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COSTUMBRES | 13-09-2015 00:01

La mejor manera de sintonizar con las mascotas es entenderlas

Qué dicen los nuevos estudios de su mente y sus emociones. Por qué tratarlos como humanos no les hace bien. Mundo de perros.

Uno de los mayores elogios que se suelen hacer sobre un perro es que “es muy humano”. Cuanto mejor expresa sus ganas, sentimientos y necesidades, más nos parece que se asemeja a nosotros. Pero es natural que los canes se manifiesten, y aun los más ariscos lo hacen a diario. Sólo hay que saberlos leer. Eso es precisamente lo que enseña la científica Alexandra Horowitz en su libro “En la mente de un perro” (RBA), que va por su cuarta edición ayudando a amantes de esta especie a comprender y llevarse mejor con sus mascotas. Aquí, sus principales enseñanzas.

Universo propio. La primera premisa para entender mejor el universo del perro es, precisamente, aceptar que poseen uno propio. “Jakob von Uexküll, biólogo alemán de principios del siglo XX, dio un giro al estudio científico de los animales. Proponía que quien quiera entender la vida del animal debe empezar por su ‘umwelt’: su mundo subjetivo o automundo, que expresa cómo es la vida para él”, apunta Horowitz. Y así, la clave es poder ver desde la perspectiva del perro.

Para lograrlo, puede pasarse una tarde sentado o arrodillado a la misma altura (de hecho la autora lo recomienda), pero también se trata de oler, oír y sentir como ellos lo hacen, aunque más no sea por algunos minutos del día. “Intente prestar atención a todos los ruidos de la habitación en que se encuentra y a los que se ha acostumbrado, y normalmente le pasan desapercibidos”, propone el libro. El resultado será un concierto de sonidos cotidianos e intrascendentes, a los que el perro, con su oído mucho más agudo, capta en detalle y otorga valor.

El significado de los objetos que nos rodean tampoco es el mismo. En general, lo que pensamos sobre la función de algo no se corresponde con lo que él piensa. La función de “algo para comer”, por ejemplo, puede tener muchos más referentes para el perro que para nosotros (empezando por algunos muebles, o una alfombra). Y algunos objetos que para los humanos tienen significado muy concreto ni siquiera existen para el can. Por caso, un martillo, con el que el animal no actúa en absoluto.

Cuando el perro se encuentra con humanos, lo que se produce es un choque entre su ‘umwelt’ y el de las personas, que en general deriva en una interpretación errónea. Cuando se niega a acostarse en su cama y prefiere la nuestra, es porque mientras la nuestra tiene nuestro olor y es donde estamos nosotros, la suya probablemente tenga los aromas artificiales que el fabricante le haya provisto. Y quizás el can entienda que no lo queremos en nuestra cama, pero sólo distinguirá que aquel es uno de los “lugares en los que a uno le gritan si se sube”.

Paseos distintos. A partir de ir incorporando esta visión, nuestra manera de relacionarnos con las mascotas cambiará paulatinamente. Sobre todo, al momento del paseo.

Aunque los humanos no estamos oliendo activamente todo el tiempo, los perros sí. En tanto nosotros tenemos unos seis millones de puntos receptores en nuestras narices, ellos cuentan con más de 300 millones. Una diferencia abismal, que hace que, por ejemplo, vean cada pétalo de una rosa de forma diferente, porque los han visitado diferentes insectos. Por eso, una de las recomendaciones fundamentales es ser más pacientes al sacarlo pasear. Si quiere olisquear por dos minutos un poste (y así conocer hasta a quien hizo lo suyo ahí hace tres semanas), deberíamos dejarlo. En ese preciso momento, él está “viendo” el mundo a partir de su sentido más fuerte.

A la vez, es importante que mantenga ciertas costumbres. “Debe habituarse a estar siempre al lado nuestro y no llevar tensa la correa. Si el perro arrastra mucho, debemos tirar ligera y fuertemente de ella”, recomienda Natalia Fernández, doctora veterinaria de la tienda de mascotas Puppis Argentina (www.puppis.com.ar). Aunque es importante darle su espacio para reconocer el mundo, este debe ir en consonancia con nuestras indicaciones. “Hay que dejar que interactúe con otros perros, pero siempre teniendo nosotros el control de la situación. Acercarlos y estar pendientes de su actitud, viendo si juegan o si tienen miedo, porque un perro miedoso puede terminar siendo agresivo”, apunta Fernández. Lo primero que suelen hacer dos perros que se conocen es olerse la parte trasera. Y aunque nos desagrade, es un buen síntoma. “Un perro dispuesto al juego estará con la parte delantera de su cuerpo acostada, la trasera levantada y su cola en movimiento. Su expresión facial será juguetona, y puede producir ladridos cortos y saltar”, describe la especialista. Si en cambio tiene la cola entre las patas, las orejas hacia atrás y el pelo erizado, es mejor buscar otro compañero de juegos.

En casa. Dentro de casa, esta nueva visión también implicará cambios. Continuando con su agudo olfato, por ejemplo, no conviene bañarlos tan seguido. El perro se reconoce a sí mismo a través del olor, y llenarlo de perfume sólo consigue desnaturalizarlo. Desde Puppis recomiendan hacerlo cada 20 días aproximadamente.

Otro sentido interesante es el del habla. Quienes tienen mascota seguro se hayan encontrado más de una vez hablándole como a un bebé, con tonos agudos y muchas preguntas. Una buena noticia para ustedes: no deben avergonzarse, sino seguir haciéndolo. Es que los perros no entienden exactamente palabras, sino la entonación con que están dichas. Por eso, le prestan más atención a ese tono que parece especialmente dirigido a ellos, por ser tan distinto de todo lo otro que vocalizamos.

Una cuestión que suele preocupar a muchos amos es cómo dejar a su perro solo en casa. Ante la eterna duda de si los animales perciben el paso del tiempo, la respuesta es sí. Y asimismo se aburren al quedarse solos. Si bien algunos lo llevan mejor y simplemente se echan a dormir, muchos otros optan por morder objetos o jugar con cosas con las que preferiríamos que no lo hicieran. ¿Qué hacer entonces? Dejarle algo para hacer. El perro acostumbrado a estar solo determinado tiempo no tendrá problema, mientras ese lapso sea parte de lo habitual. Si es más largo, comenzará a ponerse nervioso y al volver a casa veremos muestras de eso. Especialmente para esos casos, entonces, conviene entretenerlo. “Hay varios juguetes de ingenio. También podemos dejarles ropa con nuestro olor, la TV o la radio encendidas. Y lo importante es actuar con normalidad antes de salir, evitando darle atención especial. Eso disminuye la probabilidad de que sufra de ansiedad por la separación”, explica Fernández.

La lista de recomendaciones para conocer mejor al amigo más fiel del hombre es bastante más larga, y para conocerla toda habrá que leer el libro. Lo importante, sin embargo, es no ceder a la tentación de humanizar al perro. Como sostiene el famoso adiestrador César Millán, “cuando tratamos a nuestros perros como niños no estamos ofreciéndoles protección y dirección. Por el contrario, nos estamos centrando en nuestras necesidades emocionales”. Como en toda relación, querer es también dejar ser.

por Vicky Guazzone

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