Thursday 28 de March, 2024

PERSONAJES | 12-09-2015 00:10

Gerardo Romano: “No imaginaba ser actor, menos de TV”

Protagoniza “Un judío común y corriente” y graba “El marginal”. Seducción en la tercera edad y experiencia insólita con fan rusa.

Sex symbol de la década del ´90 cuando rompió con la pacatería a fuerza de desnudos, seducción brutal y declaraciones que dejaban desconcertados a sus interlocutores. Era una mezcla explosiva de cuerpo, sexo, intelecto y opinión. Aún hoy, cuando parece haber detenido el tiempo y ni por asomo su físico acusa la edad que marca el DNI, sigue descolocando a público y periodistas con su personalidad provocadora, crítica, irónica, frontal y mordaz. Está claro que su seducción no pasa por caer bien, no lo pretende ni le interesa. Ateo desde muy joven: “No en el sentido de no creer y desear a Dios, sino en el sentido histórico de no creer en el Dios de la religión dominante”, Gerardo Romano hizo de la naturaleza su dios y sube al escenario del Maipo Kabaret para sorprender con el unipersonal “Un judío común y corriente”, de Charles Lewinsky, obra que lo tiene “profundamente enamorado” y en la que emprende contra los tres monoteísmos que “aman la muerte y permitieron que la historia de la humanidad se construyera con la espada en una mano y un texto sagrado en la otra”. Además está grabando la miniserie policial “El marginal”, dirigido por Adrián Caetano, en la que encarna al director del penal, Robles. “Es absolutamente corrupto. Yo soy abogado y fui Jefe de sumario del Ministerio de Justicia de la Nación durante once años desde el año ´74 por decreto de Perón. En esos años el director del Servicio Penitenciario Nacional era Roberto Pettinato padre, a quien conocí mucho y al que nunca le conocí un caso de corrupción, siendo yo sumariante como era, e implacable”.

Noticias: En esa época, ¿ya había comenzado con la actuación?

Gerardo Romano: Sí. Fui popular en muy poco tiempo. Debuté en el año ´76 en una obra que se llamó “Juegos a la hora de la siesta” que fue un éxito y que pronto prohibió el gobierno militar. Automáticamente me llamaron para hacer una obra comercial con Luis Brandoni que se llamaba “Posdata, tu gato ha muerto”. Nos fue muy bien, especialmente a mí, y ahí me llamaron para hacer televisión. A mí, la verdad, me daba lo mismo hacer o no hacer, porque nunca había imaginado ser actor y mucho menos de televisión.

Noticias: ¿Entonces cómo es que llega a ser actor, siendo abogado y teniendo un trabajo con reconocimiento dentro de la Justicia?

Romano: Fue una coincidencia de dos cosas. Llegó la dictadura militar y me volví viejo para el deporte. Tenía 30 años y había estado diez años en la primera del Olivos Rugby Club y militaba políticamente en la universidad desde la resistencia a las dictaduras en FORPE (Fuerza para la Organización Revolucionaria Peronista). Al quedarme sin militancia con la llegada de los militares y sin rugby, que eran las dos cosas que ocupaban todo mi tiempo y le daban sentido a mi vida, estaba sin un piso. Entonces me acordé de una amiga que una vez por año me preguntaba: “¿Y, empezaste teatro?”. Fui a una clase para entretenerme un poco, ni siquiera para conocer minas porque ni sabía si había o no en las clases, cosa que después me di cuenta de que había y muchas; pero siempre tuve una actitud con el laburo y el estudio muy tranquilo, no he mezclado.

Noticias: Pero usted ha tenido parejas actrices, como Leonor Benedetto o Andrea Bonelli, con quien tuvo a su hijo Lucio.

Romano: Sí, pero siempre tuve el prurito de que sexo en el lugar de trabajo o estudio era distractivo. Obvio que cuando me enamoré no tuve la autoexigencia de joderme y no permitirme disfrutar del amor. A lo que me refiero es a relaciones pasajeras. No soy principista, pero tengo mis principios.

Noticias: ¿Tuvo alguna vez la fantasía de que algún amor perdurara, que lograra traspasar la fecha de vencimiento?

Romano: Nada es para siempre. Lo que sí creo, sabiendo que esto sucede, es en intentar preservar el vínculo y alimentarlo todo lo que se pueda. Soy muy buen amigo de las madres de mis hijos (Lucio, de 28 y Rita, de 10 años) y de ex parejas con las que no he tenido hijos pero seguimos teniendo un vínculo activo.

Noticias: ¿Cómo toman sus parejas esos buenos vínculos con las ex?

Romano: Si una mujer no se enamora de ese vínculo que tengo con mis ex, no entendió nada. En el fondo quiero tener esa buenísima relación por mis hijos. A veces se pone difícil por las vicisitudes, las interferencias. La separación siempre es isósceles. Uno quiere más, otro quiere menos. Uno está dejando, el otro está siendo dejado. Uno ya está con alguien, el otro está en bolas. Se vuelve muy desparejo. Es algo injusto. Y lo injusto genera una alteración de la armonía.

Noticias: ¿Qué tiene que tener una mujer para que se fije en ella?

