universitarias?

Lozano: Tenemos dos en Santiago del Estero, otra próxima en La Rioja y esperamos replicarlas. Son para jóvenes de comunidades rurales, que viven lejos y no tienen recursos, para que puedan cursar en la universidad. Además, les brindamos contención, tutores y material de estudio. El impacto y la transformación son enormes. Muchos serán los primeros profesionales de su comunidad. Nuestra primera recibida, en Educación especial, ya está trabajando.

Noticias: ¿Y la Universidad de la Puna?

Lozano: La inauguramos hace cuatro años en Abra Pampa, Puna Jujeña. Fue un sueño de los coyas. Fuimos a entregarles una ambulancia y nos contaron que los chicos querían estudiar y no tenían dónde. La hicimos con la organización Warmi Sayajsunqo y la Universidad del Siglo XXI, y la ayuda de empresas. También nos apoyaron Sole Pastorutti y Facu Arana, que están siempre, igual que Andy Kusnetzoff. Tenemos 37 alumnos que cursan Abogacía, Agrarias, Económicas, Educación o Tecnicatura en seguridad e higiene. En diciembre o marzo se reciben los dos primeros abogados. Lo más importante es volver a generar un vínculo de hermandad y de confianza fuerte con los coyas.

Noticias: Leí que tiene una relación difícil con el dinero.

Lozano: Mi mamá diría que sí. Para la fundación lo defiendo con uñas y dientes y negocio lo que haga falta para recaudar fondos. Pero en lo personal no le doy mucha importancia. Mi papá me regaló un departamento chiquito en Once, que está bárbaro. Vendí mi autito viejo en un momento complicado y ando en bici. No gasto mucho, no tengo tarjeta de crédito y no tenía obra social, ahora tengo la del monotributo. Trabajo como asesor en responsabilidad social de Megatlón y de eso vivo.

Noticias: ¿Por qué lleva rastas?

Lozano: Toda mi vida en la escuela me dijeron Dumbo porque tenía las orejas gigantes y, a los 18, decidí hacerme las rastas para ocultar las orejas y mi nariz gigante, que tampoco me gustaba. Y después no me las saqué más.

Noticias: ¿Cómo es su vida fuera del trabajo?

Lozano: Me gusta mucho el teatro, trato de ir una vez por semana. Soy muy amiguero y, lo más importante, amo cocinar.

Noticias: No conocía esa faceta.

Lozano: Me enloquece la repostería: cheesecake, mousse de chocolate, lo que quieras; nunca hice un curso, todo lo aprendí en internet. Se casó la coordinadora de Lomas de Zamora y le hice la mesa de tortas. Ahí no escucho el teléfono y puedo estar quince horas cocinando.

Noticias: ¿Está en pareja?

Lozano: No, soltero.

Noticias: ¿Tuvo algún amor importante?

Lozano: Mmm, no. Me enamoré el año pasado, pero no me fue bien. Ponelo así, cosa que si ven la nota se sientan mal. (Risas)

Noticias: Le puede ir bien la próxima.

Lozano: Ojalá, me gustaría enamorarme. Es una deuda pendiente.

por Cecilia Escola

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