Romano: Hay situaciones. Hace quince días me pasó algo insólito. Salí de hacer la función, y siempre me espera alguien para saludarme. Estaba en el hall con algunas personas que vinieron a hablarme y veía con la periferia del ojo a una chica de pelo largo, de unos veintilargos, que estaba esperando para acercarse. Cuando se acercó, resultó ser rusa y, en un muy buen castellano porque es profesora de español, me dijo que había venido de muy lejos a verme para saludarme porque estaba enamorada de mí. Cuando me dijo eso así, de entrada, pensé: “No está bien”. Le dije que eso era imposible porque no me conocía y ella insistió que me conocía perfectamente bien porque había leído y visto por internet todas las notas que me habían hecho por esta obra. Me trajo unos regalos desde la República de Carelia, 500 kilómetros más arriba de San Petersburgo, antiguo territorio de Finlandia. Esta chica se tomó un avión el martes en Petrozavodsk, capital de Carelia, fue a Moscú, de ahí a París y llegó a Buenos Aires. Se hospedó en un hotel en la otra cuadra del Maipo, sacó la entrada el jueves y el viernes a la noche estábamos teniendo esta conversación. Con todo esto, ¿cómo no le iba a dar bola? Además me despertó curiosidad. Al otro día me vino a buscar nuevamente, ya me había contado otras cosas por mail, y la invité a cenar. Los rusos son muy especiales. Me dijo que era virgen porque intenté darle un beso y me di cuenta de que había algo extraño. Ella no me quiso besar y me dijo que sólo quería decirme lo que sentía pero, de avanzar, tenía miedo de cambiar su vuelta que era ese mismo domingo porque temía abandonar a sus alumnos y a su madre, que la necesita y además, porque tiene que devolver los 3.500 euros que le pidió al banco para venir hasta acá. Eso me partió al medio. Todo esto es rarísimo para nosotros, pero los rusos son así, muy distintos de nosotros.

Noticias: ¿Qué le produjo todo esto? ¿Fue una caricia al ego del actor, del hombre?

Romano: No, no. Pero bueno… Claramente no fue por lo bien parecido porque a mi edad un tipo ya no lo es. A las mujeres no les gustan los viejos y a los hombres no nos gustan las viejas. Nos despreciamos mutuamente cuanto más nos necesitamos. No digo que las mujeres jóvenes no le den bolilla a un hombre grande, pero de ahí a pensar que es por el aspecto físico… La panza caída, las tetillas caídas no le gustan a nadie. Se puede estar mejor o peor, pero existe el desprecio por la vejez ajena.

Noticias: ¿Y por la propia?

Romano: Uno se va queriendo y cuidando más o se entrega. Se asusta y se baja, lo cual es totalmente lícito. Yo me cuido. No tomo todas las drogas que tomaría con total agrado. Ha sido una elección de salud. Siempre hago actividad física para evitar el sedentarismo, que es una enfermedad. Camino a ritmo de marcha, 7 km en una hora. Casi trote. La mitad de mis comidas son pescados. Cuidándose y con voluntad se puede vivir bien y más tiempo. Se puede ser un jubilado, a secas, o tener mi edad y vivir una suerte de sexalecencia, una adolescencia sexagenaria, producto del alargue de la vida y la aparición de una cuarta edad. Así la tercera edad adquiere una autonomía fenomenal: apareció el viagra, internet te comunica, como en mi caso con una rusa con la que de haber querido podría haber tenido una relación, hacerle un hijo, ir a visitarla o lo que fuera. Es como si un Dios con una varita mágica dijera: “Le voy a mandar a este jovato una chica”. Sabe que las de mi barrio no me dan bola porque no puedo ofrecerles nada, ni un hijo ni nada.

Noticias: A esta altura, ¿se podría enamorar locamente?

Romano: Sí, y hay algo peor que es estar enconchado, que es que te tengan agarrado de los huevos de tal manera que no podés operar, no podés hacer nada. Hablo de cuando hay mucho erotismo, más allá del enamoramiento.

Noticias: ¿Pero esa ceguera erótica no mengua con la edad?

Romano: No, no mengua. Lo hace la reacción física, el tiempo de la erección, la eyaculación o la cantidad de semen. Pero la actividad erótica, si existe (hay personas que no la tienen o no se la permiten), aumenta. La actividad mental crece y lo que nos calienta es un pensamiento. Las personas que desde siempre tienen esa actividad mental lúdica, erótica, la siguen teniendo con la edad y en aumento. El ratón siempre es el mismo. En la vejez también está mal visto el erotismo y la sexualidad. El término viejo verde sigue existiendo, y ni hablar de la vieja verde. Cualquier tipo grande, de mi edad, que está con una pendeja, es visto como un viejo verde de mierda. Es un comentario social, es una mirada, como la del antisemitismo. Lo mismo que el puto de mierda, el judío de mierda. Esa intolerancia es muy porteña, aunque no lo digan abiertamente porque ahora está el INADI y una mirada crítica sobre lo que se dice.

Noticias: ¿Cómo vive usted el paso del tiempo?

Romano: Cambiaron totalmente las necesidades. Me gusta viajar en subte, no uso auto. Ya hay cosas que no me interesan. Tengo un departamento chico, se acabaron las grandes casas. Como dice Pepe Mujica, voy liviano de equipaje. No tengo personal, no me gusta dar órdenes, no me gusta que me sirvan. Me he vuelto sumamente austero. Ya no hago las cosas que la prensa me propone o lo que los productores que me convocan pretenden y van marcando porque para “eso” me convocaron. O un funcionario de un canal de televisión que te dice: “Quiero que hagas esto y no esto otro, porque si no, no hacés nada".

Noticias: ¿Cuándo era más joven se dejaba llevar más por el show off que le proponían?

Romano: Probablemente. Ahora estoy como un árbol cuando pierde la flexibilidad y la rigidez del tronco columnar es inalterable. Lo podrás talar y tirar abajo, pero lo tenés que matar.

por Alexandra Zimmer

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